ATRAPADOS EN UNA TUMBA DE HIELO Y VIENTO
La monta?a ha vuelto a coger por sorpresa a sus amigos. Esta vez el drama ocurri¨® los ¨²ltimos d¨ªas del pasado a?o en el Pirineo, donde 11 monta?eros fallecieron atrapados por una infernal tormenta de viento y nieve. El rescate inacabado -falta a¨²n recuperar a una mujer- de ocho alpinistas en Camprod¨®n est¨¢ siendo una aut¨¦ntica epopeya.
Aconcagua, el Vignemale, el Cervino, el Mont-blanc, el Aneto por Salenques, el Matagalls, trekking por los Annapurna, la traves¨ªa Chamonix-Zermatt...' sigue pensando, devuelve el bol¨ªgrafo, y arroja con rabia la libreta al suelo de la furgoneta. Son las siete de la tarde del jueves y es noche cerrada en Camprod¨®n (Girona). El campo base del rescate, instalado en el campo de f¨²tbol y sometido poco antes al constante aleteo de los helic¨®pteros y al traj¨ªn de bomberos, voluntarios y c¨¢maras, est¨¢ ya dormido. Falta rescatar a¨²n el cuerpo sin vida de Maria ?ngels Belsa, la novena v¨ªctima de la zona, que hoy domingo, ocho d¨ªas despu¨¦s de la tragedia, sigue sepultada bajo la nieve. 'El Aconcagua, el Vignemale, el Cervino...Todo eso lo hab¨ªa hecho con Josep Miralles y Pep Mar¨ª y otros muchas cimas con Maria ?ngels. Eran muy fuertes', explica, roto, Carles Rosa, para probar la experiencia de sus compa?eros, del Centre Excursionista de Catalunya. 'Sal¨ªamos juntos a la monta?a desde hac¨ªa 30 a?os. Se han ido y con ellos la mitad de mi vida'.
Hace un fr¨ªo intenso en Camprod¨®n. Carles Rosa, de 48 a?os, un t¨¦cnico en instalaci¨®n de calderas, est¨¢ reventado: ha perdido a sus amigos ¨ªntimos, todos del barrio barcelon¨¦s de Sants, todos amantes de la monta?a, su filosof¨ªa de vida, y no se mover¨¢ de aqu¨ª hasta que recuperen los restos de Maria ?ngels, la compa?era de Miralles. Carles lleva sometido a un insoportable dolor desde que en la ma?ana de Nochevieja la mujer de Pep Mar¨ª le alert¨® de que su marido no hab¨ªa regresado. El torb, uno de los fen¨®menos m¨¢s letales del Pirineo por conjugar vientos de m¨¢s de 150 km/h, con un descenso brutal de temperaturas, convirti¨® en minutos unas monta?as amables de 2.500 metros -una cima de vacas, en argot monta?ero-, en una trampa mortal. El temporal congel¨® en una fotograf¨ªa blanca el horror en el torrente de la Fontlletera, donde murieron siete de los ocho alpinistas que estaban de excursi¨®n el d¨ªa 30. S¨®lo se salv¨® Josep Maria Vil¨¤, ingresado en la unidad de quemados del Vall d'Hebron. Otra pareja, Javier Guerrero y ?ngela Roch, empleada del Bar?a, falleci¨® en la Coma d'Orri. El mismo d¨ªa tambi¨¦n perdieron la vida, Enrique Obando, 42, en Port Ain¨¦ (Lleida) y Asier B¨¢rbara, 25, en Panticosa (Huesca).
Todo empez¨® el s¨¢bado por la ma?ana cuando luc¨ªa un sol espl¨¦ndido en el Pirineo de Girona. La zona est¨¢ cerca del Santuario de Nuria, donde confluyen cuatro o cinco picos ideales para los iniciados en monta?ismo, un deporte relacionado hist¨®ricamente con el asociacionismo catal¨¢n. Nada de grandes alturas: esta zona se la considera la Escuela de Barcelona por su cercan¨ªa -dos horas en coche- y la suavidad de sus laderas. Los partes anunciaban temporal a media tarde. Nadie imagin¨® que se adelantara y menos con esa virulencia.
