El miedo en las aulas o tristes historias de Lejona
Despu¨¦s del atentado en la Universidad del Pa¨ªs Vasco en Bilbao se extiende la desesperanza y el temor entre los intelectuales, pero tambi¨¦n la voluntad de resistir al terror
Este reportaje se basa, no pod¨ªa ser de otra manera, en hechos, manifestaciones y personas reales. Pero no cita nombres propios de las fuentes, salvo a autores de alg¨²n texto previamente publicado bajo su firma autorizada. La descripci¨®n de la situaci¨®n social y an¨ªmica en la Universidad del Pa¨ªs Vasco es muy poco ortodoxa, pero creemos que asumible, porque las razones que a ella inducen tienen el peso que tiene la vida de mujeres y hombres que, en gran parte, llevan d¨¦cadas luchando por la libertad de todos y que hoy ven su propia libertad y su supervivencia f¨ªsica amenazadas por mantener firmes sus principios y su coraje c¨ªvico.Es triste tener que mantener el anonimato de quienes debieran ser celebrados como l¨ªderes de la lucha por los derechos ciudadanos y humanos frente al disparate de la tribu. Pero esta tristeza ha de ser aceptada en aras de la seguridad de quienes viven una cotidianeidad en estado de excepci¨®n, desamparados y desautorizados por quienes debieran protegerlos por dictado de ley y que confrontan d¨ªa a d¨ªa los pros y contras de mantenerse en la barricada o ir al exilio. El reportaje de los anonimatos revela los miedos, pero tambi¨¦n la energ¨ªa que algunos emplean en seguir creyendo en la sociedad abierta y luchando por ella.
Desde que el pasado lunes 18 se descubriera una bomba en un ascensor en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicaci¨®n en Lejona, la Universidad del Pa¨ªs Vasco ha sido centro de atenci¨®n de una sociedad conmocionada, como la espa?ola en general y la vasca en particular, ensimismada y temerosa ¨¦sta de ver c¨®mo se superan todas las cotas de terror conocidas y nadie quiere intuir la siguiente.
De haber funcionado el detonador, los tres kilos y medio de dinamita del artefacto habr¨ªan derribado gran parte del edificio. Las clases estaban repletas. En el decanato se asegura que los muertos habr¨ªan sido muchas docenas. "En 150 metros no habr¨ªa quedado nada, dif¨ªcilmente alguien vivo". Hay quienes dicen que pudo ser diez veces peor que el atentado de Hipercor en Barcelona y que muy probablemente le habr¨ªa costado la vida hasta al terrorista que oper¨® el mando a distancia del artefacto desde una posici¨®n que permit¨ªa ver qui¨¦n se acercaba al ascensor. "Era un descerebrado al que, por no importarle, no le importa ya ni ¨¦l mismo", dec¨ªa el mi¨¦rcoles una autoridad acad¨¦mica que rezumaba desprecio.
El mundo intelectual vasco est¨¢ en plena insurrecci¨®n ante el fascismo de ETA y sus cachorros y, quiz¨¢s m¨¢s a¨²n, ante la insoportable pretensi¨®n de normalidad que emana del Gobierno de Vitoria, "un grupo de zombies cobardes", seg¨²n uno de los profesores, que no destacan precisamente por su agresividad. "Y no os enga?¨¦is con Ibarretxe en Madrid. Es tan iluminado o m¨¢s que Arzalluz", comentaba una alta autoridad universitaria.
Son decenas las personas entrevistadas respecto a esta acci¨®n de ETA que no tiene precedentes, interrogadas sobre su estado de ¨¢nimo despu¨¦s de lo que unos llaman "salto cualitativo" del terror, y otros, "mera l¨®gica de la depravaci¨®n" alcanzada por la banda terrorista y sus colaboradores. Violando las reglas m¨¢s elementales de la ortodoxia en periodismo, este texto no da nombres ni cita fuentes. El lector habr¨¢ de fiarse.
