Esteban Gonz¨¢lez
El portavoz del PP en el Senado quiere la reforma de este ¨®rgano de gobierno y propone que los presidentes auton¨®micos tengan voto en el mismo. Esteban Gonz¨¢lez Pons es un joven pol¨ªtico valenciano al que se le augura un buen futuro en la profesi¨®n. Su nombre se ir¨¢ haciendo m¨¢s y m¨¢s familiar aqu¨ª en la Comunidad Valenciana.
Las ideas del senador est¨¢n muy encima de las del pol¨ªtico al uso, lo que significa que son dignas de pol¨¦mica. Hombre de la tercera ola, no niega, sin embargo, la vigencia de conceptos como la derecha y la izquierda. Recuerdo haber escrito en esta p¨¢gina que, a medida que la sociedad se hace m¨¢s compleja, m¨¢s problem¨¢tica resulta la divisi¨®n monol¨ªtica entre individuos de derechas e individuos de izquierdas. Anta?o hab¨ªa preguntas (naturalmente) y unos sets de respuestas homog¨¦neas; y por el hilo de uno de ellos se sacaba el ovillo de todos los restantes. Hoy, en cambio, hay que agotar todo el cuestionario antes de emitir un diagn¨®stico.
A Gonz¨¢lez Pons esto no debe valerle, pues seg¨²n ¨¦l, han cambiado las preguntas a la par que los supuestos pol¨ªticos. Un ejemplo: 'nos encontramos con naciones sin estado y estados sin naci¨®n'. Admito que no entiendo, pues estados sin naci¨®n los hubo en la ola anterior, lo que podemos afirmar porque sabemos qu¨¦ es un estado. En cuanto a la naci¨®n, siempre ha sido f¨¢cil decir lo que no es y siempre ha sido dif¨ªcil definir lo que es. La situaci¨®n no ha cambiado mucho desde los tiempos napole¨®nicos, ¨¦poca en que esta noci¨®n alcanz¨® la edad viril. Pero Esteban Gonz¨¢lez, en su credo, sin nombrarla, apela a una ley de Engels, la de la cantidad metamorfoseada en cualidad por acumulaci¨®n. De modo que el capitalismo, el proletariado, la naci¨®n, el estado, el dinero contante y sonante, todo eso y m¨¢s, es historia. Aunque un servidor, ay, siga tropezando a diario con esas cosas.
Es inclinaci¨®n sospechosa dar por hecho lo que todav¨ªa no est¨¢ hecho y dar por deshecho lo que muestra una sola grieta. No me refiero, por supuesto, ni al futurismo fantasioso tipo Wells, ni al m¨¢s pretendidamente cient¨ªfico (por la bater¨ªa de datos en que se apoya) del Hudson Institute. En el caso de Gonz¨¢lez Pons, la criatura de que nos habla ya ha echado a andar y su pleno desarrollo es perfectamente veros¨ªmil; pero d¨¢ndolo incluso por cierto, 'mi panza/no se harta jam¨¢s con la esperanza'. De este modo, afirmar que 'no se puede hablar de la relaci¨®n trabajo y capital cuando los trabajadores son accionistas de la sociedad' es, cuanto menos, temerario. Aun en el supuesto de que la participaci¨®n accionarial de los trabajadores fuera m¨¢s que simb¨®lica (y en Espa?a no es m¨¢s que eso, cuando lo es), la cl¨¢sica relaci¨®n capital-trabajo sigue existiendo por m¨¢s que en los pa¨ªses pr¨®speros est¨¦ maquillada por el aumento del poder adquisitivo del salario (un incremento que a menudo ni siquiera es tal, si se cuenta la relaci¨®n salario por unidad de tiempo). En realidad, los grandes conglomerados no tienen due?o, sino accionistas y tecn¨®cratas, ¨¦stos ¨²ltimos en poder del control y de la relaci¨®n capital-trabajo. Si un paquete de acciones multimillonario no incide en la marcha de la General Motors, las acciones del empleado m¨ªnimo, medio o alto, no s¨¦ en qu¨¦ pueden cambiar la tradicional relaci¨®n capital-trabajo.
Pero si de harbar hablamos, acaso ning¨²n ejemplo m¨¢s flagrante que afirmar, como hace el senador, que 'no se puede hablar de clase trabajadora cuando el trabajador no vende su fuerza de trabajo, sino su conocimiento o su inteligencia'. He dicho harbar y tal vez sea yo el apresurado, pues juzgo sin entender el p¨¢rrafo. ?Qu¨¦ fuerza ha dejado de vender el estibador del muelle, el pe¨®n de alba?il, qui¨¦n carga y descarga? ?Qu¨¦ grandes conocimientos nuevos aporta el electricista, el carpintero, el camarero, el cobrador de la luz, el camionero y tantos otros?
Yo dir¨ªa que entre personas cultas y bien pensantes -las que conforman la llamada derecha civilizada, la del portavoz del PP en el Senado- se da a menudo un escamoteo de la realidad, expresi¨®n del deseo ¨ªntimo de que la historia marche al ritmo apetecido por sus conciencias, en su pugna por situarse del lado de los ¨¢ngeles y lejos de demonios falaces. No digo, naturalmente, que ¨¦ste sea el caso del senador popular. Aunque afirmaciones como que 'no se puede identificar PP con derecha y PSOE con izquierda' o 'en el PSOE hay mucha derecha y en el PP hay gran parte de la izquierda', producen barruntos. 'La izquierda est¨¢ repartida entre PP y PSOE. Y la derecha est¨¢ repartida entre PP y PSOE'. Le¨ªdo apresuradamente todo lo anterior parecer¨ªa que todos son unos y que cada uno participa del todo; pero resulta que 'en el PP hay gran parte de la izquierda'. O sea, que no todos est¨¢n donde deber¨ªan estar y si acaso esto se debe a que las preguntas han cambiado y a que, por lo tanto, hay que ofrecer respuestas nuevas, antes que etiquetar a un individuo habr¨¢ que redefinir conceptos. Con todo, por lo visto hay gente que ve la luz o se enreda en la nueva dial¨¦ctica, como es el caso de Manuel Pimentel y de Amalia G¨®mez; quienes que yo sepa, ni siquiera intentaron meterse en su sitio, sino que abandonaron el campo.
Pero como lo plantea Esteban Gonz¨¢lez uno est¨¢ aqu¨ª como podr¨ªa estar enfrente, siendo enfrente un mero lugar geogr¨¢fico, a pesar de la Ley de Extranjer¨ªa. Demasiado sutil para m¨ª. Con todo, ni la inmortalidad est¨¢ a la vuelta de la esquina ni el mundo de ayer es mera virtualidad retrospectiva. Por suerte y por desgracia, las momias a¨²n habitan entre nosotros.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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