Mal negocio para todos
La estructura del Estado definida mediante la Constituci¨®n y los Estatutos de Autonom¨ªa es simult¨¢neamente el punto fuerte y el punto d¨¦bil de nuestro sistema pol¨ªtico. El punto fuerte porque la transici¨®n de un Estado unitario a un Estado pol¨ªticamente descentralizado es la que hizo posible que acabara siendo un ¨¦xito la transici¨®n de la dictadura a la democracia. Sin el Estado de las Autonom¨ªas dific¨ªlmente hubi¨¦ramos tenido una democracia consolidada como la que ahora misma tenemos. La nueva estructura del Estado ha sido el gran ¨¦xito de nuestra 'transici¨®n'.
Pero es tambi¨¦n el punto d¨¦bil, porque no podemos olvidar que venimos de una tradici¨®n centralista muy fuerte y muy prolongada en el tiempo, que no es f¨¢cil que se olvide de la noche a la ma?ana. La nueva estructura del Estado supone a?adir a la divisi¨®n de poderes horizontal del Estado, una divisi¨®n de poderes vertical entre el Estado y las Comuniades Aut¨®nomas. Y esta doble divisi¨®n de poderes exige una nueva cultura pol¨ªtica de entendimiento y cooperaci¨®n permanentes entre los poderes del Estado y los de las comunidades aut¨®nomas, sin la cual el sistema pol¨ªtico no puede funcionar. Y una cultura pol¨ªtica, especialmente una cultura pol¨ªtica descentralizada y, por consiguiente, plural, no se asienta simplemente porque se hayan creado determinadas normas e instituciones.
Es verdad que a lo largo de estos m¨¢s de veinte a?os de vigencia de la Constituci¨®n y de los casi veinte a?os de Estatutos de Autonom¨ªa se han puesto las bases de esa nueva cultura pol¨ªtica auton¨®mica. Tanto los poderes p¨²blicos, estatales y auton¨®micos, como los ciudadanos hemos aprendido a convivir con la descentralizaci¨®n del poder. Pero no lo es menos que, en cuanto se presentan dificultades para el Gobierno de la naci¨®n en la direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs, tales dificultades se proyectan autom¨¢ticamente en la estructura del Estado, retrocedi¨¦ndose de esta manera en ese proceso de construcci¨®n de la nueva cultura pol¨ªtica de entendimiento y cooperaci¨®n.
En este mes de enero lo estamos comprobando de forma m¨²ltiple. Ante algunos de los primeros contratiempos serios con los que ha tenido que enfrentarse el Gobierno del PP, la reacci¨®n inmediata ha sido endosar la responsabilidad de las consecuencias de tales contratiempos a las comunidades aut¨®nomas.
As¨ª ocurri¨® hace unas semanas, cuando se conoci¨® el dictamen de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n acerca del 'fraude generalizado en el cultivo del lino'. La l¨ªnea de defensa de la ex ministra de Agricultura y actual comisaria europea, Loyola de Palacio, ha consistido en presentar una denuncia en la Audiencia Nacional, en la que responsabiliza de entrada del posible delito de 'malversaci¨®n' a las autoridades de las comunidades aut¨®nomas.
As¨ª ocurri¨® tambi¨¦n pocos d¨ªas despu¨¦s con el problema de las vacas locas. En la entrevista concedida a Antena 3, el presidente del Gobierno en dos ocasiones endos¨® la responsabilidad de dicho problema a las comunidades aut¨®nomas. Responsabilidad de la que se hac¨ªa eco en su editorial de ayer s¨¢bado respecto de Andaluc¨ªa un medio de comunicaci¨®n tan en la ¨®rbita del Gobierno, como Abc.
Y en esta misma semana, tras haberse conocido la sentencia de la Audiencia Nacional por la que se anula la congelaci¨®n salarial de los funcionarios de 1997, el Gobierno ha vuelto a desviar el problema hacia las comunidades aut¨®nomas, sobre las que hace repercutir la mayor parte del potencial coste de la sentencia. Frente a los poco m¨¢s 200.000 millones que le corresponder¨ªa pagar al Estado, se afirma que ser¨¢n m¨¢s de 600.000 millones los que tendr¨¢n que pagar las comunidades aut¨®nomas. Curiosamente, otro diario pr¨®ximo al Gobierno, como El Mundo se har¨ªa eco de este argumento en sus p¨¢ginas regionales.
No me interesa ahora entrar a discutir si tiene o no raz¨®n el Gobierno y sus medios de comunicaci¨®n con este desplazamiento de la responsabilidad hacia abajo. Doy por supuesto que los lectores de EL PA?S disponen de suficiente informaci¨®n como para que hayan podido formarse su propia opini¨®n sobre el reparto de responsabilidades en estos asuntos.
Lo que me interesa resaltar porque me parece que resulta preocupante es sencillamente que se haga uso de dicho argumento.
En primer lugar, porque me parece est¨¦ril. Los tres asuntos tienen entidad suficiente como para que nadie vaya a poder acabar escurriendo el bulto. El cr¨¦dito de Espa?a en la Uni¨®n Europea comprometido por el fraude del lino, la salud de los ciudadanos amenazada por el mal de la vacas locas, y el respeto a una sentencia judicial de tanta entidad como la dictada por la Audiencia Nacional no son asuntos en los que tenga sentido ensarzarse en disputas acerca de quien tiene la responsabilidad. De una manera o de otra tanto el Estado como las comunidaes aut¨®nomas se va a ver afectadas por la forma en que se le d¨¦ respuesta a estos tres problemas. Nadie va a poder escapar a las consecuencias negativas que resulten de una respuesta inapropiada a cualquiera de ellos. Y en consecuencia, el desplazamiento de la responsabilidad hacia arriba o hacia abajo es un camino hacia ninguna parte. De estos problemas ya no podemos salir bien. Lo ¨²nico que podemos intentar es salir lo menos mal posible. Y eso exige una relaci¨®n de confianza entre todas las instancias implicadas. Esta semana ha sido boicoteada una reuni¨®n convocada por el ministro de Agricultura por los siete consejeros de las autonom¨ªas gobernadas por el PP. ?No tiene nada que ver este boicoteo con el desplazamiento de responsabilidad hacia abajo en la crisis de las vacas locas?
Y en segundo lugar, porque este a?o finaliza el periodo de vigencia del modelo de financiaci¨®n auton¨®mica que se puso en marcha tras las elecciones de 1996 y no s¨¦ muy bien c¨®mo va a poder alcanzarse un acuerdo sobre un tema estructural de tanta importancia para el funcionamiento del Estado de las Autonom¨ªas en un clima como ¨¦ste. El desplazamiento de responsabilidad es un mal negocio para todos.
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