El uso del condicional en pol¨ªtica
Sin duda vale lo mismo la vida de un fontanero lo bastante cordial como para tomarse unas copas con quienes le han vencido en las elecciones que la de un catedr¨¢tico que lleg¨® a ministro y que fue votado por tantos catalanes. Pero el terrorismo quiere, ante todo, un impacto en la opini¨®n p¨²blica y eso depende de la situaci¨®n en que estemos sus adversarios. La desaparici¨®n de Lluch caus¨® un tremendo impacto social por su personalidad y significaci¨®n pero tambi¨¦n por el permanente espect¨¢culo de desuni¨®n de los dem¨®cratas. En la nueva situaci¨®n que existe gracias al pacto PP-PSOE el efecto de la acci¨®n terrorista es menor.El pacto no es el Bien con may¨²sculas pero supone una mejora relativa con respecto a la situaci¨®n precedente. Ahora ha desaparecido el cruce de agrios reproches y cabe preguntarse si eso hubiera sido posible de no haber sido asesinado Lluch y de no haber tenido una periodista el suficiente ¨¢nimo para reclamar di¨¢logo. Quien ha hecho posible el acuerdo ha sido el estilo a veces soso y vagoroso pero siempre mucho m¨¢s moderado, constructivo y presidencial de Zapatero. Aznar, al final, ha rectificado una senda que a medio y largo plazo s¨®lo pod¨ªa resultarle autodestructiva. Con eso demuestra un fondo derechista que a veces se sobrepone a sus intereses objetivos pero tambi¨¦n una capacidad de rectificaci¨®n que resulta infrecuente en pol¨ªtica.
Lo que ahora interesa es que los acontecimientos, en este caso como en todos, se encadenan de una forma que la adopci¨®n de una posici¨®n en un determinado momento tiene consecuencias inevitables en poco tiempo. Arrastrados por la espiral de la locura terrorista, los pol¨ªticos consideran que su posici¨®n en cada momento es el alcaloide de su suprema inteligencia y, por tanto, por completo irrenunciable. Pero es f¨¢cil descubrir que cada postura est¨¢ basada en una reacci¨®n, no necesariamente meditada, ante la precedente, propia o del adversario. Los historiadores sabemos que para interpretar el pasado se debe a menudo hacer Historia virtual, o, lo que es lo mismo, pensar en cada momento qu¨¦ hubiera podido pasar si se hubiera optado por otra soluci¨®n. Cuando se reconstruye esa sucesi¨®n de encadenamientos es cuando realmente se llega a interpretar un proceso hist¨®rico. Entonces, al medir las consecuencias de los hechos en tiempo condicional, se descubre la verdadera sustancia de lo sucedido. Al margen de lo ya indicado sobre la muerte de Lluch, basta con recordar que si el PNV hubiera optado por decir en el momento del primer muerto lo que afirma hoy sobre Lizarra se habr¨ªa librado de infinitos quebraderos de cabeza.
Ahora el pacto es positivo en el sentido de que conduce a una situaci¨®n mejor que la precedente. Pero, si bien se mira, es tambi¨¦n positivo que el PNV no haya quedado aislado -o con min¨²sculos grupos nacionalistas a su alrededor- y que desde IU la actitud sea de tender la mano a los dos partidos m¨¢s grandes para un pacto m¨¢s amplio. Y merece id¨¦ntico juicio que CiU permanezca en una situaci¨®n peculiar, distinta pero no distante de cada uno de los dos grupos.
Para pasar del pacto como bien posible al Pacto que merecer¨ªa la vida destrozada del concejal debi¨¦ramos hacer unos cuantos ejercicios con el condicional o en futurible. Si se hubiera seguido esgrimiendo el di¨¢logo-trampa, habr¨ªa sido malo para todos y quiz¨¢ letal para el PP. Si al PP la prensa de derechas le convence un d¨ªa de que a base de firmeza ha cuadrado a los dem¨¢s en posici¨®n de saludo, le prestar¨¢ un flaco servicio. Si se reduce al m¨ªnimo el nivel de decibelios en el debate, ser¨¢ posible m¨¢s acuerdo. Si hay conversaciones discretas como la de Zapatero e Ibarretxe, las posibilidades de ello se incrementar¨¢n. Si se piensa en qu¨¦ consiste el consenso, se descubrir¨¢ que no es adhesi¨®n a lo decidido por otros. Si el PNV recuerda lo que de verdad quer¨ªa Lluch, sabr¨¢ que nada le preocupaba m¨¢s que su alejamiento del constitucionalismo. Si Arzalluz dejara de declarar cosas raras a diarios ignotos y remot¨ªsimos, alg¨²n favor nos har¨ªa a quienes nos consideramos amigos del PNV. Y, en fin, si todo esto se convirtiera en realidad, se producir¨ªa ese efecto "bola de nieve"en favor de la uni¨®n de los dem¨®cratas que ha propuesto Maragall.
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