El ser o no ser de Joschka Fischer
El ministro alem¨¢n est¨¢ ante el reto de resultar cre¨ªble como aliado de EE UU sin renunciar a defender su pasado

Al ministro de exteriores de Alemania, Joschka Fischer, le cuesta satisfacer simult¨¢neamente a los pacifistas convencidos y preocupados por los derechos humanos, que forman la base de su partido, y a los nuevos jefes de la Administraci¨®n norteamericana, marcados por el pensamiento de la guerra fr¨ªa. Este problema y los desaf¨ªos que aguardan a los abanderados de la nueva pol¨ªtica europea -si quieren mantener su credibilidad como tales- se perfilaron en el viaje que Fischer realiz¨® a Washington esta semana.
El estilo del equipo de George W. Bush, que se sit¨²a a s¨ª mismo en una posici¨®n equidistante entre los aliados europeos y los del Pac¨ªfico, dificulta a los alemanes limar aristas como en la ¨¦poca de Bill Clinton y Madeleine Albright, pol¨ªticos que, por su biograf¨ªa y origen, parec¨ªan entender mejor Europa y el ambiente donde se form¨® la clase que gobierna hoy en Alemania.
Quienes antes se deshac¨ªan en elogios ven en su origen izquierdista la posibilidad de da?ar al Gobierno
En su primera visita oficial a los nuevos dirigentes de Washington, Fischer se ha esforzado por demostrar que es un buen aliado y que entre buenos aliados los problemas no se airean en p¨²blico. El ministro mostr¨® comprensi¨®n por el ataque a¨¦reo a Irak y dijo que Alemania 'no puede criticar' la pol¨ªtica norteamericana. Su condescendencia ha irritado a los verdes.
Para abordar los bombardeos a Irak y la Defensa Nacional contra misiles (NMD), Fischer emplea la t¨¦cnica que ya utiliz¨® en 1999 durante la guerra de la OTAN contra Yugoslavia; entonces, la diplomacia alemana consigui¨® convencer a los europeos de que su intervenci¨®n hab¨ªa sido clave para contener a los norteamericanos, que hubieran querido bombardear Kosovo antes, y para hacer que Rusia bendijera la soluci¨®n balc¨¢nica. Habr¨¢ que ver ahora si Fischer puede demostrar que, con silencio p¨²blico y trabajo entre bastidores, consigue que Sadam Husein acepte inspectores nucleares o renuncie a fabricar misiles y que la NMD no cree una nueva espiral armament¨ªstica.
De momento, Fischer y el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, han iniciado un di¨¢logo desde trayectorias biogr¨¢ficas dispares. En los a?os ochenta, Powell viv¨ªa en Francfort como mando militar de las tropas norteamericanas con base en Alemania y Fischer era un pol¨ªtico regional verde en aquella ciudad. Actuando de acuerdo con el lema 'si no llega a ser por nosotros, hubiera sido peor', Fischer se sustrae, por una parte, al control de la opini¨®n p¨²blica, pero tambi¨¦n practica el posibilismo desde la posici¨®n de un peque?o partido. Los sue?os de los Verdes est¨¢n siendo encauzados en estrategias a largo plazo para dar m¨¢s protagonismo a la prevenci¨®n de crisis y los derechos humanos y modificar el marco de las relaciones internacionales. Sin embargo, la l¨®gica del peque?o partido puede chocar con una pol¨ªtica alemana y europea que afirme sus propios intereses con m¨¢s seguridad. Y aqu¨ª es donde Fischer puede no estar a la altura de las esperanzas que ¨¦l mismo ha generado si tiende a pedir disculpas sobre su propio pasado y a querer proyectar su evoluci¨®n personal sobre la pol¨ªtica exterior.
La derecha alemana acept¨® a Fischer encantada como un continuador de la pol¨ªtica exterior de Helmut Kohl y Hans Dietrich Genscher. Sin embargo, quienes se deshac¨ªan en elogios ven ahora en el pasado izquierdista del ministro la ocasi¨®n propicia para incordiar al Gobierno y se han sumado al acoso. Los descubridores de secretos est¨¢n m¨¢s pendientes de la pol¨ªtica que de la comprensi¨®n del pasado, aunque haya surgido tambi¨¦n un debate intelectual importante. En su ¨²ltimo libro, El 68. Los intelectuales pol¨ªticos y el poder, el soci¨®logo Oskar Negt sale a la palestra 'con ira y contra el olvido' y advierte de que el descalabro del socialismo real es aprovechado hoy por los conservadores como una ocasi¨®n ¨²nica para ajustar las cuentas a toda la tradici¨®n de pensamiento relacionada con la utop¨ªa socialista. Quienes se dejan 'expropiar' a la ligera las ideas, los valores y los s¨ªmbolos en los que formaron su identidad y su carrera, protagonizan un 'esc¨¢ndalo cultural', en opini¨®n de este soci¨®logo que fue un art¨ªfice del 68.
El pasado importa menos que el esc¨¢ndalo. El semanario Der Spiegel escamotea al lector la causa por la que fue asaltado el consulado espa?ol en Francfort el 19 de septiembre de 1975, a saber, las ¨²ltimas penas de muerte del franquismo. La lucha pol¨ªtica ha reactivado el instinto combativo de la prensa del magnate Axel Springer, que, abandonando sus pretensiones de liberalismo, ha vuelto a lucir los colores de sus mejores tiempos, cuando dirig¨ªa una caza de brujas contra el escritor Heinrich B?ll. Ejemplo de ello es la foto trucada del ministro del Medio Ambiente, el verde J¨¹rgen Trittin, publicada por Bild. El diario populista le mostr¨® con una barra de metal en la mano, cuando el ministro estaba en realidad asido a una cuerda. As¨ª es la lucha pol¨ªtica en Alemania.
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