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El autor sostiene que los informes sobre El Cabanyal obvian la realidad social del barrio y le niegan su personalidad propia
En la mayor¨ªa de los conflictos urban¨ªsticos se plantea, de uno u otro modo, una contraposici¨®n entre intereses particulares y generales, cuesti¨®n a veces dif¨ªcil de resolver. En los grandes proyectos, adem¨¢s, se debate si los impactos que conllevan son o no asumibles por el conjunto de la sociedad y si responden al inter¨¦s p¨²blico. M¨¢s re-cientemente, y por razones de acumulaci¨®n, hay que a?adir si son sostenibles, es decir, si el planeta los puede asimilar.
Una permanente confusi¨®n entre los planos ideol¨®gicos, pol¨ªticos y t¨¦cnicos a?ade dificultades a la hora de delimitar responsabilidades.
?No les parece grotesco que tanto informe sesudo -y gravoso para nuestros bolsillos de contribuyentes- sobre el AVE, sus alternativas, soluciones y trazados, sometidos a rigurosos an¨¢li-sis t¨¦cnicos, donde dije digo digo Diego, m¨¢s de un a?o de tabarra informativa, cambia el ministro y cambia el proyecto, haya conducido a que la soluci¨®n se tenga que decidir alrededor de una mesa camilla entre los presidentes de las comunidades aut¨®nomas afectadas y el ministro Cascos? ?Era por tanto una cuesti¨®n t¨¦cnica, es decir, cient¨ªfica, o se trataba de dar cobertura, como en otros aves, a un puro capricho pol¨ªtico?
De nuevo, tras un par¨¦ntesis, el debate sobre el futuro del Cabanyal salta al primer plano de la actualidad y ahora los t¨¦cnicos adquieren mayor protagonismo. Unos a favor, otros en contra. Nada nuevo.
Entre los informes t¨¦cnicos que el Ayuntamiento ha encargado para avalar la bondad del plan (que como casi todo el mundo sabe, mantiene la prolongaci¨®n de la avenida de Blasco Ib¨¢?ez como argumento para regenerar el barrio) destaca, por su significaci¨®n, el del arquitecto Escribano. En ¨²ltima instancia administrativa, la Consejer¨ªa de Cultura deb¨ªa decidir si el plan mejora la estructura del barrio o la deteriora.
En mi opini¨®n, ¨¦sta no es la cuesti¨®n central del proyecto, sino la enunciada al principio, es decir, si conduce al inter¨¦s general, si resulta una intervenci¨®n en la ciudad 'para el progreso de las poblaciones seg¨²n conviene a la naturaleza humana' por utilizar la acepci¨®n, aparentemente ingenua, que el diccionario de la RAE asigna al Urbanismo.
Por ello, desviar la responsabilidad hacia los informes t¨¦cnicos, supone eludir el debate sobre el fondo de la cuesti¨®n. Porque en lo tocante al inter¨¦s com¨²n y al bienestar de los ciudadanos, habr¨ªa que preguntar: ?Es que son conceptos cient¨ªficos o son ideol¨®-gicos?...
Entremos, no obstante, y de manera limitada -por cuestiones de espacio- en el debate t¨¦cnico.
El informe de Escribano, afirma que 'el Plan (...) no supone una alteraci¨®n de la estructura urbana de estos n¨²cleos hist¨®ricos que pudiera vulnerar (...) la ley de Patrimonio Cultural Valenciano'... 'es extremadamente cuidadoso en su adaptaci¨®n a las tramas hist¨®ricas que atraviesa' y en definitiva, que 'la apertura proyectada del Paseo al Mar y el conjunto de determinaciones del plan garantizan una perfecta integraci¨®n de estos barrios con el conjunto de la ciudad, gener¨¢ndose as¨ª unas condiciones ¨®ptimas para su revitalizaci¨®n'.
