Prop¨®sitos
El entusiasmo que se desat¨® el a?o pasado por estas fechas a cuenta de la triple coincidencia entre el fin de a?o, el de siglo y el de milenio fue el culpable de que me adelantara en doce meses a hacer el balance del siglo pol¨ªtico valenciano. En el poco espacio que presta esta columna resum¨ª miles de p¨¢ginas escritas antes sobre lo que a mi entender han sido las claves del siglo que se va, y a juzgar por los comentarios de las varias docenas de lectores y amigos que me distinguen haci¨¦ndome llegar por correo electr¨®nico apreciaciones, cr¨ªticas, consejos y sugerencias que les motivan estas columnas deduzco que a¨²n quedan entre nosotros personas que conf¨ªan en el valor que el columnismo puede prestar en ayuda de lecturas objetivas, documentadas y altruistas de la realidad que nos concierne.A ellos, pues, y a la generosidad del peri¨®dico (de Pep Torrent, claro) debo el privilegio de poder explicar en p¨²blico y en libertad mis diagn¨®sticos sobre cuantos datos de inter¨¦s capto en el ¨¢mbito valenciano de lo pol¨ªtico, una vez m¨¢s anclado al viejo prop¨®sito unamuniano de escribir de lo "que queda" m¨¢s que de lo que pasa.
Es muy posible que los cien a?os que nos separan de 1900 hayan servido para barrer de la atenci¨®n de los lectores aquellas peroratas ideol¨®gicas, flam¨ªgeras y combativas del periodismo militante, y que el articulismo de prensa est¨¦ hoy ocupado por otros intereses menos severos y por plumas metaf¨®ricas que hablan, sobre todo, de la vida, de lo cotidiano, del estupor benigno que el d¨ªa a d¨ªa va arrojando a los pies del teclado. Es casi seguro que en el futuro que abrir¨¢n las campanadas del pr¨®ximo s¨¢bado ya no ser¨¢ necesario que Blasco Ib¨¢?ez, o Azzati, o Lucia, o Mart¨ªnez Ferrando, o Tom¨¤s i Mart¨ª, o Morote, o Aub, o Llopis, o Villalonga, o Fuster,... vuelvan a hacer del periodismo el instrumento para impregnar a la sociedad de sus reflexiones pol¨ªticas porque la prensa escrita ha cambiado tanto que a duras penas queda sitio para las viejas pr¨¢cticas y las homil¨ªas que en otro tiempo fueron alimento voraz de elites y activistas.
Tampoco los medios audiovisuales han dado amparo a esa arqueolog¨ªa del periodismo que se resiste a retirarse de ese foro. Una conspiraci¨®n dictada por lo inevitable coloca al columnismo cl¨¢sico en desventaja y lo constri?e al g¨¦nero de lo at¨¢vico.
Soy consciente de que la duna se ha movido tanto que un d¨ªa, que no puede estar muy lejos, en lugar de escribir sobre lo que a mi me parece "que queda" de todo lo que acontece en la aburrida normalidad de la pol¨ªtica valenciana, me limitar¨¦ a enviar escuetas cartas sobre el asunto a esa cofrad¨ªa de lectores, amigos, conocidos y saludados que me perdonan excentricidad, pesimismo moderado, ingenuidad pol¨ªtica y alegr¨ªa de perdedor con causa, y aprovechar¨¦ la ventana que el peri¨®dico me brinda para dar rienda suelta a ese otro que me acompa?a, que tambi¨¦n quiere ser s¨®lo un irresoluto mercader de met¨¢foras que le dispute a Alberola su dark side of the moon, entreg¨¢ndose al humor blanco, a la irreverencia contra la clase media que alguna vez se crey¨® roja, al recuerdo pasado por el turmix de lo legendario, y a la profesi¨®n de historiador de todo lo que no fue, sin llegar al final de ninguna de las historias para que otros sue?en con el final que les convenga.
Por eso, ser¨¦, si puedo, s¨®lo vestigio. Y dejar¨¦ para otros la platea, y los palcos, y me ir¨¦ con el nuevo siglo hacia ninguna parte.
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