Miralles, de 50 a?os, un inform¨¢tico, y su mujer Maria ?ngels, de 47, administrativa de Sanidad, con dos hijos cada uno, fueron a pasar el d¨ªa al Balandrau junto a Pep Mar¨ª, peque?o empresario, que deja mujer y una hija. El destino dej¨® en casa a Carles Rosa. 'Ya hab¨ªamos ido el d¨ªa 18 al Puigpedr¨®s . Mi mujer, Elisenda , ten¨ªa trabajo y no quise abusar', explica. Iban a reunirse todos en Nochevieja. Cinco esquiadores de monta?a tuvieron la misma idea: Josep Artigas, de 37, y su mujer Elena Fern¨¢ndez, de 36; Oriol, de 37, hermano de ¨¦sta, un brillante esquiador conocido por los bomberos; Vil¨¤, el superviviente, y su novia, M¨®nica Gudayol, de 27, quiz¨¢ la que ten¨ªa menos experiencia y con quien proyectaba casarse en primavera. Todos iban perfectamente equipados. El contenido de sus mochilas, con crampones y forros polares, era irreprochable.
Los dos grupos aparcaron los coches cerca de la Creu de Fusta. Todos los alpinistas calzaban esqu¨ªs, salvo Maria ?ngels, que iba con raquetas. Miralles, apodado cari?osamente el barby -luc¨ªa siempre el mejor equipo y su material superaba las 100.000 pesetas- cogi¨® su c¨¢mara e hizo fotos de panor¨¢micas, todas veladas salvo una de Mar¨ª y Maria ?ngels, en un soleado paisaje. Carles supone que caminaron por las cimas de la Fontlletera, els Tres Pics y el Balandrau. Sobre las 14.15, ella llam¨® con un m¨®vil a su hijo y dijo que el d¨ªa hab¨ªa sido magn¨ªfico. Iban a descender: ten¨ªan una reserva para comer en Camprod¨®n a las tres.
Pero inesperadamente se desat¨® en minutos una furiosa tormenta de nieve y viento, con una ca¨ªda en picado de las temperaturas a -20?. La naturaleza traicion¨® a los alpinistas, les desaloj¨® de tiempo y espacio y les someti¨® a una tormenta polar. Nadie en Camprod¨®n recuerda algo as¨ª. Arranc¨® postes el¨¦ctricos, retorci¨® se?ales de tr¨¢fico y arranc¨® ¨¢rboles centenarios. 'Acab¨¦ caminando sobre las copas de los ¨¢rboles', explic¨® Quique Ll¨¤tzer, un superviviente de otro grupo, que se entrenaba para su ascenso al Aconcagua. La visibilidad era nula. Huir, huir como fuera. Todos abandonaron los esqu¨ªs. El instinto de Miralles, Vila y Maria ?ngels les llev¨® a descender por la Fontlletera. Metros m¨¢s abajo, los otros cinco esquiadores hac¨ªan lo propio. No pudieron. El viento acumulaba toda la nieve en el fondo del torrente. Sus cad¨¢veres fueron rescatados en movimiento. Como si nadaran entre la nieve. M¨®nica apareci¨® sentada: perdi¨® una bota, se cubri¨® el pie con la mochila y la cabeza con un forro polar. Ten¨ªa las manos en aspa. Dicen que su novio, rescatado 48 horas despu¨¦s, los vio morir a todos. 'Ni confirmo ni desmiento', dijo una familiar en el hospital.
