La libertad del comercio
El autor defiende la decisi¨®n del Gobierno regional de permitir la apertura de los comercios los cuatro domingos del mes de agosto
La pol¨¦mica sobre los horarios del comercio se ha avivado con el Real Decreto del Gobierno Aznar de la pasada noche de San Juan y la reciente decisi¨®n de la Autonom¨ªa de Madrid de permitir la apertura los cuatro domingos del mes de agosto. La contra de los comerciantes tradicionales, que ha culminado con el cacareado cierre patronal del mes de enero, no ha sido comprendida ni por consumidores ni por sindicatos. La verdad es que no hay quien entienda a esos comerciantes que rechazan la posibilidad de decidir a su conveniencia cu¨¢ndo y en qu¨¦ d¨ªas abren o cierran su negocio.
El Real Decreto de junio pasado permite, por un lado, que los comercios puedan abrir sus puertas 90 horas por semana en vez de 72. Por otro, ampl¨ªa en un festivo cada a?o los ocho en que como m¨ªnimo deben permitir las Autonom¨ªas que abran los comercios, hasta un tope de 12. Adem¨¢s, privilegia a los tenderos due?os de una tienda de menos de 300 metros cuadrados para que abran cuando les venga en gana.
De 1996 a 1999, por cada puesto de trabajo 'destruido' en el comercio por la competencia, se han creado 1,87 nuevos
F¨ªjense en que esta legislaci¨®n no obliga a nadie a abrir si no quiere. Lejos de imponer a ning¨²n comerciante que trabaje un n¨²mero extraordinario de horas, o forzarle a levantar el cierre en domingo o fiesta de guardar, el Gobierno espa?ol ha decretado el m¨ªnimo de festivos al a?o en que las Autonom¨ªas deben permitir a los comerciantes decidir por ellos mismos si abren o no.
En materia econ¨®mica, la libertad se llama competencia. Todo intercambio comercial voluntario beneficia no s¨®lo a los part¨ªcipes directos, sino tambi¨¦n al resto de la sociedad. Otros comerciantes se ven impulsados a ofrecer mejor precio y servicio; otros consumidores pujan por lo que necesitan o les apetece. Fluye la informaci¨®n sobre los bienes disponibles y sobre los precios alcanzables. Se refuerzan los incentivos a trabajar bien y proveerse con inteligencia.
Ya est¨¢n empezando a notarse los beneficiosos efectos de ese Real Decreto. Los centros comerciales (no confundir con las grandes superficies) han abierto conversaciones con los sindicatos para abrir a diario hasta las doce de la noche. Igualmente aumenta el n¨²mero de peque?os comercios del libro, del vestido, del calzado, la perfumer¨ªa, la farmacia y parafarmacia, los delicatessen, los colmados de inmigrantes, que abren todos los festivos porque ocupan menos de los 300 metros cuadrados.
Hasta ahora, las Comunidades Aut¨®nomas rivalizaban en su af¨¢n por restringir la libertad comercial. Los ejemplos a imitar parec¨ªan ser los de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. Pero se notan indicios de una sana competencia en la direcci¨®n de menos intervenci¨®n. Ya Cantabria permite la libre apertura 14 festivos al a?o. Sin embargo, es la Comunidad de Madrid la m¨¢s ilustrada de todas en materia de comercio, es decir, de servicio al consumidor. En esta acogedora regi¨®n, quiz¨¢ la menos pueblerina de Espa?a, tambi¨¦n eran 14 los domingos y festivos en que los comerciantes pod¨ªan abrir libremente. Su Consejo de Gobierno acord¨® recientemente que ese m¨ªnimo aumentara a 18. A propuesta del responsable de Econom¨ªa, Luis Bl¨¢zquez, la ampliaci¨®n se concret¨® en los cuatro domingos de agosto, para reforzar su proyecto estrat¨¦gico de hacer de Madrid la regi¨®n favorita de Espa?a para el turismo de calidad. El momento de estar abiertos a deshora y en festivos los museos, las tiendas, los restaurantes, los monumentos, los jardines, las verbenas, es en la calurosa ¨¦poca veraniega, cuando Madrid se llena de turistas. A los tenderos que echaran el cierre 'por vacaciones' no iba a importarles que otros atendieran a visitantes y rodr¨ªguez.
No se contaba con la cerraz¨®n de una patronal aislada que convoc¨® un lock-out, a la postre fracasado por no contar con el apoyo ni de los sindicatos, ni las dem¨¢s patronales ni las asociaciones de consumidores. Era de esperar ese fracaso, pues abrir todos los d¨ªas de agosto significa empleo para los trabajadores, actividad para las empresas y comodidad para los consumidores y turistas veraniegos.
Hay casos en los que el comercio se proh¨ªbe o controla por sus efectos sobre el orden p¨²blico, como es el tr¨¢fico de drogas o de armas. De ah¨ª a sostener que el comercio l¨ªcito de los d¨ªas laborables se convierte en un acto antisocial los d¨ªas festivos hay un largo trecho. Ese trecho lo recorren de dos zancadas quienes argumentan contra este mayor margen de libertad que la competencia forzar¨¢ a los comerciantes a abrir al mismo tiempo que todos los dem¨¢s y que ello llevar¨¢ a la explotaci¨®n de los empleados.
No hay m¨¢s que pasearse por nuestros pueblos y ciudades para ver que, suprimida la legislaci¨®n de horarios franquista, la variedad de horas y d¨ªas de apertura es ampl¨ªsima. Las tiendas de los barrios acomodados abren a las diez de la ma?ana y cierran a mediod¨ªa. Los supermercados facilitan la compra a las mujeres trabajadoras. Las zapater¨ªas y papeler¨ªas para colegiales no hacen negocio durante las horas de clase. Las tiendas de conveniencia abren toda la noche. De la libertad nace la variedad.
Adem¨¢s, ese cambio y ampliaci¨®n de horarios da lugar a un aumento del empleo: de 1996 a 1999, por cada puesto de trabajo 'destruido' en el comercio por la competencia se han creado 1,87 nuevos. No se extra?en: el comercio moderno, peque?o o grande, trata mejor al empleado que las f¨®rmulas en decadencia. Ya sabemos todos d¨®nde hay econom¨ªa negra.
Pedro Schwartz es presidente del Instituto de Estudios de Libre Comercio (Idelco).
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