Una chapuza con retranca.
La Conferencia de Niza ha sido al baile de los nacionalismos y como sucede con frecuencia, cuando suena su m¨²sica, la discordia ha sido la reina de la fiesta. Cincuenta y cinco a?os de resta?ar heridas hist¨®ricas, de sanar agravios y rencores colectivos, de acercar ciudadanos y pa¨ªses para anclarlos en el proyecto Europa se han visto sacudidos por la hirsuta convivencia durante cuatro d¨ªas de sus l¨ªderes pol¨ªticos. La integraci¨®n europea, resultado de convergencias de pueblos y de Estados, cada vez de mayor intensidad y calado, exige atenuar sus antagonismos e intereses en virtud de los valores que comparten. Por eso es tan importante cancelar las rivalidades que existen entre ellas, incluidos sus soportes afectivos, uno de cuyos principales nucleos de fijaci¨®n es la vecindad. De aqu¨ª las inacabables bregas franco-alemanas, belgo-holandesas, hipano-portuguesas... felizmente dormidas durante algunas d¨¦cadas, y que Niza acaba de despertar.La vindicativa cuenta de p¨¦rdidas y ganancias en votos, por parte de unos y de otros; esa siniestra aritm¨¦tica del poder nacional en el seno de la Uni¨®n Europea, que ha sido el contenido de las m¨¢s de 50 horas de trifulca in¨²til y perversa que los medios de comunicaci¨®n siguen jubilosamente jaleando, son el verdadero saldo negativo de Niza. Para poner un s¨®lo ejemplo, los esfuerzos de los actores de las sociedades civiles portuguesa y espa?ola, para establecer un clima de confianza y colaboraci¨®n entre sus dos pa¨ªses, merec¨ªa un tratamiento muy diferente al que le han reservado los desaires mutuos de Aznar y Guterres. En lenguaje cotidiano llamamos chapuza a un arreglo caracterizado por su improvisaci¨®n y precarios resultados. Estas caracter¨ªsticas corresponden a la ¨²ltima Conferencia Intergubernamental. Las asignaturas pendientes en Amsterdam siguen igualmente pendientes pero ha aumentado el nivel de confusi¨®n de sus planteamientos. Doce d¨ªas despu¨¦s de aprobado el Tratado, seguimos sin saber el porcentaje de votos necesarios para la mayor¨ªa cualificada, su conjunci¨®n con el porcentaje de poblaci¨®n requerido y las circunstancias de la posible movilizaci¨®n del qu¨®rum de Estados. Tampoco parece haber posici¨®n clara respecto del art¨ªculo 133 donde el Reino Unido ha logrado que se suprima la unanimidad para el intercambio de servicios, inversiones y propiedad intelectual y Francia ha mantenido la unanimidad en los sectores de salud, educaci¨®n y, sobre todo, cultura. Por cierto ?por qu¨¦ llamar excepci¨®n cultural a la defensa de la diversidad cultural cuando hoy el derecho a la diferencia es un derecho fundamental? Eso sin hablar de las cooperaciones reforzadas, en las que la desaparici¨®n del derecho de veto previsto en Amsterdam se acompa?a de un c¨²mulo de reglas, y en especial de la validaci¨®n de toda decisi¨®n por la Comisi¨®n si ocho Estados la reclaman, con el fin de evitar que se convierta en un instrumento habitual de la pol¨ªtica europea.
En cuanto al Parlamento y a la Comisi¨®n han sido ignorados, y respecto de esta ¨²ltima, ni una sola voz se ha alzado para inquietarse por la reforma administrativa del vicepresidente Neil Kinnock, que amenaza con acabar con los pocos reductos de eficacia que a¨²n le quedan a la Comisi¨®n. Muchos hab¨ªamos pensado que Niza servir¨ªa para darle un par¨®n al proceso de anglosajonizaci¨®n liberal, en los contenidos y en los modos, que la Comisi¨®n Prodi esta suponiendo y para recuperar la ambici¨®n europea de Jean Monnet, pero situ¨¢ndola ahora en el per¨ªmetro estricto de la pol¨ªtica. Pues Francia es el miembro de la Uni¨®n con m¨¢s voluntad de diferenciaci¨®n respecto de EE UU y con m¨¢s apego a la identidad europea y a su modelo social. Tan no ha sido as¨ª que cabe pensar que la chapuza ha sido consecuencia de la retranca con que muchos pa¨ªses se han producido en la Conferencia. Para que no nos suceda lo mismo en 2004 hace falta que el Parlamento Europeo saque las u?as rechazando el Tratado y que exija que una Convenci¨®n, como la que prepar¨® la Carta, acompa?¨¦ la preparaci¨®n de la pr¨®xima CIG.
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