Carrero, Fraga, Franco
Se conmemora la muerte violenta y providencial de Carrero Blanco, y Fraga preside uno de los actos. Es un hombre honrado. Fue uno de sus hombres, como lo fue de Franco o de Arias Navarro: los primeros votos de la transici¨®n, que quiz¨¢ empez¨® a moverse algo el d¨ªa del magnicidio, le quitaron de en medio, a ¨¦l y a Arias, al que nuestro siempre conmemorado Cuco Cerecedo, en sus met¨¢foras taurinas, apod¨® El Carnicerito de M¨¢laga por las v¨ªctimas humanas que hizo all¨ª. Pero legales, porque era fiscal, y un fiscal lo hace todo legalmente, aunque represente un r¨¦gimen il¨ªcito y en estado de sublevaci¨®n.
A Fraga nunca le quiso el pa¨ªs, y su partido no gan¨® las elecciones hasta que se fue; pero le quedaban los gallegos, y ellos han ofrecido sus meigas para convertir al fascista (lo digo no s¨®lo por sus actos, ni por su adscripci¨®n al Gobierno de Franco, sino por sus libros) en dem¨®crata. Van a seguir haci¨¦ndolo: se presenta una vez m¨¢s, a una edad todav¨ªa fresca -un poco mayor que yo, que estoy como las rosas-, y le van a elegir otra vez. Hasta en los resabios de otro r¨¦gimen, de cuando fue ministro de la censura, prefiri¨® ocultar los casos conocidos durante ochenta d¨ªas, lo hizo favoreciendo a lo que antes llamaba su regi¨®n, y ahora es su autonom¨ªa. El problema con Carrero es que se qued¨® en su pasado: el atentado le cort¨® las posibilidades de reconversi¨®n. Sin embargo, se produce un milagro: como le mat¨® ETA (aunque sus amigos siempre creyeron que fueron los jud¨ªos y los masones, dada su fe en el almirante) hay que reivindicarle. Como el comisario Melit¨®n Manzanas, que tortur¨® y no s¨¦ si mat¨® a alguien sirviendo a la patria propia y al r¨¦gimen suyo, y ahora se le entrega a t¨ªtulo p¨®stumo una Gran Cruz.
Est¨¢ sirviendo Carrero a sus sucesores actuales despu¨¦s de muerto: los escribanos y alg¨²n ministro recuerdan que la izquierda se alegr¨® de aquel crimen. No toda, por favor. Yo no soy de los que bebieron champa?a a la muerte de Franco: uno, porque no me gusta el champa?a; dos, porque no celebro las muertes; tres, porque estaba en la creencia que ten¨ªa mucha gente de que no era la muerte de una persona, ni Carrero ni Franco, la que cambiaba un r¨¦gimen. Ten¨ªamos raz¨®n, y el r¨¦gimen no se modific¨® hasta m¨¢s de un a?o despu¨¦s de estas muertes, y por las mismas causas por las que no gan¨® Armada, Mil¨¢n y quienes fueran, que no lo sabemos: porque ya estaba Calvo Sotelo empezando a recuperar el terreno perdido. Y m¨¢s cosas iban a ir pasando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.