El faro de la m¨²sica vocal catalana
Conoc¨ª a Anna Ricci en el C¨ªrculo Manuel de Falla; ella y yo ¨¦ramos los m¨¢s j¨®venes del grupo y nos encontr¨¢bamos en el inicio de nuestras respectivas carreras. Ella hac¨ªa muy poco tiempo que hab¨ªa terminado sus estudios de canto con Concepci¨® Callao y yo todav¨ªa estaba estudiando con Crist¨°for Taltabull. Podr¨ªamos describir el C¨ªrculo Manuel de Falla como una especie de tertulia que reun¨ªa, en el Instituto Franc¨¦s de Barcelona, a compositores e int¨¦rpretes todos los s¨¢bados por la tarde. Era una especie de bal¨®n de ox¨ªgeno en aquella Barcelona culturalmente desierta, donde la victoria fascista que hab¨ªa desarticulado toda la estructura de nuestro pa¨ªs hab¨ªa creado un clima de abatimiento en el que un gran silencio se expand¨ªa por doquier, vinculado con una brutal represi¨®n y privaci¨®n de libertades. En aquella ¨¦poca, los miembros habituales, adem¨¢s de nosotros dos, eran los compositores Joan Comellas, Manuel Valls, ?ngel Cerd¨¤, Josep Cerc¨®s y Josep Casanovas, y los pianistas Jordi Gir¨® y Antonio Ruiz-Pip¨®. Ninguno de ellos formaba parte de la tertulia por el hecho de ser simpatizante de una escuela o tendencia determinada y todo transcurr¨ªa en un cordial ambiente de libertad. Aquella libertad que no ten¨ªamos fuera del Instituto Franc¨¦s.
No deja de ser sintom¨¢tico que Anna Ricci asistiera a las reuniones del C¨ªrculo. Nunca faltaba. Le¨ªa con entusiasmo las nuevas partituras que de vez en cuando le compon¨ªamos y las mimaba como si fueran propias. Es obvio que con su excelente preparaci¨®n t¨¦cnica y con su voz bien desarrollada y potente, estaba en condiciones de hacer una brillante carrera oper¨ªstica, pero ella no se propon¨ªa utilizar su voz para ganar dinero, sino para hacer m¨²sica, sacrificando el ¨¦xito f¨¢cil en favor de la propagaci¨®n de obras desconocidas. Desde el principio, Anna se comprometi¨® con la m¨²sica de su tiempo, compromiso que mantuvo a lo largo de toda su vida. Era una persona muy fiel a sus convicciones y luchaba con tenacidad para conseguir los objetivos que se propon¨ªa superando los obst¨¢culos de todo tipo que iba encontrando en su camino.
Poco despu¨¦s de conocerla empec¨¦ a componer obras para ella y pronto descubr¨ª los recursos de su voz y la facilidad con que captaba lo que yo quer¨ªa. As¨ª, cuando escrib¨ª la primera obra importante para ella, Epitafios (1958), con acompa?amiento de orquesta de c¨¢mara, obra radicalmente innovadora en aquel momento, la afront¨® con valent¨ªa y realiz¨® una aut¨¦ntica creaci¨®n. Se estableci¨®, pues, una sinton¨ªa que fue el origen de las colaboraciones que realizamos a lo largo de nuestra vida, entre ellas las acciones musicales con gui¨®n de Joan Brossa, como Suite bufa (1966), estrenada con ¨¦xito en el Festival Sigma de Burdeos, y la ¨²ltima: Acci¨® musical per a Joan Mir¨® (1993), creada para el acto de clausura del A?o Mir¨®.
La actividad concert¨ªstica de Anna Ricci se centr¨® en tres ejes. Primero, la m¨²sica catalana a partir del noucentisme. No s¨®lo los miembros del C¨ªrculo Manuel de Falla le dedicaban sus canciones, sino tambi¨¦n muchos compositores de la generaci¨®n precedente, como Frederic Mompou, Xavier Montsalvatge, Manuel Blancafort, Eduard Toldr¨¤, Ricard Lamote de Grignon y Joaquim Homs, y otros j¨®venes como Joan Guinjoan, Xavier Benguerel, Josep Soler, Albert Sard¨¤, Jep Nuix y una larga lista que pod¨ªa hacer interminable este art¨ªculo. Segundo, la m¨²sica nueva internacional desde Arnold Sch?nberg a John Cage, pasando por Luciano Berio, Pierre Boulez y otros muchos entre los que cabe incluir a los espa?oles Luis de Pablo, Tom¨¢s Marco, Juan Hidalgo y Ram¨®n Barce. Y tercero, la m¨²sica medieval, concretamente la de los trovadores y las canciones sefard¨ªes.
El ¨²ltimo a?o de su vida, Anna Ricci lo dedic¨® a elaborar el proyecto Miralla, una colecci¨®n de 12 discos compactos con una compilaci¨®n de toda la actividad art¨ªstica de su vida, para dejar un testimonio de todo su trabajo. La muerte le ha impedido ver realizado este proyecto; sin embargo, se encuentra en una fase suficientemente avanzada como para que pronto sea una realidad, si no completa, s¨ª en buena parte.
Ella ha vivido, al lado de los compositores, las vicisitudes, las glorias y las miserias de esta m¨²sica catalana tan dejada de la mano de Dios durante la segunda mitad del siglo XX y ha participado activamente en la apasionante aventura de la m¨²sica de las cuatro ¨²ltimas d¨¦cadas. Creo que se puede afirmar, sin riesgo de equivocarse, que si existe m¨²sica vocal catalana de esta ¨¦poca es gracias a ella. S¨®lo puedo a?adir que he perdido a una amiga leal y a una de mis mejores int¨¦rpretes, y que todos nos hemos quedado sin una gran artista.
Josep M. Mestres Quadreny es compositor.
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