Fischer admite ante el juez que fue 'un revolucionario', no un terrorista
Fischer se refer¨ªa a la polarizaci¨®n de los j¨®venes, que percib¨ªan al Estado como represor, y tambi¨¦n al aparato policial de aquel mismo Estado, que se endurec¨ªa ante quienes lo cuestionaban. Al diputado verde del Parlamento Europeo Daniel Cohn-Bendit, Dany el Rojo, le corresponde el '¨¦xito' de evitar que el terrorismo se propagara en los ambientes donde se mov¨ªa el ministro, que eran 'un medio ideal para el reclutamiento'. Fischer calific¨® la organizaci¨®n de la violencia para defender las casas ocupadas como un 'gran error' que pod¨ªa llevar terrenos peligrosos.
El ministro neg¨® haber conocido al terrorista venezolano ?lich Ram¨ªrez S¨¢nchez, Carlos, que le ha acusado a ¨¦l y a Cohn-Bendit de haber aceptado esconder armas y explosivos destinados a un comando terrorista en el domicilio de ambos en 1974 en Francfort. 'Eso no sucedi¨® nunca. Es grotesco', sentenci¨®. '?Cu¨¢ndo nos acusar¨¢n a Cohn-Bendit y a m¨ª de haber planeado juntos la tercera guerra mundial?', pregunt¨® ir¨®nicamente.
A pesar de que Fischer comparec¨ªa como testigo, el presidente del tribunal, Heinrich Gehrke, tuvo que recordar en varias ocasiones al fiscal que el acusado era Klein y que el tema del juicio era el secuestro de la OPEP y no el pasado revolucionario del ministro ni su actitud personal ante la violencia. Sin embargo, el ministro, consciente de la presencia de los periodistas que segu¨ªan la sesi¨®n, insisti¨® en que estaba interesado en aclarar sus propias posiciones.
'Cuando se recurre a la violencia, inmediatamente se paga un precio por ello', afirm¨® Fischer, que pas¨® revista a los recuerdos de vivencias comunes con Klein y sostuvo la tesis de que ¨¦ste no ten¨ªa la capacidad intelectual para evitar ser arrastrado hacia el terrorismo. Klein era, seg¨²n Fischer, 'un candidato para la clandestinidad', que hab¨ªa tenido una infancia dif¨ªcil y a quien 'la vida no le sonre¨ªa'. Era un hombre 'al que todos quer¨ªamos', 'amable' y 'emotivo', que se hab¨ªa mostrado solidario hacia sus compa?eros en diferentes ocasiones, dijo, mientras Klein levantaba las cejas en una rara muestra de expresividad.
Irritaci¨®n con el fiscal
Seg¨²n Fischer, Klein hab¨ªa ayudado a un compa?ero herido en una manifestaci¨®n y se hab¨ªa mostrado valeroso frente a fascistas turcos en otra. El ministro dijo que hubiera acudido en su ayuda para apartarle del camino de la violencia si Klein se lo hubiera pedido. Fischer dijo 'no haber hojeado nunca un cat¨¢logo de armas' con Klein y no acordarse de si hab¨ªan discutido juntos el papel de la violencia. El ministro neg¨® haber tirado nunca un c¨®ctel m¨®lotov o haber incitado a ello, pese a testimonios de lo contrario aparecidos en la prensa y mencionados ayer por el fiscal. Fischer, que mantuvo un tono respetuoso frente al juez, mostr¨® irritaci¨®n con el fiscal, sobre todo cuando ¨¦ste mencion¨® el nombre de Bettina R?hl, la hija de Ulrike Meinhof, que acusa al ministro de haber incitado a tirar c¨®cteles m¨®lotov en 1976. Fischer se refiri¨® al asesinato del jefe de la patronal alemana, Hanns Martin Schleyer, en el oto?o de 1977. 'Ese tiro en la nuca, ese lenguaje fr¨ªo, ese desprecio por la ley. Eso nos produjo un choque', dijo el ministro, seg¨²n el cual toda aquella 'deshumanizaci¨®n del adversario' le hab¨ªa recordado la l¨®gica del nacional-socialismo y los campos de concentraci¨®n. Los ambientes izquierdistas de Franckfort no eran un medio homog¨¦neo, sino que estaban divididos en 'distintos segmentos', dijo Fischer, que neg¨® haber tenido nada que ver con el grupo terrorista Fracci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo (RAF) o con los grupos en los que se mov¨ªa Klein. 'En el 68 nos sent¨ªamos como extra?os en nuestro propio pa¨ªs', dijo Fischer, que confes¨® haber pasado seis semanas en la c¨¢rcel en una ocasi¨®n acusado de alterar el orden p¨²blico en una manifestaci¨®n. 'Quer¨ªamos llevar una vida correcta en una sociedad equivocada', reconoci¨®.
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