Lluch, un s¨ªmbolo de la libertad
La pesadilla dura toda la noche. Por la ma?ana, programan Campanades a morts, de Llach, por la radio. Suena tan vigente que estremece. Preferir¨ªa haberla seguido considerando como algo del pasado. En el quiosco, los barceloneses pagamos las 150 pesetas y, con la mirada fija en la portada, seguimos hacia la boca del metro. Aunque cabizbajos, cruzamos algunas miradas: ya no escapa a nadie que hoy somos uno menos. La absurdidad as¨ª lo ha querido. En la facultad suspenden las clases y volvemos a casa pregunt¨¢ndonos a qu¨¦ viene tanto autohomenaje por estos veinticinco a?os, si ni tan s¨®lo tienen talla pol¨ªtica para entenderse ante la muerte, que, para desgracia de todos, sigue siendo la ¨²nica protagonista. Al llegar a casa, la canci¨®n sigue retumbando en los o¨ªdos ("assassins de raons..."): ir¨®nicamente, los verdugos pueden haber cambiado, pero la vida sigue siendo el precio a pagar cuando se cree, de verdad, en la libertad.- Joan-Eduard Cabr¨¦. Barcelona.Escribo estas l¨ªneas despu¨¦s de acudir a la concentraci¨®n de la plaza Sant Jaume en repulsa por el asesinato de Ernest Lluch. Vivo cerca del lugar del atentado, estudio la carrera a dos minutos del mismo y curs¨¦ el bachillerato justo detr¨¢s del descampado en el que hicieron explosionar el coche bomba. Nunca antes sent¨ª tan cerca el terror de ETA. Creo que es importante insistir en que el objetivo de la banda somos todos, y que entre todos debemos hacer fuerza para aniquilarla. Pero, viendo c¨®mo se desarrollan los acontecimientos, no puedo m¨¢s que expresar mi preocupaci¨®n y cansancio por esta sanguinaria escalada de violencia. Los nacionalistas dem¨®cratas no logran discernir con claridad entre el respeto a la vida y la defensa unilateral de su ideolog¨ªa, y el Gobierno es incapaz de desbloquear este clima trist¨ªsimo de enfrentamiento pol¨ªtico entre Madrid y Vitoria, entre constitucionalistas e independentistas. Entretanto, los etarras encuentran as¨ª un terreno abonado para ejercer el tiro en la sien. Ahora m¨¢s que nunca, pienso que es necesario recuperar el "esp¨ªritu de Ermua", es decir, la total unidad de los dem¨®cratas en contra de ETA y su entorno. Cuando los pol¨ªticos aunaron esfuerzos para combatir esa barbarie y, a su amparo, la totalidad de ¨¢mbitos sociales, culturales y religiosos de la sociedad vasca, en ese momento, los terroristas se sintieron verdaderamente acorralados. Creo que ¨¦se el camino que urge recuperar.- Ra¨²l Conde Su¨¢rez. L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona.
Gracias, Ernest, porque, super¨¢ndote como docente, pol¨ªtico, hombre polifac¨¦tico, ante todo fuiste un buen ser humano.
He buscado en mi memoria algunos entra?ables recuerdos. Corr¨ªa el a?o 95, por entonces ocupabas el cargo de rector de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, hac¨ªa unos meses que ETA hab¨ªa asesinado a mi marido; sin conocernos y conmovido por las l¨ªneas que yo hab¨ªa escrito a un diario, me mandaste tus primeras misivas, me ofreciste tu comprensi¨®n y tu apoyo incondicional, e incluso tu casa en San Sebasti¨¢n, de la que tanto disfrutabas, ya que te permit¨ªa venir a esta ciudad que tanto te gustaba. Pocas personas me parecieron tan sinceras como t¨².
