Nietzsche y el cristianismo
El a?o 2000 se ha desarrollado, culturalmente hablando, bajo el signo del fil¨®sofo alem¨¢n Friedrich Nietzsche, de cuya muerte estamos celebrando el primer centenario. A lo largo de 12 meses se han prodigado los debates en torno a su original y siempre provocativo pensamiento. La efem¨¦ride nos ha permitido reencontrarnos con algunas de las principales dimensiones de su rica e influyente personalidad intelectual: el fil¨®logo heterodoxo convertido en detective del lenguaje, el profundo conocedor y re-creador de la cultura griega, el desenmascarador del nihilismo ¨ªnsito en la cultura moderna, el profeta de la muerte de Dios, el fil¨®sofo de la voluntad de poder y del eterno retorno de lo mismo, el pensador pol¨ªticamente incorrecto, el iconoclasta que puso en cuesti¨®n lo que hasta entonces era tenido por sagrado, bueno, rector y verdadero, el que busca la transvaloraci¨®n de todos los valores.Hay un tema central en su vida y su obra que no puede pasarse por alto en este centenario: el cristianismo. Nietzsche ha sido uno de los fil¨®sofos modernos que m¨¢s han reflexionado sobre ¨¦l, y quiz¨¢, de manera m¨¢s iconoclasta, como se pone de manifiesto en su emblem¨¢tica obra El Anticristo, donde podemos leer el siguiente juicio sumar¨ªsimo: "Yo condeno el cristianismo, yo levanto contra la Iglesia cristiana la m¨¢s terrible de todas las acusaciones que jam¨¢s acusador alguno ha tenido en su boca. Ella es para m¨ª la m¨¢s grande de todas las corrupciones imaginables... Yo llamo al cristianismo la ¨²nica gran maldici¨®n, la ¨²nica grande intim¨ªsima corrupci¨®n, el ¨²nico gran instinto de venganza, para el cual ning¨²n medio es bastante venenoso, sigiloso, subterr¨¢neo, peque?o -yo lo llamo la ¨²nica inmortal mancha deshonrosa de la humanidad..."-.
Este juicio ha quedado grabado en el imaginario colectivo de creyentes y no creyentes. Los primeros lo han utilizado para anatematizar al fil¨®sofo de la muerte de Dios; los segundos, para reafirmarse en sus actitudes cr¨ªticas hacia la religi¨®n. La ortodoxia cristiana se ha encargado de difundirlo -a veces sac¨¢ndolo de contexto- para cargarse de raz¨®n en la presentaci¨®n de Nietzsche como el s¨ªmbolo de un mundo sin Dios y uno de los m¨¢s encarnizados enemigos del cristianismo de todos los tiempos.
Sin negar la radicalidad de su toma de postura frente al cristianismo, yo creo que es m¨¢s matizada y compleja de lo que una lectura plana de Nietzsche puede hacernos creer. Intentemos contextualizarla.
La cr¨ªtica nietzschiana al cristianismo se enmarca en el desenmascaramiento que hace de la tradici¨®n occidental configurada por tres factores: la l¨®gica socr¨¢tica, el platonismo y el cristianismo, al que define como "platonismo para el pueblo". Los tres convergen en la negaci¨®n del instinto de la vida. Coincido a este respecto con Eugen Fink en que, para Nietzsche, el cristianismo es "s¨®lo la manifestaci¨®n m¨¢s poderosa en la historia universal de un extrav¨ªo de los instintos sufrido por el hombre europeo". Extrav¨ªo que consiste en haber desvalorizado el verdadero mundo, el terreno, y haber inventado un transmundo ideal, el celeste.
El cristianismo es ajeno a la realidad, asevera Nietzsche. Sus causas son puramente imaginarias: el alma, el esp¨ªritu. Sus efectos, tambi¨¦n: gracia, pecado, castigo, redenci¨®n, perd¨®n de los pecados. Opera con una psicolog¨ªa imaginaria: arrepentimiento, remordimiento de conciencia. La teolog¨ªa por la que se rige acusa el mismo defecto, ya que habla de juicio final, de la vida eterna, del reino de los cielos. Los seres a los que se refiere son tambi¨¦n imaginarios: Dios, esp¨ªritus, almas. El cristianismo es, en suma, "una forma de enemistad mortal, hasta ahora no superada, con la realidad", leemos en El Anticristo.
El cristianismo se muestra contrario a la raz¨®n y a la duda. Es otra de las cr¨ªticas de Nieztsche, que debe situarse en el marco de la cr¨ªtica general a las morales de la renuncia. El cristiano se zambulle en la fe y renuncia a la raz¨®n. Nada en la fe "como en el m¨¢s claro e inequ¨ªvoco elemento" y ahoga la raz¨®n en las olas de la credulidad. La duda, el simple mirar a tierra firme, ya es pecado. Incluso la propia fundamentaci¨®n de la fe y la reflexi¨®n sobre su origen se consideran pecaminosos. Los dogmas quedan as¨ª inmunizados a toda cr¨ªtica.