Es el ¨²nico que sabe lo que pas¨®. Mar¨ª apareci¨® el lunes; el martes Oriol; el mi¨¦rcoles Miralles y Artigas; el jueves, M¨®nica y Elena. Carles, que ayud¨® a desenterrar a Miralles, sigue en Camprod¨®n: 'No se ir¨¢ hasta que demos con Maria ?ngels'. Ella sigue enterrada bajo metros de hielo y nieve, arrastrada por un golpe de viento. El mismo que apareci¨® ayer y dej¨® a los helic¨®pteros en tierra. La pesadilla no ha acabado.Aconcagua, el Vignemale, el Cervino, el Mont-blanc, el Aneto por Salenques, el Matagalls, trekking por los Annapurna, la traves¨ªa Chamonix-Zermatt...' sigue pensando, devuelve el bol¨ªgrafo, y arroja con rabia la libreta al suelo de la furgoneta. Son las siete de la tarde del jueves y es noche cerrada en Camprod¨®n (Girona). El campo base del rescate, instalado en el campo de f¨²tbol y sometido poco antes al constante aleteo de los helic¨®pteros y al traj¨ªn de bomberos, voluntarios y c¨¢maras, est¨¢ ya dormido. Falta rescatar a¨²n el cuerpo sin vida de Maria ?ngels Belsa, la novena v¨ªctima de la zona, que hoy domingo, ocho d¨ªas despu¨¦s de la tragedia, sigue sepultada bajo la nieve. 'El Aconcagua, el Vignemale, el Cervino...Todo eso lo hab¨ªa hecho con Josep Miralles y Pep Mar¨ª y otros muchas cimas con Maria ?ngels. Eran muy fuertes', explica, roto, Carles Rosa, para probar la experiencia de sus compa?eros, del Centre Excursionista de Catalunya. 'Sal¨ªamos juntos a la monta?a desde hac¨ªa 30 a?os. Se han ido y con ellos la mitad de mi vida'.
Hace un fr¨ªo intenso en Camprod¨®n. Carles Rosa, de 48 a?os, un t¨¦cnico en instalaci¨®n de calderas, est¨¢ reventado: ha perdido a sus amigos ¨ªntimos, todos del barrio barcelon¨¦s de Sants, todos amantes de la monta?a, su filosof¨ªa de vida, y no se mover¨¢ de aqu¨ª hasta que recuperen los restos de Maria ?ngels, la compa?era de Miralles. Carles lleva sometido a un insoportable dolor desde que en la ma?ana de Nochevieja la mujer de Pep Mar¨ª le alert¨® de que su marido no hab¨ªa regresado. El torb, uno de los fen¨®menos m¨¢s letales del Pirineo por conjugar vientos de m¨¢s de 150 km/h, con un descenso brutal de temperaturas, convirti¨® en minutos unas monta?as amables de 2.500 metros -una cima de vacas, en argot monta?ero-, en una trampa mortal. El temporal congel¨® en una fotograf¨ªa blanca el horror en el torrente de la Fontlletera, donde murieron siete de los ocho alpinistas que estaban de excursi¨®n el d¨ªa 30. S¨®lo se salv¨® Josep Maria Vil¨¤, ingresado en la unidad de quemados del Vall d'Hebron. Otra pareja, Javier Guerrero y ?ngela Roch, empleada del Bar?a, falleci¨® en la Coma d'Orri. El mismo d¨ªa tambi¨¦n perdieron la vida, Enrique Obando, 42, en Port Ain¨¦ (Lleida) y Asier B¨¢rbara, 25, en Panticosa (Huesca).
Todo empez¨® el s¨¢bado por la ma?ana cuando luc¨ªa un sol espl¨¦ndido en el Pirineo de Girona. La zona est¨¢ cerca del Santuario de Nuria, donde confluyen cuatro o cinco picos ideales para los iniciados en monta?ismo, un deporte relacionado hist¨®ricamente con el asociacionismo catal¨¢n. Nada de grandes alturas: esta zona se la considera la Escuela de Barcelona por su cercan¨ªa -dos horas en coche- y la suavidad de sus laderas. Los partes anunciaban temporal a media tarde. Nadie imagin¨® que se adelantara y menos con esa virulencia.