Estas conclusiones del informe se basan, fundamentalmente, en considerar que el barrio mar¨ªtimo no tiene entidad propia, no constituye una estructura en s¨ª mismo, sino 'una mera subestructura urbana' y es en el conjunto de la ciudad en el que debe entenderse la conveniencia de completar tan ambicioso y (seg¨²n el autor) centenario proyecto de proseguir la avenida de Blasco Ib¨¢?ez hasta el mar. Por el contrario, si se renuncia al plan, el barrio quedar¨ªa condenado, para siempre, seg¨²n Escribano, a la marginaci¨®n.
Consta en varios documentos escritos y debates p¨²blicos, que no todos los profesionales del Urbanismo comparten una ¨²nica posici¨®n sobre el asunto del Cabanyal. El mismo Escribano reconoce que estas cuestiones 'originan problemas interpretativos de muy dif¨ªcil objetivaci¨®n' pero en el mismo escrito dice que es 'una pol¨¦mica donde r¨¢pidamente proliferan las posiciones intransigentes y a menudo dogm¨¢ticas que generan informaci¨®n no siempre objetiva'. ?En qu¨¦ quedamos?
Espero que el se?or Escribano, y por extensi¨®n el consistorio que ha encargado el informe, no califiquen de intransigentes a los que creemos que ese punto de partida es inaceptable, porque el Cabanyal tiene entidad propia, personalidad y esperanza de vida suficiente para que, con un modesto programa de revitalizaci¨®n interior, pueda proyectar sobre el resto de la ciudad un modelo de vida, que por desgracia, est¨¢ en decadencia: la vida de un barrio hist¨®rico.
Toda la argumentaci¨®n t¨¦cnico-jur¨ªdica no puede pasar por alto la realidad social de una comunidad que, con todas sus contradicciones, ha expresado sus deseos de que la dejen en paz, y que el Ayuntamiento entierre definitivamente el sue?o decimon¨®nico de llevar el paseo hasta el mismo mar.
En todo el caudal de documentaci¨®n t¨¦cnica oficial que ha producido el plan del Cabanyal, apenas aparece una reflexi¨®n sobre eso que constituye la esencia misma de la ciudad, eso que ahora denominamos, por extensi¨®n, el 'tejido social'. Trama urbana, estructura urbana, patrimonio arquitect¨®nico, eje potente, son conceptos vac¨ªos, absolutamente prescindibles si no van vinculados a su elemento vital, los seres humanos que le han dado sentido y que los sienten como propios.
Los ciudadanos, comenzando por los del propio Cabanyal, han quedado, desde el principio, absolutamente al margen del proyecto. Al resto de la ciudad, solo se la ha reclamado para que haga suya una parte del plan, la prolongaci¨®n del paseo, sin apenas darle oportunidad a un debate m¨¢s amplio y a una reflexi¨®n profunda sobre las carencias y prioridades de una ciudad, me refiero claro est¨¢, a la de Valencia, tan sobrada, en mi opini¨®n, de proyectos emblem¨¢ticos y tan falta de cuidados intensivos en muchos barrios.
Para muchos gobiernos, como dice R. Ingersoll, el habitante ideal de la ciudad no es probablemente el ciudadano, una persona que exige la prestaci¨®n de servicios y que de alguna forma se siente responsable del medio ambiente local, sino el turista, alguien que gasta el dinero y se va, y que no siente que tenga derecho a intervenir.
Es posible que ah¨ª resida la raz¨®n ¨²ltima de atraer a tanto turista no accidental a nuestras ciudades globales del parque tem¨¢tico, los museos virtuales, la cultura como producto de consumo y los mcdonalds.
Los ecologistas, los movimientos sociales, los salvem y tantas otras tribus molestas, est¨¢n de sobra en ese proyecto. En vez de malgastar dineros p¨²blicos en informes y contrainformes, en proyecto poco meditados y fantasiosos, la Administraci¨®n har¨ªa mejor labor social prestando atenci¨®n a quienes, de manera desinteresada, vienen ofreciendo ideas para renovar la ciudad. Porque, adem¨¢s, lo vienen haciendo gratis.
Joan Olmos es ingeniero de Caminos.
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