A punto de volar por los aires
Un escape de gas butano provoc¨® ayer una explosi¨®n que afect¨® a tres viviendas de un edificio en Valencia
Lola se salv¨® ayer de milagro. Tiene 39 a?os, un hijo que ronda los veinte, una casa en el n¨²mero 19 de la calle de Daroca, una oscura viudedad -su marido muri¨® de una sobred¨®sis-, una dependencia de los estupefacientes y unos vecinos siempre alerta por si algo le pasa. Est¨¢ en la unidad de quemados del hospital La Fe, consciente y con quemaduras importantes en varias partes de su cuerpo. Ayer, a las dos de la tarde, el gas acumulado que se escap¨® de una bombona explot¨® cuando intentaba encender la estufa.
Ella ocupa la puerta 21, en la quinta planta de un edificio modesto, sin balcones, sin ascensor, con una escalera estrecha y empinada. Vicente, su esposa y su nieto, parte de la familia que habita el piso contiguo al de Lola, estaban en el ceremonial diario de la comida. El m¨¢s peque?o hab¨ªa acabado. De pronto, una explosi¨®n hizo saltar por los aires platos, vasos, cuadros, alguna silla. El primer instinto de los abuelos fue comprobar que el ni?o, de cinco a?os, estaba bien. Y despu¨¦s, la mujer de Vicente entr¨® en casa de Lola, la sac¨® como pudo de entre muros y puertas destrozados.
La sent¨® en una silla, le hizo una infusi¨®n y esperaron la llegada del SAMU. Lola, con el pelo quemado, el chandal calcinado, a duras penas pod¨ªa explicar qu¨¦ ocurri¨®. 'Normalmente, es dif¨ªcil que pueda coordinar tres palabras. Siempre va colgada. Hace dos meses se la llevaron por una sobredosis. No tiene trabajo. Vive con su hijo, que tambi¨¦n hace dos meses fue sorprendido por los vecinos del edificio de al lado colgado de una tuber¨ªa a la altura del cuarto piso. Dijo que hu¨ªa de su madre. Pero... tenemos dudas', seg¨²n Vicente Campos.
Bomberos y agentes de polic¨ªa entraron en acci¨®n a los pocos minutos. Los ocupantes del inmueble fuera y un cord¨®n preventivo hasta que se inspeccione la casa. A la entrada del edificio lleg¨® una multitud de vecinos. Manolita, que regenta la panader¨ªa contigua, repasaba inquieta que todos estuvieran bien. Y en ese instante lleg¨® Ra¨²l Campos, hijo de Vicente, el de la puerta 20. 'Esto pod¨ªa haber sido una tragedia. ?Qu¨¦ susto!', dec¨ªa tras comprobar que los suyos estaban ilesos aunque muertos de miedo.
Carmen Mart¨ªnez, vecina y reci¨¦n ex delegada de la escalera, contaba que Lola, a veces, no tiene fuerza ni para meter la llave en la cerradura: 'Compr¨® la casa hace un a?o. En ocasiones llega en tal estado que da miedo verla subir, cualquier d¨ªa se mata. Y cualquier d¨ªa nos mata a todos. No est¨¢ en condiciones. Qu¨¦ sabe ella de la estufa o de la cocina. No sabe por d¨®nde se anda. Una pena, la verdad'.
Y mientras unos intercambiaban pareceres con otros, unos gritos cambiaron el centro de atenci¨®n. Al otro lado de la calle, justo delante de la pe?a del Levante, Vicente Campos discute con un hombre joven, alto, vestido de vaquero y chaqueta negra. Un agente de polic¨ªa medi¨® y pidi¨® al joven que se fuera. Algunas ni?as le reconocieron. 'Ha estado merodeando por aqu¨ª desde hace rato. Nos ha hecho un mont¨®n de preguntas. Nos tocaba el pelo y la cara y nos dec¨ªa que nos fu¨¦semos con ¨¦l. Como no paraba quieto', contaron, 'hemos ido a donde Manolita'.
?Qu¨¦ hab¨ªa pasado? Pues que en la confusi¨®n por la explosi¨®n, el hombre en cuesti¨®n se hab¨ªa llevado al nieto de Vicente -un peque?o de cinco a?os apasionado por el f¨²tbol- con el pretexto de ser agente del Levante. Cuando estaba a punto de meter al ni?o en su coche, a cincuenta metros del corrillo vecinal, abuelo y t¨ªo se dieron cuenta de lo que ocurr¨ªa. 'Ha estado en la pe?a y al ver al peque?o se ha acercado a ¨¦l, le ha estado engatusando y acariciando de una forma rara', dijo otro vecino.
'Casi se lo lleva. ?Dios m¨ªo!', se lamentaba Ra¨²l con l¨¢grimas de rabia en los ojos. La Polic¨ªa no coment¨® ayer el hecho. Y la alarma de los vecinos volvi¨® sobre la explosi¨®n al ver salir a los bomberos. 'Los de la puerta 22 no pueden entrar. Los de la 20 tienen una habitaci¨®n destrozada. Pueden ir subiendo. Todo est¨¢ controlado', comentaba un oficial. Y una de las vecinas dec¨ªa a otra: '?C¨®mo se han portado los bomberos de bien, gracias a ellos, si no...!'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.