Inmigraci¨®n y medidas de empleo
El autor defiende la necesidad de regular la inmigraci¨®n mediante leyes y de integrar a los inmigrantes para evitar la xenofobia de quienes se sientan amenazados por su llegada
Hay dos posiciones en torno a la inmigraci¨®n que, siendo coherentes en s¨ª mismas, olvidan el contexto en el que estamos. Una dice que el problema se resolver¨ªa con el desarrollo de los pa¨ªses de origen a trav¨¦s de inversiones tanto internas como externas. De las primeras, la historia habla por s¨ª sola. De las segundas, el fracaso de medidas como el 0,7% o el nulo control que los gobiernos tienen hoy sobre las multinacionales son bastante ilustrativos. Seguro que el futuro pasa por ah¨ª, pero la inmigraci¨®n es problema de hoy. La otra posici¨®n se?ala que emigrar es un derecho de todos los ciudadanos del mundo y concluye que deber¨ªan hacerlo cuantos quisieran. S¨ª a lo primero, pero prudencia con lo segundo si no queremos potenciar los riesgos de marginaci¨®n y conflictividad social.
La soluci¨®n est¨¢ en que nadie d¨¦ trabajo si no es con un contrato en regla y bajo convenio
La inmigraci¨®n aumentar¨¢ a corto y medio plazo por razones f¨¢ciles de entender: la desigualdad entre pa¨ªses ricos y pobres crece y, como casi todos los habitantes del planeta tienen acceso visual (televisi¨®n) al modo de vivir de los pa¨ªses ricos, es obvio que algunos quieran acceder a ¨¦l realmente, cosa infinitamente m¨¢s f¨¢cil que cuando nuestros abuelos emigraban a Am¨¦rica. Por eso es urgente que, adem¨¢s de leyes que regulen la inmigraci¨®n, se pongan en pr¨¢ctica medidas para integrar realmente a los que llegan y a evitar la xenofobia de quienes se pueden sentir amenazados. Quiero referirme a algunas en el ¨¢mbito laboral.
La movilidad de la mano de obra tiene grandes costes econ¨®micos y personales que recaen sobre los inmigrantes. Se podr¨ªan evitar en parte con formas de movilidad de ida y vuelta. Parte de los inmigrantes que trabajan en la agricultura y la hosteler¨ªa optar¨ªan por venir a Espa?a entre seis u ocho meses, lo que duran las campa?as, y luego regresar a sus pa¨ªses, si supieran que al a?o siguiente tendr¨ªan el empleo asegurado. Que sea as¨ª depende s¨®lo de una Administraci¨®n laboral y general eficientes y con voluntad de lograrlo, dado que existen instrumentos contractuales. Y de implicar a los empresarios tambi¨¦n en las cuestiones de viaje y vivienda.
Hoy conocemos mejor que hace 40 a?os el origen de los inmigrantes y sus caracter¨ªsticas. ?Por qu¨¦ no se abren en los pa¨ªses afectados oficinas que, rechazando las mafias, faciliten contratos temporales o indefinidos antes de viajar? Realizaron ese tr¨¢mite muchos de los espa?oles que emigraron a Europa en los a?os sesenta, ahorr¨¢ndose as¨ª las angustias del momento de la llegada. Y entonces hab¨ªa menos medios que hoy.
Las anteriores son medidas de freno y ordenaci¨®n de los flujos, pero hay que pensar en otras que logren reducir al m¨ªnimo los dos riesgos se?alados respecto a los inmigrantes que ya est¨¢n en Espa?a. Si todas las personas que viven en un pa¨ªs moderno tienen que gozar de los derechos b¨¢sicos de ciudadan¨ªa y de las posibilidades de integraci¨®n, lo que mejor conjuga ambas cosas es el trabajo. Pero sin olvidar que, en las econom¨ªas ricas, a periodos de gran expansi¨®n est¨¢n sucediendo otros de recesi¨®n en los cuales muchos inmigrantes se ver¨ªan m¨¢s afectados que los nativos. Por ello hay que ser abiertos, pero tambi¨¦n prudentes en lo que se refiere a los contingentes inmigratorios.
Una de las principales razones por las que muchos ciudadanos de este pa¨ªs no aceptan ciertos trabajos es porque est¨¢n mal pagados y tienen malas condiciones (jornada, ambiente). Los inmigrantes los aceptan porque no tienen otro remedio. Con ello se refuerza el c¨ªrculo infernal en el que cuanto peor pagados los empleos, m¨¢s inmigrantes se necesitan, porque los nativos no los aceptan, y m¨¢s se incrementan el n¨²mero, la precariedad y la marginalidad de aqu¨¦llos. A la afirmaci¨®n que hemos o¨ªdo con frecuencia durante los ¨²ltimos meses, 'para el a?o 2002 o 2004 necesitaremos tantos miles de inmigrantes', se le escamotea una segunda parte: 'tan mal pagados como hasta ahora'.
Por tanto, se requiere regulaci¨®n laboral y actuaci¨®n sindical que mejoren las condiciones salariales y laborales de ciertos sectores en los que suelen trabajar los inmigrantes. Con ello se conseguir¨ªan dos efectos: que los inmigrantes tuvieran mejores condiciones de integraci¨®n y que los nativos optasen tambi¨¦n a esos empleos. De esta manera, las necesidades de mano de obra externa se situar¨ªan en t¨¦rminos m¨¢s realistas y se evitar¨ªa que ciertos colectivos de trabajadores, que no se pueden expresar habitualmente en los medios de comunicaci¨®n, vieran amenazados sus puestos de trabajo, lo que podr¨ªa convertirse en caldo de cultivo de xenofobia y conflictividad social.
Las malas condiciones salariales est¨¢n propiciadas por la clandestinidad de la prestaci¨®n laboral. Todos sabemos que hay empresarios -no todos, por supuesto- con trabajadores, inmigrantes y nativos, sin contrato. Que muchos constructores tienen trabajadores ilegales y que si alguna vez llega la inspecci¨®n da tiempo a esconderlos. Y lo mismo los hoteleros. Y m¨¢s f¨¢cil a¨²n los agricultores. Pero tambi¨¦n sucede que empresarios que pagan a los del pa¨ªs el salario de convenio o lo que es habitual en su zona ofrecen a los inmigrantes, aunque sean legales, 200 o 300 pesetas por hora. La soluci¨®n no est¨¢ en castigar al trabajador clandestino. Pero tampoco en regularizar a todos olvidando todo lo dem¨¢s. Est¨¢ en no tolerar que nadie d¨¦ trabajo si no es con un contrato en regla y en las condiciones estipuladas en el convenio, utilizando un r¨¦gimen de sanciones que sea realmente disuasorio. Si los ciudadanos saben que hay contrataci¨®n ilegal y d¨®nde se ubica, ?c¨®mo no va a saberlo la Administraci¨®n?
Es obvio que estas medidas no lo arreglan todo, aunque mejoren la situaci¨®n, porque seguir¨¢ habiendo contingentes de irregulares. Es el inevitable efecto llamada que tiene la esperanza de vida mejor. Qu¨¦ hacer con ellos ser¨¢ el gran problema de la UE en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Ah¨ª s¨ª que entran las medidas a largo plazo. Las de orden pol¨ªtico, es decir, el apoyo serio al desarrollo de esos pa¨ªses. Y las a¨²n m¨¢s importantes de orden moral, ya que no hay que olvidar que estamos tratando de personas con derechos de personas. Es una cuesti¨®n de dignidad humana b¨¢sica, que nos obliga a todos por encima de las fronteras, los territorios, la historia y otras diferencias.
Fausto Migu¨¦lez, es profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona
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