Miralles, de 50 a?os, un inform¨¢tico, y su mujer Maria ?ngels, de 47, administrativa de Sanidad, con dos hijos cada uno, fueron a pasar el d¨ªa al Balandrau junto a Pep Mar¨ª, peque?o empresario, que deja mujer y una hija. El destino dej¨® en casa a Carles Rosa. 'Ya hab¨ªamos ido el d¨ªa 18 al Puigpedr¨®s . Mi mujer, Elisenda , ten¨ªa trabajo y no quise abusar', explica. Iban a reunirse todos en Nochevieja. Cinco esquiadores de monta?a tuvieron la misma idea: Josep Artigas, de 37, y su mujer Elena Fern¨¢ndez, de 36; Oriol, de 37, hermano de ¨¦sta, un brillante esquiador conocido por los bomberos; Vil¨¤, el superviviente, y su novia, M¨®nica Gudayol, de 27, quiz¨¢ la que ten¨ªa menos experiencia y con quien proyectaba casarse en primavera. Todos iban perfectamente equipados. El contenido de sus mochilas, con crampones y forros polares, era irreprochable.
Los dos grupos aparcaron los coches cerca de la Creu de Fusta. Todos los alpinistas calzaban esqu¨ªs, salvo Maria ?ngels, que iba con raquetas. Miralles, apodado cari?osamente el barby -luc¨ªa siempre el mejor equipo y su material superaba las 100.000 pesetas- cogi¨® su c¨¢mara e hizo fotos de panor¨¢micas, todas veladas salvo una de Mar¨ª y Maria ?ngels, en un soleado paisaje. Carles supone que caminaron por las cimas de la Fontlletera, els Tres Pics y el Balandrau. Sobre las 14.15, ella llam¨® con un m¨®vil a su hijo y dijo que el d¨ªa hab¨ªa sido magn¨ªfico. Iban a descender: ten¨ªan una reserva para comer en Camprod¨®n a las tres.
Pero inesperadamente se desat¨® en minutos una furiosa tormenta de nieve y viento, con una ca¨ªda en picado de las temperaturas a -20?. La naturaleza traicion¨® a los alpinistas, les desaloj¨® de tiempo y espacio y les someti¨® a una tormenta polar. Nadie en Camprod¨®n recuerda algo as¨ª. Arranc¨® postes el¨¦ctricos, retorci¨® se?ales de tr¨¢fico y arranc¨® ¨¢rboles centenarios. 'Acab¨¦ caminando sobre las copas de los ¨¢rboles', explic¨® Quique Ll¨¤tzer, un superviviente de otro grupo, que se entrenaba para su ascenso al Aconcagua. La visibilidad era nula. Huir, huir como fuera. Todos abandonaron los esqu¨ªs. El instinto de Miralles, Vila y Maria ?ngels les llev¨® a descender por la Fontlletera. Metros m¨¢s abajo, los otros cinco esquiadores hac¨ªan lo propio. No pudieron. El viento acumulaba toda la nieve en el fondo del torrente. Sus cad¨¢veres fueron rescatados en movimiento. Como si nadaran entre la nieve. M¨®nica apareci¨® sentada: perdi¨® una bota, se cubri¨® el pie con la mochila y la cabeza con un forro polar. Ten¨ªa las manos en aspa. Dicen que su novio, rescatado 48 horas despu¨¦s, los vio morir a todos. 'Ni confirmo ni desmiento', dijo una familiar en el hospital.
Es el ¨²nico que sabe lo que pas¨®. Mar¨ª apareci¨® el lunes; el martes Oriol; el mi¨¦rcoles Miralles y Artigas; el jueves, M¨®nica y Elena. Carles, que ayud¨® a desenterrar a Miralles, sigue en Camprod¨®n: 'No se ir¨¢ hasta que demos con Maria ?ngels'. Ella sigue enterrada bajo metros de hielo y nieve, arrastrada por un golpe de viento. El mismo que apareci¨® ayer y dej¨® a los helic¨®pteros en tierra. La pesadilla no ha acabado.
