Y ahora, contra las estatuas
El jefe supremo de los talib¨¢n ordena la destrucci¨®n de todas las valiosas figuras preisl¨¢micas de Afganist¨¢n
Los talib¨¢n, los fan¨¢ticos guerreros y santones isl¨¢micos que rigen con despiadada mano de hierro la mayor parte de Afganist¨¢n, no tienen suficiente con aplicar su violencia sobre las personas. Ahora van a por las estatuas.
El jefe supremo de los talib¨¢n, el mul¨¢ Mohamed Omar, que gusta envolverse en un manto que se dice perteneci¨® al mismo Mahoma, ha ordenado la destrucci¨®n de todas las estatuas del pa¨ªs, incluidas las de ¨¦pocas preisl¨¢micas, en virtud de una interpretaci¨®n estricta del Cor¨¢n seg¨²n la cual las representaciones de los seres humanos van contra la religi¨®n. Los talib¨¢n han prohibido ya fotograf¨ªas y pinturas de gente. Incluso las mu?ecas est¨¢n fuera de la ley.
La decisi¨®n de la Corte Suprema del emirato isl¨¢mico pone en peligro un patrimonio muy valioso, aunque en general poco conocido en Occidente. Especialmente dram¨¢tica es la amenaza que pende sobre las dos mayores estatuas de Buda del mundo, que se encuentran en las monta?as del centro del pa¨ªs.
Afganist¨¢n ha sido hist¨®ricamente un lugar de paso permanente entre Asia central, la India, Extremo Oriente y Oriente Pr¨®ximo. El pa¨ªs est¨¢ en posesi¨®n de importantes yacimientos que arrancan desde el paleol¨ªtico, y destaca en tesoros arqueol¨®gicos de la edad del bronce (cuando Afganist¨¢n disfrut¨® de una posici¨®n de intermediario en el comercio de lapisl¨¢zuli), de la edad del hierro, momento en que la regi¨®n entr¨® en la ¨®rbita del imperio persa aquem¨¦nida (parte del actual Afganist¨¢n conform¨®, tras la conquista de Ciro II en la sexta centuria antes de Cristo, las satrap¨ªas -provincias- imperiales de Aria, Bactria, Sattagydia, Arachosia y Drangiana) y de la ¨¦poca helen¨ªstica.
Con la conquista del imperio persa por Alejandro Magno, el pa¨ªs recibi¨® la influencia griega y los soldados del conquistador incluso fundaron ciudades como la de Ay-Khanom (Dama Luna), al norte, que inclu¨ªa un teatro y un gimnasio y que fue excavada hasta 1977 por una misi¨®n francesa.
No obstante, el patrimonio arqueol¨®gico m¨¢s sensacional de Afganist¨¢n seguramente sea el de arte budista; en especial las dos gigantescas estatuas de Buda de Bamiyan, de 53 y 35 metros, respectivamente, en las que se produce una extra?a y f¨¦rtil fusi¨®n entre la iconograf¨ªa india y las influencias persa y griega (los rasgos son budistas cl¨¢sicos del subcontinente, pero el atuendo es hel¨¦nico).
Las estatuas de Bamiyan, en el Hazarajat, el coraz¨®n del pa¨ªs, por donde cruzaba antiguamente la ruta de la seda, se encuentran en grandes nichos en las monta?as de la zona (a la manera de las c¨¦lebres grutas chinas de Mogao), est¨¢n talladas en piedra arenisca y forman parte de un complejo de capillas y santuarios budistas excavados en la roca en los siglos III y IV de nuestra era, cuando dominaban Afganist¨¢n los kushan, una tribu n¨®mada de Asia central que se erigi¨® en patrona de las artes y de la religi¨®n, permitiendo -y aprovechando- el tr¨¢fico de bienes e ideas entre Oriente y Occidente.
Las viejas esculturas, que testimonian el impacto del budismo -llevado por los peregrinos indios camino de China-, han sufrido ya ataques de los talib¨¢n: tras la ca¨ªda de Bamiyan en sus manos en 1998, seg¨²n explica Ahmed Rashid en su obra de referencia sobre el movimiento (Los talib¨¢n. El islam, el petr¨®leo y el nuevo gran juego en Asia central, Pen¨ªnsula), dinamitaron la cabeza de la estatua m¨¢s peque?a y lanzaron cohetes contra su entrepierna.
El decreto contra las estatuas coincide precisamente con la visita a Kabul de una delegaci¨®n occidental, en la que figuran miembros de la Sociedad para la Preservaci¨®n del Patrimonio Cultural de Afganist¨¢n, para investigar la destrucci¨®n de obras de arte del museo de la ciudad. Seg¨²n diversas informaciones, los talib¨¢n habr¨ªan destruido una docena de esculturas y estatuas del museo nacional, entre ellas un Buda de dos mil a?os. Las autoridades del r¨¦gimen talib¨¢n han negado repetidamente hasta ahora cualquier destrucci¨®n de bienes del museo, que est¨¢ cerrado desde 1992, cuando la mayor parte de sus colecciones fueron objeto de pillaje por las facciones afganas que se disputaban la capital en plena guerra civil.
Pero los hechos demuestran que los talib¨¢n juzgan enemigos los testimonios no isl¨¢micos del pasado. Y a los enemigos los aplastan.
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