La raz¨®n es simple: en Euskadi, la opini¨®n y la idea son ya confidencia o riesgo. No para todos, pero para much¨ªsimos. "Todo lo que digas puede ser utilizado en tu contra, y no precisamente en un juicio". Por eso no sorprende, aunque sobrecoge, que la inmensa mayor¨ªa de los interlocutores contactados exigieran anonimato para sus manifestaciones. Los que admitieron ser citados lo quer¨ªan ser con frases medidas, distintas a las expresadas en conversaci¨®n espont¨¢nea y privada. Muchos han sido ya amenazados, todos, absolutamente todos, reconocen miedo, por s¨ª mismos, por amigos, compa?eros o familia.
La inmensa mayor¨ªa miente por higiene mental, aparentan una normalidad inexistente y adoptan indolencias terap¨¦uticas o recursos varios, desde el coraje, cuando no la temeridad, hasta el cinismo o la introspecci¨®n, para no enfermar bajo la tensi¨®n. Casi todos pronunciaron en alg¨²n momento frases como "en eso no me cites", "entre nosotros", o "no des mi nombre en esto". El miedo es contagioso, hasta para el cronista. Incita a arrebatos de responsabilidad y cautela. Por eso este texto es ya un mar de citas an¨®nimas. Pero aut¨¦nticas.
El mi¨¦rcoles 20, dos d¨ªas despu¨¦s de que los estudiantes de periodismo y publicidad volvieran a nacer, Lejona recib¨ªa una vez m¨¢s la visita de la Ertzaintza. Iban a desalojar a cuatro antiguos profesores asociados que, expulsados hace a?os, acceden una y otra vez al recinto con ayuda de alg¨²n profesor y entran en las clases a hacer agitaci¨®n a favor de la euskaldunizaci¨®n total de la Universidad; es decir, la abolici¨®n del castellano como lengua lectiva. Uno es de Albacete, y otro, gallego. Muy radicales ellos, abuchean y callan a los profesores vascos que imparten clase. Si este peque?o conflicto laboral, tornado pol¨ªtico por los interesados, es anecd¨®tico, no lo eran las palabras con que varias decenas de estudiantes recibieron a la polic¨ªa vasca. Las m¨¢s cari?osas pod¨ªan ser las coreadas como "Vosotros tambi¨¦n sois perros del PP".
"Son una peque?a minor¨ªa, ya ves, no hab¨ªa m¨¢s de cuarenta". En las elecciones al Consejo de Estudiantes s¨®lo vota un 15% del alumnado. De ellos, Ikazlea Abertzale y Jarrai -dos organizaciones proetarras en la Universidad- votan todos; los otros estudiantes se movilizan poco. "Pese a ello, hay mayor¨ªa independiente en el consejo. Eso s¨ª, cuarenta te montan aqu¨ª un cirio de cuidado", dice un miembro del decanato de esta conflictiva facultad. "Aqu¨ª se juntan futuros pol¨ªticos y periodistas, se forjan los l¨ªderes de opini¨®n, de unos y de otros, y hay mucha gente que est¨¢ en los colectivos m¨¢s amenazados, profesores y periodistas", a?ade una compa?era.
El rector de la UPV, Manuel Montero, lleva nueve meses en el cargo y ha estado a punto de quedarse sin su facultad estrella. ETA pod¨ªa haber dado por concluido el curso acad¨¦mico. A su estilo. Pero hay otras formas de hundir una universidad. Si las autoridades acad¨¦micas no saben ya cu¨¢ntos profesores -y alumnos- tienen que acudir con escolta a clase y todo lo que se dice en las aulas ha de valorarse en funci¨®n del efecto que pueda tener sobre las intoxicadas mentes de los chivatos de ETA all¨ª presentes, no "peligra la libertad de c¨¢tedra", como dec¨ªan el pasado viernes en un comunicado unos 2.000 docentes y alumnos de la UPV. ?sta ya no existe.
