Muere en Par¨ªs, a los 87 a?os, Charles Trenet, poeta de la canci¨®n francesa
La ¨²ltima vez que emprendi¨® una tanda de recitales ante el p¨²blico, en noviembre de 1999, en la sala Pleyel, tuvo que interrumpirla para hacerse cuidar un coraz¨®n cansado. Trenet hab¨ªa decidido morir joven, en activo, cantando con la misma chaqueta clara y sombrero echado hacia atr¨¢s de sus inicios en un cabar¨¦ marsell¨¦s, cuando s¨®lo era Charles, le fou chantant (el loco que canta). A ¨¦l le gustaba explicar que 'el alias subi¨® conmigo hasta Par¨ªs, y cuaj¨®, como La Marsellesa'.
Hace 10 d¨ªas Charles Trenet ingres¨® en el hospital Henry Mont d'Or de Creteil a causa de nuevos problemas circulatorios. 'Fue ¨¦l quien pidi¨® que le desconect¨¢ramos de la maquinaria que le manten¨ªa con vida', explicaba ayer su secretario. As¨ª, de manera apacible y despu¨¦s de despedirse de sus amigos -sus conciertos de 1999 fueron un gran ¨¦xito, luego acudi¨® al ensayo general del ¨²ltimo espect¨¢culo de Aznavour-, Trenet puso final a una enorme carrera de compositor e int¨¦rprete. Deja tras de s¨ª m¨¢s de 900 t¨ªtulos y entre ellos el m¨¢s c¨¦lebre, esa La mer que han grabado m¨¢s de 4.000 cantantes o grupos distintos.
La mer fue compuesta durante la ocupaci¨®n alemana. Trenet viv¨ªa entonces en la llamada zona libre y el tema le vino al esp¨ªritu durante un viaje en tren de su ciudad natal -Narbonne- al puerto mediterr¨¢neo de S¨¨te. Trenet no cre¨ªa que la canci¨®n llegara nunca a ser popular, pues cuando la cantaba la acogida era muy fr¨ªa. Todo cambi¨® gracias a una idea de producci¨®n: hab¨ªa que a?adirle unos coros. Desde ese momento, La mer pas¨® a ser uno de los himnos rom¨¢nticos de la segunda mitad del siglo XX.
Charles Trenet ha sido tan reconocido como m¨²sico que como poeta. El desaparecido Jacques Brel, cuando quer¨ªa explicar lo que Trenet hab¨ªa representado para su generaci¨®n, que tambi¨¦n es de la Aznavour o Brassens, lo resum¨ªa as¨ª: 'Sin ¨¦l, todos hubi¨¦ramos sido contables'. Para Jack Lang, ministro de Educaci¨®n y amigo de Trenet, ¨¦ste 'le dio nobleza literaria a las variet¨¦s'. Eso no tuvo la ratificaci¨®n oficial deseada en 1993, cuando los acad¨¦micos no le admitieron en su cofrad¨ªa. 'Le doli¨®, pero daba igual, porque pertenec¨ªa a la academia del coraz¨®n', dijo ayer Lang.
Lo cierto es que Trenet hab¨ªa logrado atravesar el tiempo y eran muchos los que acud¨ªan a los recitales del cantante ya octogenario. 'Vuelvo a tener el p¨²blico de mis principios', bromeaba ¨¦l, satisfecho de su decisi¨®n de presentarse como s¨ªmbolo de la juventud.
Muchas de sus canciones eran amablemente surrealistas, casi siempre optimistas y alegres, pero a veces cobraban acentos melanc¨®licos, como en otro de sus grandes ¨¦xitos, Douce France, un tema que fue tarareado por los colaboradores petainistas y por los resistentes gaullistas, y que, en 1988, a¨²n sirvi¨® para aglutinar al electorado en torno a Fran?ois Mitterrand.
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