Cuando recib¨ª tus cartas hab¨ªan pasado meses desde los funerales por mi marido, las noticias de la prensa y, por tanto, hab¨ªan desaparecido los pol¨ªticos. Es lo que llamamos algunas v¨ªctimas del terrorismo el momento del vac¨ªo, cuando la ausencia traum¨¢tica del ser querido ya no llena tu espacio, cuando pasas al olvido tras haber recibido un bombardeo de llamadas. Es cuando te enfrentas al t¨²nel, cuando aparecieron tus notas, con todo tu apoyo. Nunca pude agradecerte suficientemente todo el bien que me hiciste; hoy ya es demasiado tarde para dec¨ªrtelo personalmente, pero p¨²blicamente, muchos tendr¨¢n que saber que ya te preocupabas de las v¨ªctimas del terrorismo, tus asesinos agazapa-
dos en sus guaridas tendr¨¢n que saber una y mil veces (aunque se nos seque la saliva, aunque sepamos a ciencia cierta que no les importa en absoluto) que est¨¢n llenando los cementerios de gente buena, gente ¨ªntegra como t¨², gente tolerante, v¨ªctimas y v¨ªctimas que se han enamorado de este pa¨ªs con su gente, sus paisajes, sus problemas, que han llegado a ser los suyos propios. V¨ªctimas que tienen hijos, c¨®nyuges, parejas, hermanos, amigos, compa?eros... que no se olvidar¨¢n nunca de lo que un d¨ªa les arrebataron. Tendr¨¢n que saber que est¨¢n alimentando un monstruo, donde sus tent¨¢culos dan de lleno a mucha gente.
Decidimos creer que Alfonso ser¨ªa el ¨²ltimo en esa lista macabra de ETA, como ocurre tras cada nuevo asesinato. Pero ETA ha llenado su lista macabra de 62 personas m¨¢s en estos seis ¨²ltimos a?os, donde t¨² guardas un espacio triste y doloroso y eso que gozamos de catorce meses de tregua. Hoy me tiemblan los dedos cada vez que incorporamos un nuevo nombre en los listados y ahuyento de mi mente qui¨¦n ser¨¢ el siguiente, y me pregunto, una y mil veces, ?cu¨¢ndo escribiremos el ¨²ltimo?
Ernest, creo que fuimos demasiado ingenuos; yo, creyendo, como me ense?¨® mi marido, que siendo tolerante recibir¨ªa lo mismo; t¨², ofreciendo tu di¨¢logo donde cerraban las puertas. Tras el inmenso dolor que me produce tu asesinato, quiero seguir siendo as¨ª de ingenua, cerrar¨¦ los pu?os, apretar¨¦ los dientes, me seguir¨¦ tragando las l¨¢grimas, pero no ver¨¢n en mis ojos el odio que repiran ellos, y espero que muchas v¨ªctimas sientan lo mismo. Pedir¨¦ para tu familia el cariz moral que t¨² valoraste en m¨ª, porque s¨¦ que a ti te har¨ªa inmensamente feliz. Gracias, profesor, por haber sido un excelente ser humano.- Caty Romero. V¨ªctima del terrorismo. San Sebasti¨¢n, Donostia.
Qu¨¦ dif¨ªcil se me hace aceptar que has muerto, que te han matado. Porque si siempre es duro aceptar que haya descerebrados que maten, y a¨²n menos que maten por ideas, me parece que es todav¨ªa m¨¢s inasumible que se pueda acabar con la vida de alguien que se ha distinguido por su talante conciliador, abierto, convivencial.
Siempre nos encontramos un poco a contrapi¨¦; en una conferencia, en los pasillos del Parlament de Catalunya con motivo de la Diada, o, como la ¨²ltima vez que hablamos, largo, en el paraninfo de la Universidad de Valencia, el 26 de octubre pasado. Ten¨ªas otros compromisos, y tuviste el detalle de acercarte antes de la conferencia que ten¨ªa que dar all¨ª junto con Xose Manuel Beiras. Y hablamos en catal¨¢n, claro, porque ¨¦sa fue nuestra lengua de contacto siempre que nos encontramos. Porque compart¨ªamos, entre otras cosas, nuestro origen catal¨¢n y nuestro amor por Euskadi.
Nuestro punto de conversaci¨®n m¨¢s recurrente era, claro, la situaci¨®n en Euskadi; esa Euskadi que tanto quer¨ªas y esa sociedad en la que ansiabas ver instalada la cultura del di¨¢logo, frente a tanto desencuentro y a tanta pol¨ªtica barriobajera de dise?o. Sab¨ªas que iba a editar un disco y te promet¨ª que te lo dar¨ªa. Ya no podr¨¢ ser. Como tampoco podr¨¦ tener esas conversaciones, siempre interesantes, llenas de recato y sabidur¨ªa y desprovistas de la arrogancia y la petulancia que acompa?a a tanto intelectual de pacotilla. El recato de la cordura, que dir¨ªa Graci¨¢n.
Siempre terminamos nuestros encuentros con tu "agur" cargado de acento catal¨¢n. El m¨ªo est¨¢ lleno de tristeza y amargura. Agur, Ernest, agur, adiskide. - Gorka Kn?rr. Secretario general de EA y europarlamentario. Estrasburgo.
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