"Uno de los encerrados se ha cosido hoy la boca con un hilo"
En Barcelona desde hace menos de dos meses y tras varios d¨ªas sin comer, Ahmed mata el rato escribiendo en un cuaderno azul. Este joven, casi adolescente, explica que escribir su diario personal le reconforta y que le ayuda a soportar mejor una huelga de hambre que le est¨¢ consumiendo: pierde a raz¨®n de un kilo por jornada. Con una perfecta caligraf¨ªa ¨¢rabe (escribe en bereber, luego traducido al ¨¢rabe y al espa?ol a trav¨¦s del franc¨¦s) Ahmed ha recogido todo cu¨¢nto le ha pasado por la cabeza. Sin embargo, los ¨²ltimos d¨ªas ya casi no ha escrito: prefiere reservarse fuerzas para ir a las asambleas en las que los inmigrantes en huelga de hambre toman sus decisiones.
Su diario recoge los problemas que tuvo con sus padres antes de dejar su pueblo, situado en el norte de Marruecos. Tambi¨¦n explica el drama de un viaje que no sabe ni cu¨¢nto tiempo dur¨® exactamente 'Estuve unos diez d¨ªas caminando por caminos y bosques'. Una vez en Barcelona, Ahmed no tiene a d¨®nde ir. Una de las iglesias de la ciudad es, por ahora, su ¨²nico hogar. Su diario se escribe desde uno de los rincones de su improvisado dormitorio, que comparte con otros huelguistas.
Las ¨²nicas condiciones que pone para publicar parte de sus reflexiones es que en ellas no aparezca su nombre real ni ning¨²n otro dato que pueda delatarle ante la polic¨ªa.
- Noviembre de 2000. 'He tomado la decisi¨®n de emigrar a Espa?a. Explico la idea a mis padres y ellos la rechazan, sobre todo mi madre, que no quiera que me vaya sin saber qu¨¦ har¨¦. Yo insisto hasta convencerles de que irme es lo mejor para m¨ª.
Mi primo se ha ido hace unas semanas. Cogi¨® una patera con otros amigos y consigui¨® llegar a Espa?a. Desde Barcelona me dice que venga con ¨¦l. Y, finalmente, lo hago.
Pido dinero a mis padres y conseguimos reunir suficiente para el viaje. En la patera viajo con amigos. Tenemos miedo. Hemos pagado 170.000 pesetas cada uno y no sabemos a donde vamos.
Embarcamos y hemos pasado mucho fr¨ªo. El hombre que conduce la patera nos deja en un lugar que no conozco. No hay playa, s¨®lo piedras'.
- 23 de enero de 20O1. 'Llegamos a la iglesia y no hay m¨¢s de diez personas y los responsables de la parroquia. Comenzamos la huelga de hambre. Estamos todos muy animados.
Despu¨¦s de dos d¨ªas sin comer, mis amigos y yo sufrimos los primeros efectos del hambre. El que est¨¢ peor es mi primo, que tiene mucho dolor en el est¨®mago. Contin¨²a fumando, pero no come nada.
Yo no soporto m¨¢s verle sufrir. A pesar de todo, yo insisto en continuar la huelga de hambre. El doctor de la Cruz Roja ha pedido una ambulancia y se lo llevan al hospital. Tiene una ¨²lcera de est¨®mago. Le duele mucho y dicen que tiene que comer. Pero no quiere hacerlo y yo no dejo de sufrir'.
- 26 de enero. 'La tensi¨®n crece. Uno de los encerrados cree que no podr¨¢ soportar la huelga de hambre. Hoy se ha cosido la boca con un hilo. Al final le han impedido que lo haga, pero a¨²n tiene los agujeros en la boca.
A las dos de la madrugada, uno de mis amigos no ha podido resistir m¨¢s el fr¨ªo. Se lo han llevado al hospital. Yo s¨®lo temo morir'.
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