Confusi¨®n total entre los responsables del escrutinio en Tallahassee
Gore recupera 58 votos y logra reducir a s¨®lo cien papeletas su desventaja frente a Bush
En las calles de esta ciudad, que ha sido testigo excepcional de la saga electoral de Estados Unidos, el d¨ªa se dividi¨® salom¨®nicamente en dos. Antes y despu¨¦s del Supremo. Hasta las tres de la tarde, en que se deton¨® la bomba jur¨ªdica desde Washington, el mayor dilema que afrontaban las juntas electorales de Florida que hac¨ªan el recuento manual era discernir qu¨¦ es un voto: ?el que tiene una, dos o tres semi-perforaciones o el que s¨®lo tiene muescas?
Hasta la decisi¨®n del Supremo de Washington, Al Gore hab¨ªa logrado una ventaja neta de 58 votos en los recuentos manuales, lo que le situaba a apenas cien votos de George Bush. Luego lleg¨® la orden y todo se par¨® en seco. La incredulidad era total. No hab¨ªa term¨®metro para medir el caos y confusi¨®n que rein¨® a partir de entonces en Florida. "Abajo con el Tribunal Extremo" gritaban enfurecidos y victoriosos a la vez los seguidores de George Bush frente a la biblioteca p¨²blica de Tallahassee, donde se llevaban a cabo los recuentos de 9.000 votos del condado de Miami-Dade. Se refer¨ªan al Tribunal Supremo de Florida, que el d¨ªa anterior hab¨ªa fallado a favor de los recuentos solicitados por Al Gore. Cuando se corri¨® la noticia dentro, muchos observadores republicanos aplaudieron. Los partidarios de Al Gore levantaban las voces y las pancartas en total estado de "shock" como queriendo aferrarse a una victoria que se le escapaba de las manos.Era una de los cientos de escenas que se repet¨ªan a lo largo de Florida, un Estado polarizado pol¨ªticamente y al borde de perder los cabales civiles, como el resto del pa¨ªs que ayer parec¨ªa encaminarse a la deriva social.
Cuando se escriba la historia, la primera parte del 9 de diciembre relatar¨¢ c¨®mo los equipos de recuento de Florida se afanaban en contar votos para cumplir el plazo que el juez Terry Lewis les hab¨ªa dado hasta hoy a las dos de la tarde. Lewis ejecutaba con ello el dictamen que el Tribunal Supremo de Florida hab¨ªa emitido el d¨ªa anterior. Y a falta de un sistema uniforme, cada junta electoral aplicaba el criterio que mejor le parec¨ªa ante un ej¨¦rcito de observadores republicanos y dem¨®cratas que les vigilaban.
Para evitar el retraso que se cre¨® en el recuento de Palm Beach, esta vez el magistrado Lewis hab¨ªa prohibido estrictamente a ambos partidos que hicieran objeciones. "Pueden tomar notas, pero si tienen objecciones me las presentan por escrito y yo las resolver¨¦", declaraba Lewis en una audiencia que concluy¨® casi en la madrugada del s¨¢bado en un tribunal de Tallahassee. El tiempo era m¨¢s crucial que nunca lo hab¨ªa sido a lo largo del tortuoso proceso electoral. Este recuento deb¨ªa discernir de una vez por todas qui¨¦n es el ganador, porque si Florida no presenta sus 25 compromisarios el martes podr¨ªa perderlos.
Era una tarea gigantesca y una pesadilla log¨ªstica. Cerca de 50.000 votos en 64 condados, dieciseis de los cuales ni siquiera ten¨ªan separadas las papeletas v¨¢lidas de las anuladas. "Necesiataremos 12 o 13 horas s¨®lo para separarlas", explicaba la jefa electoral del condado de Manatee. El m¨¢s ¨¢gil era el recuento de 9.000 votos de Miami-Dade, que empez¨® a las ocho de la ma?ana encabezado por nueve jueces. En ese grupo -el mayor de todo el Estado- era donde Gore aspiraba a conseguir su ventaja.
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