Recuentos a contrarreloj
Si el abogado David Boies hubiera pedido a los jueces que establecieran un criterio uniforme para realizar un recuento manual en toda Florida, y hubiera cuestionado la inamovilidad del plazo del 12 de diciembre para nombrar a los compromisarios, Al Gore podr¨ªa ser hoy el presidente electo de Estados Unidos. No lo hizo porque pedir un cambio de las leyes vigentes del Estado en medio de un proceso electoral parec¨ªa de entrada un argumento perdido. Pero esa laguna legal, irresoluble con la urgencia que requer¨ªa el caso, es precisamente a la que se ha atenido el Tribunal Supremo al declarar que los distintos m¨¦todos de interpretar las perforaciones en las papeletas atentan contra la igualdad de derechos, recogida en el art¨ªculo 14 de la Constituci¨®n Federal.Al final de la larga batalla jur¨ªdica, el art¨ªculo 14 se ha convertido en el cruce de la leyes federales y estatales que ha permitido la intervenci¨®n del Tribunal Supremo, y con ello la victoria de George W. Bush. De hecho, es la ¨²nica disputa sobre la que el Supremo de Estados Unidos ha sentado jurisprudencia -por siete votos contra dos- al a?adir a la igualdad de derechos, "la igualdad de derechos del votante". Pero los magistrados tampoco han resuelto el problema crucial por el que han denegado los recuentos de al menos 50.000 papeletas en los 67 condados de Florida: sentar un criterio uniforme para contar manualmente los sufragios.
Los jueces de la alta instancia federal se lavaron las manos de esa tarea y se la pasaron al Supremo de Florida d¨¢ndole un plazo imposible de cumplir para que la dirimiera y luego ordenara los recuentos. S¨®lo faltaba 1 hora y 45 minutos para que acabara el 12 de diciembre (el d¨ªa 9 el Supremo de Washington hab¨ªa ordenado cautelarmente parar los recuentos). El profesor de la Universidad de Harvard y tambi¨¦n miembro del equipo defensor de Gore, Laurence Tribe, no se atrevi¨® como otros a calificarlo de "trampa", pero lo resum¨ªa as¨ª ayer, en Miami: "Con su dictamen dijeron que no hab¨ªa tiempo para ejercer la democracia".
Todas las dem¨¢s cuestiones planteadas en las demandas del bando republicano y dem¨®crata quedan en el aire. El Supremo federal no se ha pronunciado sobre la legalidad de las papeletas perforadas, ni sobre la autoridad del Legislativo de los Estados para nombrar a los compromisarios (art¨ªculo 2 de la Constituci¨®n), ni sobre la jurisdicci¨®n de los tribunales supremos de los Estados para extender plazos u ordenar recuentos. De ah¨ª la lluvia de cr¨ªticas contra los cinco magistrados conservadores cuya opini¨®n prevaleci¨® frente a la de sus otros cuatro colegas, acus¨¢ndolos de actuar pol¨ªticamente agarr¨¢ndose a un clavo ardiente legal para servirle en bandeja la presidencia al candidato a cuyo padre deb¨ªan directa o indirectamente sus puestos.
El propio equipo legal de George W. Bush -que tan arduamente arguy¨® en contra de la autoridad del Supremo de Florida y a favor de la del Legislativo- no se esperaba ganar la pelea en el round de la igualdad de derechos. Pr¨¢cticamente la hab¨ªan descartado desde que un juez federal en Miami y el propio tribunal federal de apelaciones de Atlanta fallaran en su contra.
Desde entonces, la defensa de Bush dej¨® el alegato de violaci¨®n del art¨ªculo 14 s¨®lo a modo de muletilla en todos sus recursos y resucit¨® el ataque contra el Tribunal Supremo de Florida cargando las tintas en otros preceptos legales. Primero cuando ese tribunal extendi¨® el plazo del recuento hasta el 26 de noviembre, le acusaron de extralimitarse en sus funciones judiciales reescribiendo las leyes del Estado. El caso lleg¨® al Supremo federal, que en esa ocasi¨®n le pregunt¨® a sus hom¨®logos en qu¨¦ fundamentaban su fallo, pero no mencionaron la posible violaci¨®n de igualdad de derechos. De haberlo hecho, el Tribunal Supremo de Florida todav¨ªa hubiera tenido tiempo de definir el criterio uniforme de los recuentos.
La gran pregunta es qu¨¦ hubiera pasado si el equipo jur¨ªdico de Gore hubiera tomado otro camino en sus demandas. Una gran mayor¨ªa de juristas creen que de todas formas estaban en un callej¨®n sin salida. ?sta es la raz¨®n: el Tribunal Supremo de Florida, que era el embudo por el que pasaban todas las quejas antes de llegar al Supremo Federal, estaba a su vez en otro callej¨®n. Si este tribunal hubiera establecido un m¨¦todo uniforme de recuento, sus hom¨®logos federales podr¨ªan haber fallado que era ilegal porque esa es la funci¨®n del Legislativo. Y si hubieran extendido el plazo del 12 al 18 de diciembre igualmente podr¨ªa haber revocado su decisi¨®n.
En palabras de David Cole, jurista y profesor de derecho de la Universidad de Georgetown, "el Tribunal Supremo de Florida hubiera perdido de todas formas. Los magistrados del Supremo de Estados Unidos eran muy conscientes de que ellos pod¨ªan decidir la elecci¨®n".
[No obstante, con su hermano mayor George W. finalmente declarado presidente electo, el gobernador del Estado de Florida, Jebb Bush, dijo ayer que planeaba adoptar acciones inmediatas para iniciar la reforma del sistema electoral, informa Reuters. ?ste se ha visto sometido a un minucioso escrutinio a ra¨ªz de la tormenta que estall¨® tras la jornada electoral del pasado 7 de noviembre.
"Hoy empezamos un importante primer paso de cara a afrontar una reforma electoral para la gente de Florida", manifest¨® Jeb Bush a los periodistas al anunciar la formaci¨®n de un equipo para estudiar los procedimientos electorales, los criterios y la tecnolog¨ªa que se utilizan en ese Estado.]
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