?Petit, su¨¦ltate el pelo! EMPAR MOLINER
Hola, absurdos.Mis cincuenta mejores amigas y yo estuvimos anteayer en el Camp Nou, por lo del partido contra la droga. ?Que por qu¨¦ fuimos? La verdad, nos gustaba el eslogan. Estando como est¨¢ el Bar?a, eso de "aquest partit, el guanyarem", aunque sea mentira, "nos pone".
Adem¨¢s, piensen que era nuestra primera vez en la llotja, por lo que, m¨¢s que vestirnos nos alicatamos, y rumbosas como nos sent¨ªamos, paramos un taxi: "Ll¨¦venos al Camp Nou, deprisita y matizando".
Le entr¨® una alegr¨ªa al hombre al ver que podr¨ªa hablar de f¨²tbol con nosotras, que a pesar de que est¨¢ prohibido llevar 51 pasajeras, disimul¨®. Se pas¨® el viaje creando opini¨®n.
M¨¢s o menos, el extracto es ¨¦ste: 1: "Y pensar que creo que Celades en el Madrid corre m¨¢s...". 2: "Que emoci¨®n que vuelva Guardiola, le da mucha cordura al equipo". 3: "Figo parece deprimido, tiene lo que yo llamo un mal moral". 4: "Lo que tenemos que hacer para vengarnos, es esperar que tengan medio apalabrado a Riquelme, y rob¨¢rselo".
Como era la primera vez que mis amigas iban al campo, lo primero que hicimos fue ir al bar, a comernos nuestro frankfurtcito. Los frankfurts del Camp Nou son los mejores del mundo. Incluso en los d¨ªas m¨¢s negros saben a victoria, a gol, a tobillo curado de Guardiola. Ingredientes: Aceite Sabasol y sal Costa, Embotits Romeu y mostaza Caster ("desde 1971 salseando para ti").
Despu¨¦s lleg¨® el momento de entrar en la sala VIP, que es una especie de Shangri-la donde s¨®lo penetran los elegidos. Cre¨ªamos que nos registrar¨ªan los bolsos por si llevab¨¢mos una tanqueta desmontable (caber, nos cab¨ªa) o que al menos comprobar¨ªan que nuestras tarjetas de embarque coincid¨ªan con los DNI. Pero no.
Resulta que la sala VIP es otro mundo, y si tienes pase para la llotja nadie comprueba tus antecendes penales. Claro que, ahora que lo pienso, si tienes antecedentes penales, puedes robar un pase para la llotja. Oh. Bueno, no importa. En una sala vip la vida es gratis y enmoquetada, y la cobertura del m¨®vil siempre es de cinco rayitas, o sea a tope.
As¨ª que, sin ense?ar el carn¨¦, estuvimos junto al alcalde de Barcelona, al que mis amigas llaman, cari?osamente, Joan Clos Van Damme. Tambi¨¦n estuvimos con Josep Llu¨ªs N¨²?ez, el ex presi de medianoche. Nosotras, que nunca hemos cre¨ªdo en los Reyes Magos, resulta que compartimos llotja con Gaspart y Baltasar (Garz¨®n), a s¨®lo a cuatro metros de la Reina (y a 45 del otro Reina, el jugador).
Antes de empezar el partido, Manuel Estiarte, abanderado ol¨ªmpico, dijo que para disfrutar de la vida no hacen falta drogas. Mis amigas, que siempre asocian ideas, susurraron: "?Oye, que aqu¨ª huele a hierba!" Era cierto. La primera vez que vas al f¨²tbol sorprende ese olor de c¨¦sped cortado que, por ponerles un ejemplo, s¨®lo se huele en la Fira de l'Avet d'Espinelves.
Me acuerdo de que la megafon¨ªa anunciaba al primer ni?o perdido de la noche, David, de 10 a?os, cuando se nos puso la cl¨¢sica cara de folio DIN-A4.
Las chicas se dieron cuenta, por fin, de que en el campo, el f¨²tbol es en relieve. Ergo, Emmanuel Petit tambi¨¦n.
Ver a Emmanuel con su cola de caballo rubia y en tres dimensiones no es algo que puedas olvidar aunque te des un mamporro en la cabeza. Por lo bajini mis amigas empezaron a cantar: "Tu pelo, ay tu pelo, el embrujo y la almohada de los ¨¢ngeles del cielo...". Emmanuel, amigos, tiene nombre (pero tambi¨¦n cuerpo) de pel¨ªcula er¨®tica. Podemos imaginarle en el sill¨®n de mimbre, con todos los detalles.
Se hab¨ªa hecho de noche, y mis amigas notaban esas cosquillas estomacales de cuando te columpias. Llov¨ªa. Perd¨ªamos.
As¨ª que, por favor, Emmanuel, escucha nuestro ruego humilde. No te estamos pidiendo que compagines el f¨²tbol con un show para despedidas de soltera (y mira que nos gustar¨ªa). Al contrario. Queremos verte jugar y s¨®lo te suplicamos que si un d¨ªa marcas un gol, te sueltes el pelo. S¨®lo eso, Emmanuel, mira que es f¨¢cil. Y luego te lo vuelves a recoger con tu gomita.
Mis amigas, que son fil¨®sofas, dicen que los guardias nos vieron algo excitadillas, y empezaron a vigilarnos disimuladamente. "Estos agentes", me comentaron sin apartar los ojos de Emmanuel, "hacen exactamente la misma funci¨®n que nuestras cremas antiarrugas ?Os dais cuenta? Impiden la aparici¨®n de radicales libres".
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