Inactividad en el matadero

-?C¨®mo va lo tuyo?-Ruina

-?Y lo tuyo?

-Hoy tampoco matamos, esto es una ruina.

Esta escueta conversaci¨®n ha empezado a repetirse una y otra vez entre las personas, a veces familias enteras, que se dedican al negocio de la carne de vacuno. La alarma que salt¨® hace 15 d¨ªas tras la aparici¨®n en Galicia de la primera vaca loca ha puesto en crisis a todo un sector, que ahora se enfrenta a la ardua tarea de convencer a toda la poblaci¨®n espa?ola de que sus productos son sanos y tienen todas las garant¨ªas.

Federico Rodr¨ªguez Fuertes, un asturiano de 52 a?os criado en Madrid, tiene un cebadero de vacuno en Talavera de la Reina y varias empresas dedicadas a la venta y distribuci¨®n de carne, entre mataderos, almacenes de carne y carnicer¨ªas. "En cuesti¨®n de dos semanas la producci¨®n se ha reducido a la mitad y, en mi caso, s¨®lo trabajo con terneros de un m¨¢ximo de 14 meses y que s¨®lo se alimentan a base de piensos vegetales, por lo que no existe riesgo sanitario alguno", explica.

Desde que hace diez a?os compr¨® una finca para convertirla en un cebadero de reses, ven¨ªa matando unas 80 reses a la semana de su propia explotaci¨®n, que cuenta con unos 4.000 animales. Esta semana apenas ha matado 30. "De momento me mantengo pero si esto se alarga no se lo que puede llegar a ser de nosotros", comenta con resignaci¨®n.

"Nunca hemos utilizado harinas c¨¢rnicas por el simple hecho de que los piensos vegetales son m¨¢s baratos y est¨¢n hechos a base de los cereales propios de la meseta y el sur de Espa?a, como son la cebada, el ma¨ªz y la soja. Importar siempre es m¨¢s caro y adem¨¢s en nuestro pa¨ªs se prohibi¨® alimentar a los rumiantes con esas harinas en 1986", explica Juan Carlos Bravo, veterinario de la granja y due?o de otra explotaci¨®n. ?l est¨¢ empe?ado en hacerle los test de la encefalitis espongiforme a todas las reses, pese a que los laboratorios irlandeses que los fabrican le han advertido de que no tiene sentido esa fuerte inversi¨®n en animales de tan corta edad (tienen menos de 30 meses), que no pueden desarrollar el mal. "Creo que poner en nuestra etiqueta de certificado que nuestras reses han pasado la prueba puede ayudar a tranquilizar a la poblaci¨®n, aunque sea in¨²til cient¨ªficamente hablando", argumenta.

La desesperaci¨®n y la sensaci¨®n de impotencia se han apoderado de las familias del sector c¨¢rnico, empecinadas en aclarar la situaci¨®n. "Desde 1982 Espa?a se convirti¨® en un pa¨ªs importador de reses de vacuno porque el n¨²mero de animales que se ceban en nuestro pa¨ªs es superior a los que se cr¨ªan", explica Bravo. Seg¨²n ¨¦l, esto ha generado una tendencia en la compra de reses: cada vez se importan animales de Francia, Alemania, Irlanda y Holanda principalmente, de menos edad con el fin de seguir todo su proceso alimenticio, o de cebo, y poder ofrecer m¨¢s garant¨ªas. "El 85% de las reses que importamos tienen entre 25 y 30 d¨ªas (unos 80 kilos) y son todav¨ªa lactantes. Los cebamos hasta llegar a los 450 kilos, unos 14 meses, que es cuando est¨¢n listos para el sacrificio y suponen unos 220 kilos de carne. Pr¨¢cticamente en su totalidad producido por nosotros".

Todo el vacuno que llega, lactante o pastero (de entre 6 y 8 meses), viene, tal y como exige la Uni¨®n Europea, con su documentaci¨®n en regla: fecha de nacimiento, raza, documentaci¨®n de sus progenitores, explotaci¨®n a la que pertenecen, due?o original, etc¨¦tera. Es una especie de carn¨¦ de identidad que permite tenerlos registrados y que llevan prendido por duplicado de sus orejas, a modo de pendientes. De esa forma, con s¨®lo introducir el c¨®digo de barras se puede conocer cu¨¢l ha sido la vida del animal y los controles sanitarios que ha pasado (vacunas antiv¨ªricas y desparasitaciones). "Si un animal llega a un matadero y no va identificado se le retiene y se le devuelve a la finca de la que proviene", explica Federico Rodr¨ªguez.

Todav¨ªa se acuerda de su primer empleo como ayudante en una carnicer¨ªa con 17 a?os. Han sido otros 30 dedicado al negocio de la carne, hasta que ha conseguido controlar el ciclo completo: desde el cebadero hasta el plato. Ahora no consigue explicarse como un ¨²nico caso, en una caba?a de seis millones de reses como es la espa?ola, ha conseguido tirar tanto trabajo por la borda: "Si los ministerios no calman a la poblaci¨®n tendr¨¦ que hacerlo yo, y estoy dispuesto traerme en autocares a las amas de casa para que vean todo el proceso".