Un indulto con truco
Ning¨²n reproche merece, en principio, que el Gobierno de Espa?a haga uso cuando quiera de un privilegio tan antiguo que hunde sus ra¨ªces en el ejercicio de la autoridad, o, por decirlo con m¨¢s rigor, de la primera y suprema autoridad de cualquier Estado. Lo hicieron as¨ª Gobiernos anteriores de todos los signos e ideolog¨ªas, tras los que se pierde incluso la memoria hist¨®rica. Pero una cosa es ejercer el derecho de indulto en el momento que se estime oportuno por razones de pol¨ªtica criminal¨ªstica, sociol¨®gicas, humanitarias o cualquier otra an¨¢loga y otra muy distinta es que ese ejercicio se ti?a de arbitrismo por la misma raz¨®n testicular que el portavoz suplente del Gobierno, Arias Ca?ete, tuvo la sincera desfachatez de reconocer a un amplio c¨ªrculo de amigos.En el masivo indulto del pasado Consejo de Ministros -viernes, 1 de diciembre, ¨²ltimo mes del a?o, del siglo y del milenio, por si el dato pudiera cubrir algo las apariencias- concurren aromas tan acres y un caldo tan turbio que est¨¢n poniendo de manifiesto el previo cocimiento de un guiso elaborado a base de se?uelos y apariencias en modo alguno coincidentes con la verdad. Se aplica el indulto a m¨¢s de 1.400 penados, en una fantasiosa emulaci¨®n del jubileo cat¨®lico y su precedente vaticano de beatificar a un n¨²mero an¨¢logo de m¨¢rtires de la horda roja en una ¨¦poca que s¨®lo los sesentones tuvimos la desgracia de vivir. De ellos, una gran parte lo integran objetores al servicio militar y habida cuenta la despenalizaci¨®n de este delito ante la inminente desaparici¨®n de la mili obligatoria, no parece que tengan mucho que agradecer ni ensalzar la generosidad del Sr. Aznar. Se airea que tambi¨¦n resultan beneficiados los trujimanes de favores, negocios e influencias que en nombre del PSOE lograron su particular beneficio a costa del hundimiento pol¨ªtico de este partido, castigado por ello en las urnas con severidad, junto a un ex alcalde conservador de la tierra de pan llevar, igualmente enriquecido gracias al poder. Dispuestos ya los componentes y ali?os necesarios para preparar un buen pastel conmemorativo de la mayor¨ªa absoluta que faltaba por celebrar por todo lo alto, como preludio del "se van a enterar..." que nos prepara el Gobierno cuando comience a debatirse el Plan Hidrol¨®gico Nacional (y de las JONS) faltaba colocarle la guinda ostentosa llamada G¨®mez de Lia?o, verdadero invitado de honor y beneficiado con el pleno al quince del multitudinario indulto.
Hace poco m¨¢s de un a?o. Exactamente el 15 de octubre de 1999, la Sala Segunda del Tribunal Supremo, en una sentencia condenatoria a quien hasta entonces hab¨ªa ejercido como due?o de vidas y haciendas en su coto particular de la Audiencia Nacional, pon¨ªa en conocimiento p¨²blico toda una trayectoria de actos elaborados con manifiesto abuso de sus competencias amparadas en la toga y las pu?etas. Precisamente por ello sus compa?eros del alto tribunal le mandaron a que siguiera haciendo ¨¦stas por su cuenta, tras recordarle con la finura del m¨¢s depurado lenguaje jur¨ªdico que "en la aplicaci¨®n del art¨ªculo 446 del C¨®digo Penal no se debe olvidar que el delito de prevaricaci¨®n judicial es un delito de t¨¦cnicos en Derecho y que, consecuentemente, en la motivaci¨®n de las resoluciones prevaricadoras predominan los argumentos encubridores de car¨¢cter antijur¨ªdico del acto".
Pues miren por d¨®nde, al Gobierno y m¨¢s concretamente a D. Jos¨¦ Mar¨ªa, le parece todo lo contrario. Es decir, que G¨®mez de Lia?o es un gran juez injustamente apartado de la carrera judicial, al que urge restituirle en el desempe?o de la actividad jurisdiccional en la que tiene sobradamente demostrado que se mueve como el pez en el agua. Me queda la duda, no obstante, de si tal conclusi¨®n oculta en su interior, como una matriuska, el verdadero prop¨®sito de impedirle futuras y posibles prevaricaciones en su feudo de la Audiencia Nacional -donde a¨²n le quedan buenos amigos- o se nos amenaza a todos los ciudadanos con el anuncio cifrado de su pr¨®ximo aterrizaje en alguna de las salas del mismo Tribunal Supremo desde el que se decret¨® su punitiva salida de la carrera judicial.
Por si todav¨ªa podemos llegar a tiempo, sugiero que todos, creyentes y agn¨®sticos, nos dirijamos al Papa de Roma para que disponga se rece a partir de ahora en todas las iglesias de su cat¨®lica Espa?a, una addenda, petitorio o como ¨¦l quiera llamarlo, por las almas y los cuerpos de quienes tengan que soportar, como aut¨¦nticos pacientes, la justicia del buen juez G¨®mez de Lia?o. Incluso en el caso de que resultaran absueltos y libres de toda responsabilidad, nadie ser¨ªa capaz de explicarles por qu¨¦ merecieron la pena anticipada de tener que llamar se?or¨ªa a quien ya perdi¨® definitivamente todo vestigio de se?or¨ªo.
Francisco Granados Calero es miembro de la Asociaci¨®n Valenciana de Juristas Dem¨®cratas.
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