Anastasia y la bacteria que vino del m¨¢s all¨¢
Una minuciosa investigaci¨®n ha permitido despejar las dudas sobre el hallazgo de un microorganismo de antes de que aparecieran dinosaurios y que ha sido revivido
Ingrid Bergman interpret¨® en 1956 un personaje que intentaba ser reconocido como Anastasia, la hija menor del zar Nicol¨¢s. Tan s¨®lo unos pocos a?os separaban la muerte de la familia real rusa durante la revoluci¨®n bolchevique de la ¨¦poca en la que la ficci¨®n nos situaba al personaje del celuloide tratando de convencer a los supervivientes de la nobleza de su pretendida personalidad. Imaginemos por un momento que Anna Anderson, el personaje de la pel¨ªcula, fuese de verdad la gran duquesa Anastasia. Se trataba en realidad de una joven polaca, Franziska Schanzkowska. ?Qu¨¦ dif¨ªcil le resultaba vencer el escepticismo de los otros personajes, y s¨®lo hab¨ªan pasado unos a?os!
Viene este ejemplo a prop¨®sito del descubrimiento, casi dir¨ªamos de la resurrecci¨®n, efectuado por cient¨ªficos norteamericanos y publicado en la revista cient¨ªfica Nature a mediados de octubre, de una bacteria que se cree ha permanecido viva durante 250 (doscientos cincuenta) millones de a?os, conservada en una gotita, lo que ocupa una salpicadura de salmuera y rodeada a su vez por un cristal de sal. Si realmente esto es cierto, se tratar¨ªa del ser conocido que m¨¢s tiempo ha permanecido vivo sobre la Tierra.
'Los investigadores se han cerciorado de que la sal proced¨ªa de un dep¨®sito formado hace 250 millones de a?os'
Hace 250 millones de a?os, cuando la salmuera en la que se encontr¨® esta bacteria qued¨® dentro del cristal de sal, los dinosaurios todav¨ªa no exist¨ªan. Las bacterias llevaban ya m¨¢s de 3.000 millones de a?os sobre el planeta. Si imagin¨¢semos que la existencia del planeta Tierra se comprimiese a un solo d¨ªa, el hombre llegar¨ªa unos pocos segundos antes de media noche y las bacterias llevar¨ªan desde las cinco y media de la madrugada. Nuestra bacteria habr¨ªa vivido al terminar la cena: a las once menos veinte de la noche.
Escepticismo
No es de extra?ar que, como la pretensi¨®n de la se?ora Anderson, los descubrimientos de este tipo sean recibidos con escepticismo. Los ingleses, que todo lo guardan, ten¨ªan datos sobre cu¨¢nto pod¨ªan vivir las esporas, las formas m¨¢s resistentes que producen algunas bacterias en condiciones adversas. Se basaban en la supervivencia de las esporas que hay en la tierra metida a lo largo de m¨¢s de tres siglos junto con las plantas entre el papel del herbario de Kew Gardens. Calculaban que no resist¨ªan mas all¨¢ de 1.000 a?os. Pero hace cinco a?os se comprob¨® que se pod¨ªan revivir esporas latentes procedentes de una abeja atrapada en una gota de ¨¢mbar de 40 millones de a?os. Con anterioridad se hab¨ªa cre¨ªdo recuperar bacterias procedentes de dep¨®sitos de sal de hasta 650 millones de a?os, pero este dato result¨® dudoso porque las t¨¦cnicas utilizadas no ofrec¨ªan todas las garant¨ªas de que no se tratase de una contaminaci¨®n por una bacteria de hoy en d¨ªa.
Las bacterias se encuentran en pr¨¢cticamente todos los lugares, hasta los m¨¢s inh¨®spitos, por lo que lo primero para vencer el escepticismo sobre el descubrimiento es excluir que la bacteria recuperada del cristal de sal no sea m¨¢s que un contaminante de las bacterias que pululan por el ambiente.
Para demostrarlo se han empleado t¨¦cnicas de trabajo que aseguran la esterilidad de los materiales y de los medios usados para extraer la salmuera, y se ha esterilizado a conciencia la superficie del propio cristal. Es m¨¢s, los investigadores rechazaron de entrada todos los cristales con grietas, y por ¨²ltimo, una vez cultivada la bacteria, repitieron el experimento contaminando adrede el material que iban a usar y esteriliz¨¢ndolo despu¨¦s. Comprobaron que tras la esterilizaci¨®n no crec¨ªa ninguna bacteria, y aseguran que sus t¨¦cnicas de esterilizaci¨®n dejan sobrevivir como m¨¢ximo a una de entre 1.000 millones de bacterias.
Para hacernos una idea, 1.000 millones de bacterias, casi la sexta parte de las personas que habitan hoy la Tierra, son la cantidad que contendr¨ªa un dedal de un cultivo bacteriano tras una noche de incubaci¨®n en condiciones ideales. Tras todas estas precauciones tres de las 66 gotitas de salmuera analizadas conten¨ªan bacterias capaces de revivir y, seg¨²n todos los indicios, son bacterias que han estado all¨ª desde que se formaron los cristales de sal.
