La gran pelea de Clinton y Gore
Despu¨¦s de un a?o sin hablarse, los dos se acusaron de la derrota en un encuentro calificado de 'brutal'
A pesar de haber sido estrechos colaboradores durante mucho tiempo, Clinton y Gore casi no hablaron durante un a?o. Pero unos d¨ªas despu¨¦s de que Al Gore fuera derrotado en las presidenciales del 2000, ambos se enfrentaron al fin cara a cara. Durante m¨¢s de una hora, en lo que fuentes cercanas a los dos pol¨ªticos describieron como un lenguaje 'inusualmente brusco', Gore le reproch¨® a Clinton que sus esc¨¢ndalos sexuales y sus bajas cotas de popularidad personal constituyeron un enorme impedimento para su campa?a. Seg¨²n estas fuentes, Clinton se habr¨ªa quedado parado en un principio, pero despu¨¦s le respondi¨® con igual contundencia que fue el fracaso de Gore para publicitar los logros de su Administraci¨®n lo que malogr¨® sus ambiciones.
El encuentro constituy¨® una triste posdata para una relaci¨®n que se hab¨ªa deteriorado seriamente en el transcurso de la carrera presidencial de Gore. Su trascendencia, sin embargo, no es s¨®lo personal. La cuesti¨®n que ambos debatieron- por qu¨¦ Gore no es hoy presidente- es la misma que est¨¢ enfrentando a los dem¨®cratas a la hora de valorar las lecciones extra¨ªdas en el a?o 2000.
Varios estrategas de ese partido se?alan que si Gore aspira a la presidencia de nuevo, tendr¨¢ que restablecer una buena relaci¨®n con Clinton, quien -a pesar de los obst¨¢culos que marcaron su salida de la Casa Blanca- sigue siendo una figura poderosa en el partido.
Clinton y Gore estuvieron solos en la reuni¨®n, pero fuentes pr¨®ximas a ambos describieron el tono de ¨¦sta en lenguaje similar. 'Tenso', fue el adjetivo empleado por uno de los consejeros de Clinton, mientras que un ayudante de Gore lo calific¨® de 'cat¨¢rtico'. Otro dem¨®crata que trabaj¨® con ambos lleg¨® a decir que hab¨ªa sido 'brutal'.
Donde las conclusiones difieren es en el resultado del encuentro. Algunos dem¨®cratas se?alan que ratific¨® lo que durante muchos meses hab¨ªa sido una verdad no dicha entre los dos hombres: su relaci¨®n sufri¨® un da?o irreparable por culpa del esc¨¢ndalo Lewinsky y de las mentiras de Clinton a Gore y a la naci¨®n sobre ello. El ex vicepresidente, dijo un dem¨®crata, 'parec¨ªa ansioso por desahogarse'. Para los m¨¢s optimistas, el encuentro constituy¨® un saludable intercambio que deber¨ªa permitir que su relaci¨®n avanzara.
Pero aunque Gore y Clinton se vieron algunas veces m¨¢s despu¨¦s de esa charla, no han llegado a un acuerdo sobre la cuesti¨®n de la derrota electoral, ni sobre otras menos relevantes. De hecho, subsisten heridas abiertas entre partidarios del uno y del otro. Muchos consejeros de Clinton, por ejemplo, se enfurecieron por el an¨¢lisis poselectoral que Carter Eskew, asesor de Gore, public¨® en The Washington Post el 30 de enero. All¨ª se dec¨ªa que 'la profunda desilusi¨®n y el enfado' de los votantes por los esc¨¢ndalos de Clinton escatimaron la victoria a Gore.
Un veterano funcionario de la Casa Blanca pr¨®ximo a Clinton se burlaba as¨ª: 'No creo que el hecho de que perdieran cuatro debates de cuatro tenga nada que ver con Bill Clinton'. Seg¨²n esas estimaciones, ni Gore ni Lieberman supieron hacer valer sus tesis en las confrontaciones con Bush y Cheney.
Los asesores pr¨®ximos a Clinton se?alan que estaba menos disgustado de lo que a menudo se dijo por los esfuerzos de Gore por distanciarse p¨²blicamente de ¨¦l. Y que, excepto en los ¨²ltimos diez d¨ªas antes de las elecciones, cuando pretend¨ªa intervenir para inclinar la balanza en los Estados llave, lo que le fue denegado por Gore, no esperaba tener un papel significativo en la contienda electoral. Pero se sinti¨® perplejo e incluso molesto por la negativa de Gore a resaltar los logros, especialmente los econ¨®micos, que Clinton consideraba la principal baza de su gesti¨®n conjunta. 'Para la mente de Gore, cualquier cosa que hac¨ªa Clinton era inadecuada', se?ala un dem¨®crata pr¨®ximo a ambos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.