Impunidad
Un reportaje emitido recientemente por televisi¨®n se ocupaba del ruido infernal que provocan las peque?as motocicletas que circulan por las calles de nuestras ciudades y pueblos, originado la mayor parte de las veces por la manipulaci¨®n o cambio de los tubos de escape -para instalar los llamados tubarros- con el objetivo de conseguir m¨¢s potencia y velocidad. El programa presentaba mediciones seg¨²n las cuales, gracias a estas modificaciones mec¨¢nicas, algunas de estas motos llegan a emitir m¨¢s ruido que un cami¨®n, y ofrec¨ªa testimonios de los diversos implicados: desde los propietarios hasta los mec¨¢nicos que instalan los tubarros, pasando por los fabricantes de tales accesorios, destinados a las motocicletas de competici¨®n. Unos y otros se defend¨ªan: los usuarios, por su deseo de alcanzar m¨¢s velocidad y los otros, por evidentes razones econ¨®micas. Lo curioso es que al hablar de soluciones se propon¨ªan medidas como los controles sobre la fabricaci¨®n de tales accesorios, incluso la prohibici¨®n de su venta, pero se obviaba por completo la soluci¨®n m¨¢s f¨¢cil y ecu¨¢nime: que la Polic¨ªa Local se tome el asunto en serio y con la ley en la mano impida, mediante los oportunos controles, la circulaci¨®n de motocicletas ruidosas. La multa y la inmovilizaci¨®n del veh¨ªculo ser¨ªan medidas efectivas que favorecer¨ªan una reducci¨®n del ruido en la ciudad. En ausencia de tales controles, los j¨®venes propietarios de motos ruidosas se saben impunes, porque de la misma manera que, pese a la obligatoriedad, casi nunca se controla el uso del casco -cuesti¨®n en la que ni entro ni salgo, ya que cada uno es libre de arriesgar su salud como le parezca oportuno-, saben que tampoco les van a controlar si superan los niveles sonoros legales. Y ah¨ª s¨ª que hay que entrar, ya que el ruido nos afecta a todos. Pero la autoridad municipal no parece interesada en resolver el asunto y s¨®lo controla estas cuestiones de forma espor¨¢dica, con lo que nunca llega a solucionar el problema. Podr¨ªan darse una vuelta por ciudades como Roma; all¨ª nadie circula sin casco, ni hace m¨¢s ruido del permitido. Y eso que son italianos.
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