Tratamiento formalista

A pesar del notable fondo discogr¨¢fico que ha acumulado en los ¨²ltimos a?os con el sello Blue Note, la noticia de portada del concierto de la pianista brasile?a Eliane Elias fue un vestido negro, largo y ce?ido, rematado por arriba con un generoso escote palabra de honor y por abajo con unos volantes. En cuanto se quit¨® los zapatos de tac¨®n alto para manejar con comodidad los pedales del piano, aquellos le dieron cierto aire de rutilante c¨ªngara versallesca.Hubo que saltar a la p¨¢gina dos de la sesi¨®n para encontrar el titular estrictamente pian¨ªstico, y ¨¦ste no fue tan prometedor. La pianista brasile?a arranc¨® con un cl¨¢sico, Bye bye blackbird, basado en agilidades vistosas pero tirando a truculentas, de pertinencia dudosa y significado m¨¢s bien turbio. A falta de hondura, el adi¨®s al mirlo qued¨® as¨ª en un simple hasta luego, dicho adem¨¢s como de pasada a un plum¨ªfero cualquiera de color desva¨ªdo. Tener en mente al tr¨ªo de Bill Evans no fue suficiente porque faltaba llevarlo al coraz¨®n para bombear intensidad y convicci¨®n a la m¨²sica.

Parte de ese tratamiento formalista se prolong¨® al resto de la sesi¨®n, dominada por maravillas de Jobim tales como Chega de saudade, o un popurr¨ª sobre Aguas de Mar?o y Agua de beber resuelto con inexplicable sequedad. Apoyada por una secci¨®n r¨ªtmica de garant¨ªa que tuvo sus momentos de lucimiento, Elias cant¨® muy bien despu¨¦s Caminhos cruzados, regulando con ¨¦xito ese susurro deliciosamente canicular end¨¦mico de Brasil. Por eso no se entendi¨® que al piano le entraran prisas de gran urbe y agolpara l¨ªneas y figuras r¨ªtmicas con cuestionable sentido del tempo y del equilibrio. Improvisar es mucho m¨¢s que juntar ideas a granel, y Elias no pareci¨® dispuesta a hilarlas para lograr un todo elocuente y homog¨¦neo.