Uslar Pietri, una pasi¨®n venezolana
Arturo Uslar Pietri, quiz¨¢ el venezolano m¨¢s excepcional del siglo XX, acaba de dejarnos cuando apenas se asomaba al XXI. Al hacerlo, deja hu¨¦rfano al pa¨ªs que tanto am¨®, quiz¨¢ cuando ¨¦ste m¨¢s le necesitaba. Su obra, desde distintos puntos de vista, trat¨® siempre de comprender a ese pueblo y al hacerlo trabaj¨® para que ¨¦l entendiera al mundo que le ha tocado vivir.
De sus 95 a?os m¨¢s de 60 los dedic¨® a ser uno de los m¨¢s insaciables buscadores de lo que nos hizo ser como somos, al mismo tiempo que uno de los m¨¢s esforzados detectives de las acechanzas que nos deparan estos tiempos oscuros. Al hacerlo, como tantos otros intelectuales latinoamericanos, no desde?¨® ser un personaje p¨²blico destacado, presto a asumir riesgos y sinsabores.
Su escritura, como dice Thamara Hannot, una soci¨®logo venezolana que ha estudiado su vasta obra ensay¨ªstica, "dedicada a la creaci¨®n y desarrollo de esa naci¨®n llamada Venezuela, es una escritura gozosa y l¨²dica; de tono coloquial, casi desparpajado y llena, en ocasiones, de humor y poes¨ªa", se ampl¨ªa hasta hacerse universal cuando intenta entender al continente. Un poco como le toc¨® hacerlo a Octavio Paz.
En esa pasi¨®n, que le llev¨® a indagar hasta el cansancio por qu¨¦ somos como somos, Uslar sigui¨® una ruta parecida a la de Am¨¦rico Castro. As¨ª como ¨¦ste dedic¨® toda una vida a descifrar la peculiar evoluci¨®n de su pueblo desde el encuentro -y el desencuentro- de cristianos, moros y jud¨ªos, Uslar quiso hacer lo propio con la Am¨¦rica mestiza.
Para ¨¦l la clave de Am¨¦rica yac¨ªa en el encuentro de tres mundos, tres tiempos, tres mentalidades. El europeo conquistador que ve alterada su relaci¨®n con un espacio para cuya desmesura no estaba preparado. El aborigen que trae a cuestas otra historia y que echa mano de otra cosmolog¨ªa y finalmente el forzado inmigrante africano. Los tres, a partir de entonces, deber¨¢n compartir un mismo mundo y elaborar una misma historia.
Una y otra vez, Uslar volver¨¢ sobre ese asunto. Intentar¨¢ analizarlo desde diferentes perspectivas, como en su sensacional ensayo Tiempo de Indias , que, desde una inocente diversidad, pretende comprender las dificultades que la modernidad ha tenido y tiene entre nosotros.
Esa voz, empero, amorosa y deleitada, sobre lo venezolano adquiere un tono l¨²gubre y sombr¨ªo cuando se refiere a lo que nos ha hecho distintos de nuestros hermanos latinoamericanos. Para ¨¦l, no tiene mucho sentido hablar de los problemas venezolanos porque "lo que hay es el problema venezolano. Uno e indivisible. Con mil manifestaciones, pero con una sola ra¨ªz. Y el problema venezolano es el petr¨®leo". Quiz¨¢ sin propon¨¦rselo, y a trav¨¦s del ejemplo venezolano, Uslar alertaba sobre lo que significa para una sociedad la riqueza que se tiene a la mano, la que no se labra con la mano.
Quiz¨¢ por eso, desde el lejano 1936, comenz¨® una pr¨¦dica que luego se hizo t¨®pico en su pa¨ªs: "Hay que sembrar el petr¨®leo". Con ello no se quer¨ªa una simple e ingenua "vuelta a la tierra", como muchos -hasta mal¨¦volamente- creyeron leer, sino que se dirig¨ªa a pedir, una y otra vez, que la s¨²bita riqueza, si no quer¨ªa ser maldita y envenenadora, ten¨ªa que ser sembrada. Es una l¨¢stima que en los albores de un nuevo siglo, el sentido que va teniendo el t¨¦rmino "sembrad¨ªo" est¨¦ pre?ado de amenazas y tambi¨¦n que haya venezolanos que pongan tanto empe?o en sembrar vientos, sin caer en cuenta de que podr¨ªan estar preparando tempestades.
Antonio Cova Maduro es soci¨®logo y profesor de la Universidad Cat¨®lica Andr¨¦s Bello de Caracas.
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