El cristianismo es, en fin, la religi¨®n del resentimiento y de la compasi¨®n. Nietzsche considera la compasi¨®n como un afecto enfermizo, un instinto depresivo, d¨¦bil y contagioso, que genera melancol¨ªa, obstaculiza las leyes naturales de la evoluci¨®n y propaga el sufrimiento en el mundo. Precisamente el exceso de compasi¨®n constituye una de las causas de la muerte de Dios, como se muestra en el di¨¢logo de Zaratustra con el ¨²ltimo papa, ya jubilado. "?Sabes c¨®mo muri¨® (Dios)? ?Es verdad... que fue la compasi¨®n la que le estrangul¨®?", pregunta Zaratustra. A lo que el papa jubilado, tras narrar la evoluci¨®n de Dios, responde: "Un d¨ªa se asfixi¨® con su excesiva compasi¨®n".
La cr¨ªtica m¨¢s severa recae sobre Pablo de Tarso, a quien llama "disangelista" -en contraposici¨®n al "buen mensajero" que fue Jes¨²s- y considera el verdadero fundador, el inventor, del cristianismo, y sobre la figura del sacerdote, de quien dice que es "la especie m¨¢s viscosa de hombre", cuya misi¨®n es ense?ar la contranaturaleza.
De la cr¨ªtica salva a Jes¨²s de Nazaret -aunque s¨®lo en parte-, a quien define como un "esp¨ªritu libre", que no se atiene a leyes ni a dogmas; un rebelde que se levanta contra la Iglesia jud¨ªa, los sacerdotes, los te¨®logos y la jerarqu¨ªa de aquella sociedad; un "santo anarquista", que incita a los excluidos a rebelarse contra la clase dirigente; un "criminal pol¨ªtico": por eso fue crucificado; un "gran simbolista", que s¨®lo toma por verdades las realidades interiores, concibe lo natural y lo hist¨®rico como ocasi¨®n de par¨¢bola, y el reino de Dios, como un estado del coraz¨®n. Pero, a rengl¨®n seguido, lo llama "idiota", en el sentido de persona ilusa, ingenua, carente de sentido de la realidad, que se ha quedado en la edad de la pubertad y no ha desarrollado los instintos varoniles.
La actitud m¨¢s frecuente de los te¨®logos ante Nietzsche ha sido el cuerpo a cuerpo, la condena total de su filosof¨ªa, el rechazo de sus cr¨ªticas hacia el cristianismo, calific¨¢ndolas de panfletarias e inconsistentes y acusando al fil¨®sofo del mismo resentimiento que ¨¦l atribuye al cristianismo. Seg¨²n los te¨®logos empe?ados en salvaguardar la ortodoxia, la muerte de Dios anunciada por Nietzsche hunde a la humanidad en la barbarie y la oscuridad, y lleva derechamente a la muerte del ser humano.
Yo creo que hay que renunciar al cuerpo a cuerpo con Nietzsche y optar por el di¨¢logo sincero y exigente. En ese di¨¢logo debe concederse una parte no peque?a de raz¨®n al fil¨®sofo, sobre todo en su cr¨ªtica a algunos modelos del cristianismo todav¨ªa hoy vigentes en parte: el cristianismo idealista, que establece una separaci¨®n entre la trascendencia inteligible y la inmanencia sensible y apela apresuradamente a los valores; el cristianismo caracterizado por el desprecio del cuerpo, la negaci¨®n del yo, el fomento de los instintos de muerte y la represi¨®n del instinto de vida; el cristianismo fide¨ªsta sin fundamento en la raz¨®n y el cristianismo racionalista estrecho.
Sin embargo, tengo que disentir de Nieztsche en aspectos fundamentales de su teor¨ªa del cristianismo. No puedo compartir su cr¨ªtica de la compasi¨®n. ?sta es, para m¨ª, una dimensi¨®n fundamental del ser humano y la opci¨®n fundamental de Jes¨²s. En ambos casos se trata de una praxis tendente a aliviar el sufrimiento humano y a solidarizarse con las personas que viven en situaciones infrahumanas. Y esto nada tiene de debilidad o resentimiento, de negaci¨®n de la vida o renuncia, sino todo lo contrario: es fuerza de liberaci¨®n, cauce de solidaridad y defensa de la vida de los que mueren antes de tiempo. En el caso de Pablo, es verdad que con ¨¦l se inicia la espiritualizaci¨®n del mensaje de Jes¨²s. Pero no inventa el cristianismo. Lo que hace es liberarlo del estrecho marco jud¨ªo, abrirlo al contexto cultural helenista y darle una orientaci¨®n universalista. Finalmente, no puedo aceptar el calificativo de "idiota" aplicado a Jes¨²s. ?ste no es ning¨²n ut¨®pico ingenuo. Tiene conciencia clara de la realidad y sentido cr¨ªtico de la historia. Y eso le lleva a entrar en conflicto con los poderes religiosos, pol¨ªticos y econ¨®micos, con la sociedad patriarcal y con Dios mismo, y a proponer una alternativa humanista de religi¨®n y de sociedad.
Juan-Jos¨¦ Tamayo es te¨®logo y autor de Para comprender la crisis de Dios hoy.
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