La formaci¨®n es la base para sobrevivir
Las federaciones de monta?a calculan que en Espa?a practican el monta?ismo cerca de 500.000 personas, pero s¨®lo el 10% tienen la licencia federativa y su correspondiente seguro. Seg¨²n Leo Vegu¨¦, de 38 a?os, gu¨ªa espa?ol de alta monta?a del medio centenar reconocidos por la Asociaci¨®n Internacional de Gu¨ªas de Monta?a y profesor de alpinismo desde hace 20 a?os, hay tres tipos de perfiles de monta?eros: por un lado, se encuentra el 80% del medio mill¨®n de practicantes que salen a la monta?a por su propia iniciativa, sin gu¨ªas profesionales, sin formaci¨®n, sin vinculaci¨®n a clubes y que han transformado la monta?a en una postal ilustrada, como dijo hace ya cinco a?os Reinhold Messner, el primer alpinista mundial en completar los 14 ocho mil. Estos son lo que corren m¨¢s riesgos. Un segundo grupo es el formado por los que quieren conocer la monta?a y, sin tiempo para formarse, contratan a un gu¨ªa para su seguridad. Por ¨²ltimo, los que quieren ser monta?eros con autonom¨ªa y se dan cuenta que la seguridad se obtiene con una formaci¨®n y una progresi¨®n paulatina. El ¨ªndice de accidentes en estos dos grupos, cada uno de los cuales representa entre el 5% y el 10% del total, es pr¨¢cticamente nulo. 'La monta?a no es controlable pero el hombre es el que comete los errores', advierte Vegu¨¦. 'El monta?ismo es una actividad de compromiso que se puede conocer'. ?C¨®mo se garantiza esta formaci¨®n? 'El caldo de cultivo est¨¢ en los clubes a las que hay que exigir, como tambi¨¦n a las empresas de los deportes de aventura, personal titulado'. Los gu¨ªas a?aden que con la monta?a se atreve casi todo el mundo y desear¨ªan que no fuera necesario una reglamentaci¨®n como la que rige en otros deportes (vela, ala delta y submarinismo) en los que la formaci¨®n -m¨¢s importante que el equipamiento- es imprescindible para sobrevivir.
Esto no puede volver a ocurrir'. Un alto cargo de la Generalitat hizo esa reflexi¨®n tras el largo y tortuoso rescate de los alpinistas. El desamparo en la alta monta?a se agrava en el Pirineo catal¨¢n por un doble motivo: la menor preparaci¨®n de los equipos de rescate espa?oles respecto a los de paises alpinos, y la manifiesta falta de coordinaci¨®n entre las distintas fuerzas que intervienen. La tragedia empez¨® el s¨¢bado y, ocho d¨ªas despu¨¦s, todav¨ªa queda por rescatar el cadaver de Maria ?ngels Belsa. Nadie duda, en cualquier caso, que el fen¨®meno metereol¨®gico del Fin de A?o fue absolutamente excepcional y que no se hab¨ªa visto nada igual en 30 a?os en el Pirinero de Girona. En los a?os 70, nueve monta?eros fallecieron en la zona, cuando hac¨ªan la traves¨ªa Queralbs-N¨²ria-Setcases por fatiga y congelaci¨®n, los mismos s¨ªntomas que han provocado la muerte a los alpinistas ahora. Pero algo indica que hay cosas que chirrian: el Departamento de Interior de Catalu?a, con plenas competencias en Protecci¨®n Civil y en Emergencia, carece de un protocolo como existe, por ejemplo, en Francia, donde est¨¢ detallado c¨®mo actuar en casos de accidentes en los Alpes. Los rescates suelen ejecutarlos los gendarmes especialistas, formados en alta monta?a en la escuela de guias de Chamonix, considerada la Sorbona de la nieve, y los miembros de CRS (Cuerpo Republicano de Seguridad). Pero en casos extraordinarios recaban la ayuda de otros expertos como gu¨ªas de alta monta?a, de voluntarios que conocen la zona y de los pisters de estaciones pr¨®ximas. Las estaciones de esqu¨ª est¨¢n obligadas en Francia por ley a ceder a estos profesionales que son quienes mejor conocen la nieve. Catalu?a no tiene una cordillera de la magnitud de los Alpes pero s¨ª est¨¢ coronada por los Pirineos