El rector y muchos colaboradores en Bilbao, San Sebasti¨¢n o Vitoria despliegan coraje c¨ªvico, hablan claro y se saben objetivos prioritarios de ETA. Todos dicen que "hay que seguir avanzando para asegurar que la universidad sobreviva a esta sinraz¨®n". Pero tambi¨¦n es un hecho que todos est¨¢n cansados, agotados en su continua b¨²squeda de claves pr¨®ximas de complicidad en la defensa de la democracia que nunca llegan el nacionalismo gobernante. Y muchos deprimidos, porque la tensi¨®n consume. Algunos, como Mikel Azurmendi o Txema Portillo, se han exiliado. Han huido del peligro y buscan una vida homologable a la de cualquier acad¨¦mico en una democracia desarrollada, civilizada.
La situaci¨®n en la UPV, de profesores, alumnos y servicio de seguridad, recuerda al ambiente de intimidaci¨®n, agitaci¨®n antiintelectual y angustia que describieron escritores alemanes y austriacos en los primeros a?os del III Reich. Desde Klaus Mann a Torberg, desde Joseph Roth a Kurt Tucholsky, todos cuentan las gestas de las camadas de las SA (unidades nazis) saboteando clases, intimidando a alumnos y aterrorizando a profesores jud¨ªos o dem¨®cratas. ?stos comenzaron a emigrar tras la promulgaci¨®n de las leyes antijud¨ªas de N¨²remberg, por cierto, muy similares a las que regir¨ªan el trato a los no nacionalistas si se cumplieran los planes p¨²blicos de Arzalluz, Otegi y dem¨¢s planificadores del c¨¦lebre censo paralelo.
Pero hay m¨¢s paralelismos. Unos quemaban libros frente a la Universidad de Berl¨ªn, otros echan carb¨®n a la puerta del rectorado de Lejona y corean, dos d¨ªas despu¨¦s del intento de un atentado que pudo matarlos tambi¨¦n a ellos, contra la "UPV espa?ola", como hac¨ªan las SA contra la "universidad judaizante en Alemania". Probablemente algunos consideren que el argumento expuesto en la manifestaci¨®n de atavismo, folclore y odio del martes es un argumento m¨¢s que suficiente para volver a intentar dar un escarmiento al profesorado espa?olizante y a la "Brunete medi¨¢tica", o a los "carceleros", como llaman a los pol¨ªticos electos de los partidos que ya no comulgan con hostias de Titadyne especial, servidas en ollas expr¨¦s, en Barcelona, Lejona o Madrid. Hay quien est¨¢ seguro de que tendremos reedici¨®n del drama del lunes. "Volver¨¢n a intentarlo, no quepa la menor duda".
Desde el nacionalismo del PNV y EA, insisten en que la percepci¨®n de amenaza de los intelectuales y periodistas no nacionalistas es exagerada y sirve a muchos como promoci¨®n personal. Hasta de generar histeria gratuita con fines pol¨ªticos se les acusa a los intelectuales del Foro de Ermua y otros constitucionalistas. Lo hacen quienes no tienen que tomar m¨¢s precauciones que Arnaldo Otegi o Josu Ternera, es decir, ningunas.
Todos intentan aparentar cierta normalidad a todas luces inexistente, adoptando indolencias terap¨¦uticas o recursos varios, desde la voluntad de lucha hasta el cinismo, algunos la temeridad, otros el autismo, para no enfermar bajo la tensi¨®n. A lo largo de los a?os se han acumulado los amigos muertos y las ausencias. Las esperanzas se han quebrado una y otra vez bajo el peso de aljibes de sangre que ya se agolpan en la memoria de todos. ?Qui¨¦n puede reprochar al condenado a muerte por instancias ignotas el hecho de sentir miedo?
No parece justo culpar a alguien de estar paranoico en las circunstancias personales en que viven tantos profesores, tantos profesionales de todo tipo en Euskadi. "No pod¨¦is imaginar la humillaci¨®n que supone agacharse a diario a indagar por los bajos del coche. Mirar al soslayo al cruzar puertas, ver o creer ver alg¨²n sospechoso junto al portal". "Los profesores estamos expuestos como nadie. Nuestra labor es p¨²blica, como tu agenda. Todos saben cu¨¢ndo y d¨®nde dar contigo".
