Demasiadas leyes para tan poca pol¨ªtica
En menos de un a?o se han publicado dos leyes org¨¢nicas de extranjer¨ªa, pero los problemas no han remitido; al contrario.
El 23 de enero pasado entr¨® en vigor la ley org¨¢nica 8/2000 que reformaba muy sustancialmente la ley org¨¢nica 4/2000 sobre 'Derechos y Libertades de los extranjeros en Espa?a y su integraci¨®n social'. Supongo que nuestros legisladores son conscientes de que hemos obtenido el r¨¦cord Guinness en la aprobaci¨®n de leyes org¨¢nicas distintas sobre la extranjer¨ªa y la emigraci¨®n. En menos de un a?o -11 de enero de 2000 y 23 de diciembre de 2000- se han publicado dos leyes org¨¢nicas sobre los derechos de los extranjeros y su integraci¨®n en Espa?a que son discordantes en lo que toca a los derechos fundamentales y libertades p¨²blicas, puesto que su ejercicio se ve seriamente limitado a la condici¨®n de residentes y no como otras personas.
La ley org¨¢nica de extranjer¨ªa 4 / 2000 del mes de enero era una buena ley en manos de una mala pol¨ªtica de extranjer¨ªa. Los hechos me dan la raz¨®n -desgraciadamente-, y mientras nuestros pol¨ªticos y legisladores se enzarzan en discutir, debatir, modificar y restringir los derechos concedidos a todos los extranjeros, los acontecimientos -dolorosos e incomprensibles- se multiplican por doquier en nuestra geograf¨ªa: pateras, muerte en Lorca, problemas en El Ejido y en Terrassa, encierros en iglesias barcelonesas que deber¨ªan de avergonzarnos a todos como colectividad en un Estado democr¨¢tico y de derecho.
La ciudadan¨ªa no entiende realmente qu¨¦ es lo que est¨¢ pasando; por un lado, sin apenas darse cuenta, nos hemos encontrado, en este final de siglo XX, con una situaci¨®n convivencial a la que no est¨¢bamos acostumbrados, y de la que resulta que hoy somos una sociedad multicultural, multirracial y plurirreligiosa.
Este nuevo fen¨®meno social, que es consecuencia directa de una necesaria inmigraci¨®n, requiere que nuestras leyes regulen adecuadamente la situaci¨®n y sean claras y f¨¢ciles de entender para todos; de otro modo la realidad y el derecho ir¨¢n, como est¨¢n yendo, por caminos separados y muchas veces contradictorios y peligrosos, lo cual origina situaciones de xenofobia y racismo.
La reforma de la ley no arreglar¨¢ de golpe los problemas de los subsaharianos, de las embarazadas venidas en pateras, de los ecuatorianos en Lorca, de los 'irregulares residentes empadronados que est¨¢n trabajando', ni del hambre y la miseria de los pa¨ªses de origen; por ello es necesaria una coherente y urgente pol¨ªtica de extranjer¨ªa. Es imprescindible un gran pacto de Estado, entre todos, ya que nos jugamos el futuro.
Espa?a y Europa necesitan a la emigraci¨®n para que la sociedad del bienestar funcione. Sin los inmigrantes, en Espa?a no se repartir¨ªa butano, no se atender¨ªa a nuestros ancianos y enfermos, no se recolectar¨ªan la fruta y las verduras en Catalu?a ni en Levante, no se cavar¨ªan las zanjas para enterrar la fibra ¨®ptica, etc¨¦tera.
La sociedad espa?ola es la que tiene la ¨²ltima palabra sobre el modelo de convivencia que quiere en el futuro, y ¨¦ste pasa por el respeto y la garant¨ªa -a todos- de los derechos y libertades de las personas para que puedan ejercitarlos dignamente. Esta es la responsabilidad que debemos autoexigirnos, aunque todo ello sea dif¨ªcil, complejo y, sobre todo, costoso para nuestro presupuesto. No deben efectuarse m¨¢s modificaciones legales: menos leyes y m¨¢s pol¨ªtica realista de extranjer¨ªa.
Apliquemos la legislaci¨®n vigente -si es constitucional-, asumamos el problema migratorio como propio y, sobre todo, hagamos una correcta, coherente y necesaria pol¨ªtica global espa?ola y europea de extranjer¨ªa. Esta es nuestra responsabilidad como sociedad del siglo XXI.
Eduard Sagarra Trias es abogado y profesor de Derecho internacional p¨²blico de la UB.
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