Parlamento
Fino empieza el nuevo periodo de sesiones en las Cortes Valencianas, con el bando dominante bloqueando las comparecencias gubernamentales sobre asuntos capitales, como si detentar la mayor¨ªa absoluta eximiera a la autoridad de rendir cuentas. Mientras, en Madrid, y en vista de lo que dictamina el Supremo sobre el reingreso de G¨®mez de Lia?o, sigue el concierto de adoratrices conversas de Montesquieu.
Les Corts conmemoran ya sus 20 a?os con algunos actos que est¨¢n pasando con m¨¢s pena que gloria. No es que todos carezcan de inter¨¦s, pero por falta de publicidad acaban reuniendo a duras penas a cuatro funcionarios y media docena de correligionarios.
Conferenciaba el veterano y agudo cronista Luis Carandell un d¨ªa. Ven¨ªa a decir, en una charla repleta de an¨¦cdotas, que en los parlamentos ya no se debate pol¨ªticamente, pero que es importante convencer al p¨²blico de que s¨ª se trabaja, y mucho, aunque a veces no se note y resulte dif¨ªcil de transmitir.
D¨ªas m¨¢s tarde, el presidente de la c¨¢mara murciana hac¨ªa notar una contradicci¨®n: en las encuestas, una gran mayor¨ªa de los ciudadanos reconoce la trascendencia de la instituci¨®n, pero tambi¨¦n se muestran mayoritariamente desinteresados por lo que en ella ocurre.
Poco antes de reanudarse las sesiones protagonizadas por la ya legendaria Comisi¨®n de Peticiones Denegadas, el hemiciclo hab¨ªa sido invadido por 150 escolares y sus meritorios profesores que, procedentes de diferentes centros y comarcas, y convocados por Unicef, ven¨ªan a reclamar sus derechos y a formular sus preguntas. Impresionante el sentido pr¨¢ctico de una de las ni?as, que aprovech¨® para reivindicar la preceptiva adaptaci¨®n de su colegio a los alumnos disminuidos. Presid¨ªa el banco azul, en el sill¨®n de Eduardo Zaplana, aquel chaval interno en un centro p¨²blico que nos habl¨® de pobreza y droga, de violencia y alcohol, de abandono y delincuencia. Y al final, la gran cuesti¨®n: 'si no tenemos amor y comprensi¨®n, ?qu¨¦ pintamos nosotros en esta vida?'.
Ahora que los representantes de la soberan¨ªa popular vuelven a ocupar sus sitios, servidora desear¨ªa que de aquella visita sus se?or¨ªas heredaran algo m¨¢s que alg¨²n chicle pegado bajo el esca?o.
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