El miedo es el factor determinante en las vidas de cada vez m¨¢s personas en Euskadi. La estrategia de la "socializaci¨®n del sufrimiento" de ETA y EH ha sido todo un ¨¦xito. Pero entre los intelectuales vascos existe otro sentimiento potente. Es la indignaci¨®n que induce a superar temores y que se dirige contra asesinos y c¨®mplices, pero tambi¨¦n contra el PNV y contra el Gobierno de Ibarretxe, "que se han convertido en colaboradores necesarios del fascismo", como dice sin ambages en su despacho, en la Universidad de Deusto, un conocido catedr¨¢tico. En la puerta de su despacho -no es el ¨²nico- figura un nombre que no es el suyo. "Ya sabes, peque?as precauciones, aunque dudo de que sirvan para algo. Pero ayuda a creernos m¨¢s seguros".
Est¨¢ generalizada la percepci¨®n en estos sectores de que el Gobierno de Ibarretxe hace menos de lo que podr¨ªa para garantizar la seguridad de muchos y acabar con la impunidad de los pocos que generan el terror. Hace menos porque no quiere o no le deja su partido. "Creen que presentar a ETA como indestructible les conviene a medio plazo", dice un profesor. "Ibarretxe vino el otro d¨ªa para hacerse la foto. De paso, adem¨¢s el PNV distribuy¨® esos cartelitos pidiendo di¨¢logo. ?Con qui¨¦n? Con el de la bomba", pregunta otro. Una compa?era explica: "Lo que pasa es que los estudiantes tienen una edad en la que est¨¢n colmados de fe en el ser humano". ?Qui¨¦n es capaz a los 20 a?os de no pedir di¨¢logo para acabar con muertes? Es un "t¨¦rmino trampa" en el que caen con la mejor de las intenciones. Como en Barcelona. Pero nadie entre los que viven el miedo perdonan lo que consideran una indignidad pol¨ªtica y moral de la que ni Arzalluz ni Ibarretxe podr¨¢n jam¨¢s recuperarse.
Para los se?alados por ETA como enemigos del pueblo, las quimeras son dif¨ªciles de digerir. Lo intentan. Simulan hacer vida "normal". Pocos recuerdan lo que eso significa. Los menos afortunados asumen la convivencia forzosa con escoltas, sus perreguis, como dice alguno, en deslizamiento t¨¦trico hacia el s¨ªndrome de Estocolmo sem¨¢ntico. Unos tienen problemas familiares; otros, psicol¨®gicos, existenciales. Otros tratan de negarse a la evidencia de que carecen de las garant¨ªas de que goza un ciudadano de una democracia aut¨¦ntica.
La UPV se halla en estado de excepci¨®n y sus gentes, por vocaci¨®n y decisi¨®n democr¨¢tica, por su ira desde la dignidad personal, quieren mostrar normalidad. No existe. Pero la esperanza de que vuelva a existir en Euskadi un Estado de derecho radica en estas gentes que, amenazadas de muerte, hablan de di¨¢logo entre ciudadanos y se niegan a la postraci¨®n de vasallos vencidos ante el nazismo. Habr¨¢ m¨¢s bajas, m¨¢s dolor y ausencias, pero, como en el gueto de Varsovia, en las playas de Omaha, en las fosas de Katyn o las Adreantinas en Roma, en Euskadi, en la UPV, se est¨¢ escribiendo una gran p¨¢gina de valent¨ªa, de superaci¨®n del terror y de dignidad. Alg¨²n d¨ªa habremos de saldar la deuda que estamos adquiriendo con quienes, en las peores condiciones, luchan por los valores que han de triunfar y enviar¨¢n al basurero de la historia al tribalismo etnicista y fan¨¢tico que quiere fagocitarnos y nos mata d¨ªa a d¨ªa.
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