Estigma racial
En los casi 18 a?os que vivo en Espa?a, los ¨²ltimos seis como espa?ol, s¨®lo durante unos meses carec¨ª de status legal, pues hab¨ªa sido informado del inminente primer proceso de regularizaci¨®n de extranjeros (1991) y de la conveniencia al efecto de no renovar mi permiso de permanencia como sempiterno estudiante. Ocurri¨® por aquel entonces que estando en una parada de autob¨²s, junto a dos personas de raza negra, se detiene un coche de la Polic¨ªa Nacional, bajan sus ocupantes y solicitan a las antes mencionadas su documentaci¨®n, quienes protestan porque s¨®lo se les exige a ellas, y no a m¨ª tambi¨¦n. Los polic¨ªas me miraron sonrientes e insistieron en que mostraran sus papeles, cosa que hicieron en silencio. Ambas ten¨ªan sus respectivos DNI, y los polic¨ªas se marcharon no sin antes estudiarlos detenidamente. Quiz¨¢s, como afirma la sentencia del TC del 29 de enero y que recog¨ªa el otro d¨ªa la contraportada de EL PA?S, La raza, motivo para el control policial, los polic¨ªas de mi an¨¦cdota obraban convencidos 'del criterio racial como meramente indicativo de una mayor probabilidad' de que esas dos personas no fueran espa?olas. Se equivocaron; la probabilidad, por el contrario, jug¨® a mi favor. Tanto hoy como ayer, en Espa?a resulta una suerte no ser ni ind¨ªgena ni negro, ni asi¨¢tico ni blanco cauc¨¢sico, ni de aspecto magreb¨ª, y particularmente ahora, en medio de una crisis de inmigraci¨®n irregular y que el Tribunal Constitucional convierte oportunamente una discutible orden del Ministerio del Interior en doctrina constitucional. En la cada vez mayor sociedad multirracial espa?ola, no todos son constitucionalmente iguales ante la polic¨ªa, unos siempre ser¨¢n presuntos extranjeros: portadores de un estigma racial.-
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