Mientras tanto, ?qui¨¦n frena el terrorismo?
Ya se ha vertido mucha tinta y se ha exhibido mucha labia a prop¨®sito de ese endiablado pacto que pretend¨ªa reforzar la lucha contra el terrorismo y que, de momento, s¨®lo ha conseguido redondear la prepotencia del PP frente a un PSOE desarmado y unos partidos nacionalistas que han tenido el m¨¦rito de resistir desde su precariedad a las satanizaciones proclamadas desde otro nacionalismo, dejando claro que ¨¦ste era y no otro el objetivo del pacto. En Catalu?a, CiU, ERC, IC y una buena parte de la sociedad no estrictamente alineada han demostrado su honestidad pol¨ªtica neg¨¢ndose a firmar el pacto mientras no incluyese, no ya el ineludible di¨¢logo directo con ETA, sino, por lo menos, la intermediaci¨®n del PNV y del Gobierno vasco, los ¨²nicos instrumentos pol¨ªticamente v¨¢lidos. En cambio, el PSC ha vuelto a caer en sus constantes contradicciones que siempre son consecuencia de los compromisos con un PSOE cada vez m¨¢s anticuado e inoperante, abatido por los discursos centralistas de la derecha. Maragall empez¨® muy bien reclamando un di¨¢logo aut¨¦ntico el mismo d¨ªa de la muerte de Ernest Lluch, pero ahora lo han abandonado en una posici¨®n muy dif¨ªcil, agarrotado en el difuso aparato de su partido. Un partido que, para evitar que se le considerara una sucursal de vetes i fils, ten¨ªa ahora en sus manos una nueva oportunidad para romper con el PSOE y afianzarse de hecho y de derecho como el partido de la izquierda catalana.
Me gustar¨ªa recibir la noticia de que nuestros l¨ªderes, junto con los del Pa¨ªs Vasco, se han reunido clandestinamente con alg¨²n representante de ETA para llegar a propuestas m¨ªnimamente constructivas
Pero, adem¨¢s, las discusiones sobre el manoseado pacto han puesto de manifiesto un problema todav¨ªa m¨¢s grave: nadie ha hablado seriamente sobre los caminos y las estrategias de una posible acci¨®n antiterrorista, ni siquiera el mismo pacto, que se limita a las habituales consideraciones generales, imprecisas y ambiguas, a excepci¨®n del radical rechazo de los nacionalistas vascos en las hipot¨¦ticas posibilidades de di¨¢logo. No he o¨ªdo a ning¨²n partido que entrase a discutir a fondo los m¨¦todos propuestos, seguramente porque en el pacto no se propone otro m¨¦todo que el de la obediencia estricta a las decisiones que adopte el ministerio correspondiente y que pueden venir marcadas por algunas sofisticadas pol¨ªticas electorales. Nadie discute una necesaria reorganizaci¨®n policial que recupere por lo menos la informaci¨®n de que dispon¨ªan los servicios articulados por los anteriores gobiernos; nadie precisa con qui¨¦n y cu¨¢ndo hay que iniciar el di¨¢logo, ni qu¨¦ concesiones habr¨¢ que aceptar para alcanzar una tregua o un armisticio; nadie hace un primer gesto de reconciliaci¨®n directa, aunque sea clandestina, quiz¨¢ temeroso de que se le acuse de participaci¨®n en el terrorismo. Mientras se discute qu¨¦ partidos est¨¢n dispuestos a participar en la orquestaci¨®n del PP, ETA sigue matando a un ritmo escalofriante y los dem¨®cratas vascos se ven aislados y sitiados porque el nacionalismo espa?ol no acepta dialogar con los otros nacionalismos y ¨¦stos no se atreven a intervenir radicalmente por su cuenta.
Porque ser¨ªa un gesto muy eficaz que los partidos que de buena fe quieren ayudar a la pacificaci¨®n dejasen las discusiones formales y se pusieran a actuar. El intento de un pacto catal¨¢n -es decir, de partidos aut¨¦nticamente aut¨®nomos- era una buena idea siempre que en ¨¦l se hubieran propuesto actuaciones concretas. Esos partidos, junto con las diversas fracciones del nacionalismo vasco, podr¨ªan intentar, al margen del Gobierno y la oposici¨®n de Madrid, un di¨¢logo arriesgado y seguramente aventurado, aunque fueran acusados por los falsos dem¨®cratas de colaborar ilegalmente con la banda armada. Sin estos contactos marginales hay pocas esperanzas, y esos contactos se proh¨ªben t¨¢citamente en el pacto PP-PSOE. Me gustar¨ªa recibir la noticia que nuestros l¨ªderes, junto con los del Pa¨ªs Vasco, se han reunido clandestinamente con alg¨²n representante de ETA para llegar a propuestas m¨ªnimamente constructivas. Me gustar¨ªa que trabajaran de verdad para la paz y que dejasen de justificarse con discursos sobre asuntos formales. Ya s¨¦ que es dif¨ªcil y que la aventura podr¨ªa acabar con todos nuestros l¨ªderes en la c¨¢rcel. Pero hasta ahora todos los presidentes de la Generalitat han pasado por las mazmorras acusados de defender la libertad. No estar¨ªa mal que Maragall, antes de ser presidente se arriesgara a una condena testimonial -en defensa de las libertades colectivas contra la especulaci¨®n de las libertades individualistas- que acabar¨ªa de avalar su vocaci¨®n democr¨¢tica y catalanista.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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