que cada vez son m¨¢s frecuentados por esquiadores y excursionistas de forma masiva. No s¨®lo existe esa diferencia. Hay tambi¨¦n otro factor: el exceso de celo en la aplicaci¨®n de las competencias. El s¨¢bado, grupos de guardias civiles de la zona tomaron la iniciativa en las tareas de rescate. El domingo, un portavoz de Interior asegur¨® que se pusieron en contacto con la Guardia Civil de Camprodon y Puigcerd¨¤, aunque les indicaron que en aquel momento carec¨ªan de efectivos y que los enviar¨ªan en cuanto pudieran. Sin embargo, la Delegaci¨®n del Gobierno en Catalu?a sostiene que la Generalitat ni pidi¨® ni crey¨® conveniente utilizar los recursos que le ofreci¨® el lunes, d¨ªa de A?o Nuevo, Pedro Moren¨¦s, el Secretario de Estado para la Seguridad. La Guardia Civil propuso el martes ceder un helic¨®perto y m¨¢s agentes y el Ej¨¦rcito brind¨® los 40 miembros del Grupo de Alta Monta?a destinados en Figueres. La Generalitat s¨®lo acept¨® utilizar la casa-cuartel de Camprod¨®n para alojar a los familiares de las v¨ªctimas durante la larga agon¨ªa. No es algo nuevo: estas fricciones se suceden c¨ªclicamente y ya aparecieron con los grandes incendios de 1994 y 1998. Queda ahora un punto de duda: si con m¨¢s medios, se podr¨ªan haber salvado a m¨¢s vidas. Posiblemente, no. Uno de los bomberos de alta monta?a sospecha que la mayor¨ªa de alpinistas debieron fallecer en pocos minutos y que no sufrieron. Las estad¨ªsticas, seg¨²n miembros de la Asociaci¨®n espa?ola de Guias de Alta Monta?a, reflejan que las posibilidades de encontrar a salvo a personas sepultadas por la nieve se reducen al 10% en 15 minutos y casi desaparecen en la primera hora. La esquiadora noruega Anna Bagenholm fue reanimada milagrosamente hace un a?o tras permanecer 40 minutos bajo una capa de hielo. Vil¨¤ y Ll¨¤tzer, dos de los supervivientes que comparten ahora habitaci¨®n en el Vall d'Hebron, se salvaron porque el primero qued¨® semienterrado y el segundo se refugi¨® en un peque?o igl¨². El conflicto continuar¨¢. Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, el portavoz del Partido Popular, ha solicitado la comparecencia en el Parlament del consejero de Interior, Xavier Pom¨¦s, para que d¨¦ explicaciones de los sucedido. Lo importante es, en cualquier caso, utilizar el mayor n¨²mero de recursos lo antes posible para salvar vidas en juego. 'No ha habido complicaci¨®n alguna con la Guardia Civil', desdramatiz¨® ayer Manel Bosch, el jefe de la divisi¨®n operativa de los Bomberos de la Generalitat. 'Una ley de 1994 atribuye a los bomberos de la Generalitat la responsabilidad en los rescates de alta monta?a. Los mossos, con su despliegue, tambi¨¦n han asumido la funci¨®n de polic¨ªa judicial'. Bosch asegura que todos los bomberos sab¨ªan utilizar las sondas para explorar la nieve y destac¨® la cualificaci¨®n de los de La Pobla de Segur y de la Vall d'Aran sumados al operativo. Pero tampoco es menos cierto que algunos bomberos pidieron consejo sobre c¨®mo utilizar las sondas a sus colegas franceses, que acudieron a Camprod¨®n. Que hubo agentes que se quejaban en privado por llevar casi dos semanas sin descanso y que lamentaron que no se hubieran destinado m¨¢s recursos. Y tambi¨¦n que Francia cedi¨® un aparato electr¨®nico denominado recco, que sirve para localizar unas placas magn¨¦ticas cosidas a la ropa de los monta?eros y -en el supuesto de que las lleven- para dar con ellos. La Generalitat no se plantea, seg¨²n Bosch, imitar el modelo alpino. 'Los rescates a partir de los 3.500 metros de altitud, en esos pa¨ªses, est¨¢n privatizados. Y esto aqu¨ª no ocurre. Aqu¨ª es una cuesti¨®n p¨²blica', afirm¨®.
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