Esther Tusquets y los 40 a?os de Lumen FERNANDO VALLS
S¨®lo en la Barcelona burguesa de los a?os sesenta, entre las ansias de libertad del antifranquismo, las ganas de disfrutar de la vida y de crear de los miembros de la gauche divine (sea aquello lo que fuere), y el magisterio de Carlos Barral, pod¨ªa surgir una editora como Esther Tusquets. Ella misma ha contado que lleg¨® a la edici¨®n de manera casual, al comprar su padre una editorial de textos religiosos. Empez¨® con un libro infantil de Ana Mar¨ªa Matute, El saltamontes verde, cuando a los escritores espa?oles todav¨ªa no les hab¨ªa dado por cultivar esa veta. La consolidaci¨®n de la casa tard¨® en llegar y se produjo de una manera ya casi legendaria con la publicaci¨®n -aconsejada por Barral- de las tiras de Quino y de El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Estos dos grandes ¨¦xitos le permitieron ciertos lujos, como la colecci¨®n de poes¨ªa El Bardo, en la que los autores con mayor aceptaci¨®n p¨²blica debieron ser Pablo Neruda, Blas de Otero y Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo.Pero en este mundo de la edici¨®n los milagros no existen y las casualidades son siempre relativas. No hay que olvidar que Lumen hab¨ªa publicado hasta entonces los ensayos del semi¨®logo italiano y que llevaba tiempo sembrando en la coleci¨®n Palabra en el Tiempo, que con sabidur¨ªa y excelente olfato literario (hablo de calidad, no de dinero) dirig¨ªa Antonio Vilanova, profesor suyo en la Universidad de Barcelona.
Intentar reproducir aqu¨ª s¨®lo algunos de los nombres de los grandes autores que ha editado es una tarea imposible, por lo que me voy a limitar a recordar algunos indiscutibles, como Samuel Beckett, James Joyce (el mon¨®logo final de su novela Varada tras el ¨²ltimo naufragio es un homenaje al de Molly Bloom), Virginia Woolf, Andr¨¦ Gide, Kafka, C¨¦line, Marguerite Yourcenar, Hermann Broch, Giorgio Bassani... Y entre los que escriben en espa?ol, Rosa Chacel, Alejo Carpentier, Juan Carlos Onetti, Cela, Ana Mar¨ªa Matute, Ignacio Aldecoa, Juan Benet y Gil de Biedma. Y el que quiz¨¢ haya sido su ¨²ltimo gran descubrimiento, Gustavo Mart¨ªn Garzo. Esta impresionante lista, uno de los cat¨¢logos de fondo m¨¢s consistentes que conozco, justifica m¨¢s que de sobra sus 40 a?os de dedicaci¨®n a tan delicado oficio y los actos conmemorativos de hace unos d¨ªas.
La obra de creaci¨®n de Esther Tusquets est¨¢ hecha al margen de modas y grupos. Ha escrito a su aire lo que ha querido y al ritmo que le apetec¨ªa, pero siempre atendiendo a su o¨ªdo. Novelas como El mismo mar de todos los veranos y Para no volver, as¨ª como alguno de sus cuentos, como la impresionante Carta a la madre o La ni?a lun¨¢tica, quedar¨¢n como un hito en la narrativa de estas ¨²ltimas d¨¦cadas. Creo que su preferida, se lo he o¨ªdo decir alguna vez, es Varada tras el ¨²ltimo naufragio. Su lucidez para explorar los avatares vitales, sentimentales, y mostrar las cuitas de una mujer libre en estos ¨²ltimos tiempos tiene pocos parangones en nuestras letras.
Con Esther Tusquets suele ocurrir como con esas grandes novelas en las que el autor, al comienzo, pone todo tipo de obst¨¢culos para deshacerse de los lectores ocasionales o perezosos, de tal manera que lo que cuesta entrar en ellas es proporcional a lo que luego se disfruta. As¨ª, tras esa capa externa suya de sequedad y distancia no tarda en aflorar su generosidad y su excelente sentido del humor. Ante tanto editor con sonrisa de conejo y conducta de Harpag¨®n, es todo un privilegio el trato austero pero afectuoso de esta mujer tan t¨ªmida como coherente. Con ella sucede como con el personaje de Quino: conocerla es quererla.
Ahora se jubila como editora pero a cambio nos da la buena noticia de la aparici¨®n de un nuevo libro suyo. Y tendr¨¢ m¨¢s tiempo para que le llegue ese misterioso estado de ¨¢nimo que en ella propicia la gracia de la escritura, para completar -por ejemplo- un libro de retratos literarios del que ya dio dos muestras excelentes (los de Carlos Barral y Ana Mar¨ªa Matute) en la revista Las Nuevas Letras. Nos lo debe a los que la apreciamos como amiga y la respetamos como escritora, como nosotros le deberemos siempre el haber tenido el coraje de editar nada m¨¢s y nada menos que lo que le interesaba y apetec¨ªa.
Fernando Valls es profesor de literatura de la UAB.
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