Di¨¢logo, nacionalismo y Constituci¨®n
He le¨ªdo con mucho inter¨¦s, y creo que atentamente, la opini¨®n que Antoni Com¨ªn i Oliveres y Jos¨¦ I. Gonz¨¢lez Faus han puesto de manifiesto en su art¨ªculo ?Di¨¢logo para qu¨¦? Para defender la vida (EL PA?S, 15 de enero de 2001). Todos tenemos siempre mucho que aprender. Los vascos necesitamos todas las ayudas posibles en los dif¨ªciles momentos que vivimos. Es de agradecer el esfuerzo de matizaci¨®n y argumentaci¨®n de la que dan prueba estos dos autores. Vaya por delante que comparto b¨¢sicamente el tenor fundamental de este art¨ªculo.
Pero, puesto que el di¨¢logo, de verdad, no es posible sin cr¨ªtica -la de las propias posiciones y la de los dem¨¢s, pues, como escriben los autores citados, s¨®lo se puede dialogar sobre lo que nos separa-, me gustar¨ªa dialogar con estas personas y con sus opiniones, dando expresi¨®n a algunas diferencias que mantengo con su argumentaci¨®n. Son bastantes las que mantengo con aspectos puntuales del art¨ªculo.
As¨ª, por ejemplo, si es un error que el PP piense que se defiende mejor el derecho a la vida echando al nacionalismo del Gobierno de Euskadi, y comparto la opini¨®n de los autores, tambi¨¦n lo ser¨¢ que para asegurar la tregua y la paz fuera necesario echar a los no nacionalistas del Gobierno, gobernar s¨®lo los nacionalistas y seguir haci¨¦ndolo.
Tambi¨¦n tengo diferencias respecto de la afirmaci¨®n de los autores de que el Pacto de Estella-Lizarra 'no obliga, en ning¨²n caso, a entrar en ¨¦l a quien no quiera hacerlo'. Pero el pacto -el de Estella-Lizarra- era condici¨®n necesaria para el mantenimiento de la tregua y la consecuci¨®n de la paz. En esas condiciones, ?qu¨¦ significa afirmar que no obliga a quien no quiera? ?Es el chantaje -si quieres tregua y paz, entonces soberan¨ªa- una obligaci¨®n? ?Y si no lo es, qu¨¦ es entonces?
Pero la diferencia fundamental que me surge de la lectura del art¨ªculo no est¨¢ dirigida a ninguna opini¨®n concreta, a ning¨²n argumento en particular. Los autores afirman con rotundidad que PNV y EA tienen todo el derecho del mundo a defender la soberan¨ªa, la autodeterminaci¨®n y el '¨¢mbito vasco de decisi¨®n', siempre que, para ser considerados dem¨®cratas, se basen en el respeto del derecho a la vida y en el respeto, que no posicionamiento a favor, de la Constituci¨®n.
De la misma forma afirman que es leg¨ªtimo que el PP se identifique con la Constituci¨®n, con la defensa que en ella se hace de la unidad de Espa?a y con el Estatuto vasco. (Curiosamente, parece que, en opini¨®n de los autores, el PSOE no defiende ni lo uno ni lo otro, tampoco en el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo que han firmado con los populares). Y porque ambas posturas son de derecho y leg¨ªtimas, los autores afirman que el di¨¢logo consiste precisamente en hablar de esas posturas radicalmente separadas y en no poner como condici¨®n para hablar la renuncia a ninguna de esas posturas leg¨ªtimas. Pero, estando de acuerdo con la ¨²ltima apreciaci¨®n sobre no condicionar el comienzo del di¨¢logo a ninguna renuncia, aqu¨ª empiezan mis preguntas. Cada parte tiene su derecho leg¨ªtimo, no hay razones para pedirles que renuncien a nada; ?en qu¨¦ consiste entonces el di¨¢logo? ?En la constataci¨®n de las diferencias? ?En la reafirmaci¨®n del derecho y de la legitimidad de los planteamientos de cada uno?
Los autores apuntan a una respuesta posible citando a Ernest Lluch y a Miguel Rodr¨ªguez y Herrero de Mi?¨®n. Apuntan a una reforma e interpretaci¨®n de la Constituci¨®n que satisfaga, al mismo tiempo, los dos derechos y las dos legitimidades, f¨®rmula que se me antoja como la cuadratura del c¨ªrculo, si no hay alg¨²n movimiento de renuncia en alguna de las dos partes, en alguna de las dos posiciones. Creo que Ernest Lluch afirm¨® alguna vez que lo que ¨¦l buscaba era la constitucionalizaci¨®n del PNV, y alg¨²n dirigente del PNV manifest¨® alguna vez que Constituci¨®n espa?ola para Euskadi, ni con derecho de autodeterminaci¨®n.
Argumentar desde el derecho y la legitimidad de cada parte a mantener sus posiciones y sus planteamientos pol¨ªticos con tal de que se haga respetando la vida me parece que queda corto y que equivoca la cuesti¨®n de fondo. Porque estamos hablando no de meros debates jur¨ªdicos, sino de la sociedad vasca. No estamos debatiendo posibilidades de legitimidad abstracta, sino que estamos tratando de la condici¨®n concreta actual de la sociedad vasca. E incluso algunos hablamos de la naci¨®n vasca y de sus posibilidades. ?D¨®nde queda una sociedad vasca cohesionada e integrada a partir de la existencia en ella, con toda legitimidad, de dos derechos dif¨ªcilmente reconciliables, de dos legitimidades contrapuestas? ?C¨®mo se construye una sociedad no dividida desde la reclamaci¨®n de derecho del cuadrado a seguir siendo cuadrado y del c¨ªrculo a seguir siendo c¨ªrculo? ?D¨®nde queda la naci¨®n vasca? ?En su propia afirmaci¨®n como imposible eterno?
Me ha llamado siempre mucho la atenci¨®n que el problema vasco se aborde generalmente en t¨¦rminos exclusivamente jur¨ªdicos, y muy pocas veces preguntando por el significado, las exigencias y las potencialidades de la realidad plural de la sociedad vasca. Si la referencia de todos los planteamientos fuera esa realidad plural, se llegar¨ªa a la conclusi¨®n de que los ¨²nicos derechos inamovibles son los b¨¢sicos a la vida y a la libertad de las personas, y que los dem¨¢s derechos y legitimidades debieran ser puestos siempre en el contexto de lo que significan para la realidad plural de la sociedad vasca, de lo que facilitan o dificultan respecto a esa pluralidad, a su mantenimiento y desarrollo.
Creo que no es posible construir sociedad vasca cohesionada e integrada asumiendo como valor positivo su profunda pluralidad en lo que a sentimientos de pertenencia se refiere, a partir de un discurso fundamentado en los derechos y legitimidades de los diversos planteamientos pol¨ªticos. Me llama poderosamente la atenci¨®n que cuando se plantea el 'problema vasco' desde posiciones intelectual-
Joseba Arregi es escritor y parlamentario del PNV.
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