Los investigadores se han cerciorado de que la sal proced¨ªa de un dep¨®sito formado hace 250 millones de a?os. Los datos geol¨®gicos datan el dep¨®sito en la era que los paleont¨®logos denominan periodo P¨¦rmico, una ¨¦poca en la que todos los continentes actuales estaban unidos en uno solo y lo han confirmado por m¨¦todos radiom¨¦tricos (parecidos a los del carbono 14 usados para materiales org¨¢nicos de ¨¦pocas m¨¢s recientes). En ese periodo parte de la corteza terrestre estaba ocupada por desiertos y mares someros en los que, al evaporarse el agua, la sal precipitaba como en las salinas. Entre las plantas predominaban las con¨ªferas equivalentes a nuestros pinos y abetos, y entre los animales ya aparec¨ªan los reptiles. Am¨¦rica del Norte, de donde procede la sal en cuesti¨®n, estaba situada entonces en el ecuador terrestre.
Dudas despejadas
Despejadas estas dudas, los investigadores han comparado la bacteria con las que viven hoy en d¨ªa. No sorprende que a lo que m¨¢s se parece sea a una bacteria tolerante a alta salinidad encontrada en una botella conservada m¨¢s de 50 a?os llena de agua del Mar Muerto. Como es l¨®gico, la bacteria reanimada tolera la sal, como m¨ªnimo, concentraciones del 20%.
No est¨¢ claro si procede de una espora, y su persistencia por tanto tiempo abre preguntas sobre c¨®mo se las ha arreglado para sobrevivir evitando los da?os que pueden a la larga inutilizar la informaci¨®n contenida en el DNA, materia imprescindible para mantener la vida. Es m¨¢s, desde el momento en que la bacteria qued¨® aletargada han ocurrido varias extinciones masivas de seres vivos en la Tierra. Una, a finales del P¨¦rmico, dej¨® que los reci¨¦n aparecidos dinosaurios se extendiesen por el planeta; otra, hace 65 millones de a?os, a finales del periodo Cret¨¢cico, acab¨® con ellos.
Resulta parad¨®jico que la sal, usada tradicionalmente para impedir que muchos alimentos se descompongan por efecto de las bacterias, haya servido en este caso para preservar la vida de una bacteria que vivi¨® cuando en la Tierra todav¨ªa no hab¨ªa p¨¢jaros ni primaveras que se iluminasen con el color de las flores.Ingrid Bergman interpret¨® en 1956 un personaje que intentaba ser reconocido como Anastasia, la hija menor del zar Nicol¨¢s. Tan s¨®lo unos pocos a?os separaban la muerte de la familia real rusa durante la revoluci¨®n bolchevique de la ¨¦poca en la que la ficci¨®n nos situaba al personaje del celuloide tratando de convencer a los supervivientes de la nobleza de su pretendida personalidad. Imaginemos por un momento que Anna Anderson, el personaje de la pel¨ªcula, fuese de verdad la gran duquesa Anastasia. Se trataba en realidad de una joven polaca, Franziska Schanzkowska. ?Qu¨¦ dif¨ªcil le resultaba vencer el escepticismo de los otros personajes, y s¨®lo hab¨ªan pasado unos a?os!
Viene este ejemplo a prop¨®sito del descubrimiento, casi dir¨ªamos de la resurrecci¨®n, efectuado por cient¨ªficos norteamericanos y publicado en la revista cient¨ªfica Nature a mediados de octubre, de una bacteria que se cree ha permanecido viva durante 250 (doscientos cincuenta) millones de a?os, conservada en una gotita, lo que ocupa una salpicadura de salmuera y rodeada a su vez por un cristal de sal. Si realmente esto es cierto, se tratar¨ªa del ser conocido que m¨¢s tiempo ha permanecido vivo sobre la Tierra.
Hace 250 millones de a?os, cuando la salmuera en la que se encontr¨® esta bacteria qued¨® dentro del cristal de sal, los dinosaurios todav¨ªa no exist¨ªan. Las bacterias llevaban ya m¨¢s de 3.000 millones de a?os sobre el planeta. Si imagin¨¢semos que la existencia del planeta Tierra se comprimiese a un solo d¨ªa, el hombre llegar¨ªa unos pocos segundos antes de media noche y las bacterias llevar¨ªan desde las cinco y media de la madrugada. Nuestra bacteria habr¨ªa vivido al terminar la cena: a las once menos veinte de la noche.
