Quimera de agua
A partir de hoy mismo, la sed de infinito y de horizonte dejar¨¢ de escarnecer a algunos madrile?os con su sequedad de siglos. Al menos, hasta mediados de diciembre. Y ello gracias al esfuerzo doble de Enrique Cavestany, artista pl¨¢stico nacido en la calle de Lagasca en 1943, y de M¨¢ximo San Juan, un burgal¨¦s natural de Mambrilla de Castrej¨®n, de 66 a?os, que acostumbra definirse como "ge¨®metra apasionado". Ambos habitualmente publican su obra gr¨¢fica en EL PA?S.De sus manos Madrid inaugura hoy nuevo perfil. Madrid mar¨ªtimo se llama su exposici¨®n, que exhibe hasta el 20 de diciembre en horario matutino y vespertino la sede de la Fundaci¨®n del Colegio de Arquitectos. En ella, ambos artistas siluetean dos rostros nuevos de la ciudad. Rostros ba?ados de un mar con 34 facetas, otros tantos dibujos de Cavestany, realizados con la t¨¦cnica del gratage: "Es una pintura en negativo mediante el rascado suave de un papel estucado del cual voy extrayendo blancos, ventanas de luz arrebatadas a la sombra", explica. Para M¨¢ximo, autor de los textos, ¨¦stos obedecen a un otro impulso: "En ellos describo una ciudad anegada por las aguas surgidas como de una hecatombe b¨¦lica, con barcos fantasmas inhabitados sobre rutas sin fin y sin sentido". Dibujos y palabras, fachadas y oquedades, penden l¨ªquidas de los muros de la Fundaci¨®n, tras el acristalado portal 23 de la umbr¨ªa calle de Piamonte, no lejos de la del Barquillo.
Precisamente son barcos, canoas, veleros, incluso submarinos, las naves que permiten a los visitantes de esta exposici¨®n surcar a bordo y avistar enclaves tan madrile?os como la Puerta del Sol, el esquinazo de Alcal¨¢ con Gran V¨ªa, Callao o la Castellana, esa ensenada frente al gran rascacielos de Francisco Javier S¨¢enz de Oiza.
Los dos autores se han fotografiado en el cat¨¢logo remando sobre una barca del estanque del Retiro. Madrid queda ba?ado as¨ª por un mar rescatado por el dise?ador Alberto Coraz¨®n, prologuista del cat¨¢logo, de un texto del viejo cronista Juan L¨®pez de Hoyos (1511-1583), maestro de Miguel de Cervantes. Al p¨¢rroco de San Andr¨¦s, quien se zambullera en la explicaci¨®n m¨ªtica de los or¨ªgenes de Madrid, Coraz¨®n atribuye el haber asignado a la ciudad, esteparia y seca, un origen lacustre. Sobre esta idea navega la imaginaci¨®n de los autores.
El Edificio Espa?a viene a ser para ellos un palafito, como la mole de Telef¨®nica, la manzana de los almacenes Sepu en Gran V¨ªa, 32 o el Palacio de Correos. Hay escenas emocionantes, como la que transforma el esquinazo en el que se bifurca la calle de Felipe IV en una encrucijada veneciana. En otro dibujo, los angelotes encaramados sobre la Puerta de Alcal¨¢, miran ensimismados mecerse mansas cuatro barcas.
Queda as¨ª, on¨ªrica o gozosamente plasmado, un arcaico anhelo madrile?o.
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