Escepticismo
No es de extra?ar que, como la pretensi¨®n de la se?ora Anderson, los descubrimientos de este tipo sean recibidos con escepticismo. Los ingleses, que todo lo guardan, ten¨ªan datos sobre cu¨¢nto pod¨ªan vivir las esporas, las formas m¨¢s resistentes que producen algunas bacterias en condiciones adversas. Se basaban en la supervivencia de las esporas que hay en la tierra metida a lo largo de m¨¢s de tres siglos junto con las plantas entre el papel del herbario de Kew Gardens. Calculaban que no resist¨ªan mas all¨¢ de 1.000 a?os. Pero hace cinco a?os se comprob¨® que se pod¨ªan revivir esporas latentes procedentes de una abeja atrapada en una gota de ¨¢mbar de 40 millones de a?os. Con anterioridad se hab¨ªa cre¨ªdo recuperar bacterias procedentes de dep¨®sitos de sal de hasta 650 millones de a?os, pero este dato result¨® dudoso porque las t¨¦cnicas utilizadas no ofrec¨ªan todas las garant¨ªas de que no se tratase de una contaminaci¨®n por una bacteria de hoy en d¨ªa.
Las bacterias se encuentran en pr¨¢cticamente todos los lugares, hasta los m¨¢s inh¨®spitos, por lo que lo primero para vencer el escepticismo sobre el descubrimiento es excluir que la bacteria recuperada del cristal de sal no sea m¨¢s que un contaminante de las bacterias que pululan por el ambiente.
Para demostrarlo se han empleado t¨¦cnicas de trabajo que aseguran la esterilidad de los materiales y de los medios usados para extraer la salmuera, y se ha esterilizado a conciencia la superficie del propio cristal. Es m¨¢s, los investigadores rechazaron de entrada todos los cristales con grietas, y por ¨²ltimo, una vez cultivada la bacteria, repitieron el experimento contaminando adrede el material que iban a usar y esteriliz¨¢ndolo despu¨¦s. Comprobaron que tras la esterilizaci¨®n no crec¨ªa ninguna bacteria, y aseguran que sus t¨¦cnicas de esterilizaci¨®n dejan sobrevivir como m¨¢ximo a una de entre 1.000 millones de bacterias.
Para hacernos una idea, 1.000 millones de bacterias, casi la sexta parte de las personas que habitan hoy la Tierra, son la cantidad que contendr¨ªa un dedal de un cultivo bacteriano tras una noche de incubaci¨®n en condiciones ideales. Tras todas estas precauciones tres de las 66 gotitas de salmuera analizadas conten¨ªan bacterias capaces de revivir y, seg¨²n todos los indicios, son bacterias que han estado all¨ª desde que se formaron los cristales de sal.
Los investigadores se han cerciorado de que la sal proced¨ªa de un dep¨®sito formado hace 250 millones de a?os. Los datos geol¨®gicos datan el dep¨®sito en la era que los paleont¨®logos denominan periodo P¨¦rmico, una ¨¦poca en la que todos los continentes actuales estaban unidos en uno solo y lo han confirmado por m¨¦todos radiom¨¦tricos (parecidos a los del carbono 14 usados para materiales org¨¢nicos de ¨¦pocas m¨¢s recientes). En ese periodo parte de la corteza terrestre estaba ocupada por desiertos y mares someros en los que, al evaporarse el agua, la sal precipitaba como en las salinas. Entre las plantas predominaban las con¨ªferas equivalentes a nuestros pinos y abetos, y entre los animales ya aparec¨ªan los reptiles. Am¨¦rica del Norte, de donde procede la sal en cuesti¨®n, estaba situada entonces en el ecuador terrestre.
Dudas despejadas
Despejadas estas dudas, los investigadores han comparado la bacteria con las que viven hoy en d¨ªa. No sorprende que a lo que m¨¢s se parece sea a una bacteria tolerante a alta salinidad encontrada en una botella conservada m¨¢s de 50 a?os llena de agua del Mar Muerto. Como es l¨®gico, la bacteria reanimada tolera la sal, como m¨ªnimo, concentraciones del 20%.
No est¨¢ claro si procede de una espora, y su persistencia por tanto tiempo abre preguntas sobre c¨®mo se las ha arreglado para sobrevivir evitando los da?os que pueden a la larga inutilizar la informaci¨®n contenida en el DNA, materia imprescindible para mantener la vida. Es m¨¢s, desde el momento en que la bacteria qued¨® aletargada han ocurrido varias extinciones masivas de seres vivos en la Tierra. Una, a finales del P¨¦rmico, dej¨® que los reci¨¦n aparecidos dinosaurios se extendiesen por el planeta; otra, hace 65 millones de a?os, a finales del periodo Cret¨¢cico, acab¨® con ellos.
Resulta parad¨®jico que la sal, usada tradicionalmente para impedir que muchos alimentos se descompongan por efecto de las bacterias, haya servido en este caso para preservar la vida de una bacteria que vivi¨® cuando en la Tierra todav¨ªa no hab¨ªa p¨¢jaros ni primaveras que se iluminasen con el color de las flores.
Miguel Vicente es profesor de investigaci¨®n en el Centro Nacional de Biotecnolog¨ªa (CSIC).Miguel Vicente es profesor de investigaci¨®n en el Centro Nacional de Biotecnolog¨ªa (CSIC).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.