6 CLAVES
En la semana de Rajoy y Mayor, la inmigraci¨®n ha seguido siendo tema principal. El verbo xen¨®fobo se hizo carne en Catalu?a e Ibarretxe sigue de autista.
1. Rajoy
Sube o baja? Mariano Rajoy asume el Ministerio del Interior sin dejar de ser vicepresidente. Aznar le mantiene el rango, pero le manda al paseo de la Castellana. Llega a La Moncloa Juan Jos¨¦ Lucas, el ministro pendiente que aparec¨ªa en todas las quinielas y siempre se quedaba fuera. Lucas, un hombre de la tierra, un amigo y valedor: La Moncloa, para la familia. Aznar sigue limpiando el palacio de extra?os. Buena parte de la prensa asegura que el nombramiento sit¨²a a Rajoy en primera l¨ªnea de la sucesi¨®n. Un juicio arriesgado conociendo el placer confesado que Aznar siente por el enredo y por generar el desconcierto tanto entre los suyos como en la prensa. Que nadie se sienta seguro de nada ante el jefe: as¨ª han actuado siempre todos los que entienden que ejercer el poder es tener en exclusiva el control de las riendas.
Dicen que Mayor Oreja se va muy satisfecho por la elecci¨®n de Rajoy. Mayor tem¨ªa que el escogido fuera Zarzalejos, un hombre con opiniones propias sobre el Pa¨ªs Vasco. El ministro cesante cree que Rajoy le reconoce su autoridad en materia vasca y que podr¨¢ hacerse escuchar desde Euskadi. Terrorismo e inmigraci¨®n, dos cuestiones destinadas a seguir encabezando la agenda de las prioridades pol¨ªticas, dependen de Interior. Todos los que llegan a este ministerio empiezan recordando la amplitud de competencias que les corresponden -la seguridad ciudadana, entre otras-, pero acaban sufriendo el s¨ªndrome del Norte. Mayor Oreja no fue excepci¨®n; m¨¢s bien al contrario, como correspond¨ªa a su origen y a sus intenciones de futuro. La inmigraci¨®n ha sido el punto d¨¦bil del ministro saliente. Quiso centralizar la pol¨ªtica de inmigraci¨®n en Interior, lo cual es dar por supuesto que se trata fundamentalmente de un problema de polic¨ªa de fronteras y de orden p¨²blico. Tiene Rajoy una oportunidad de no ser s¨®lo el ministro del terrorismo. La inmigraci¨®n lo reclama. ?Ser¨¢ capaz de humanizar la pol¨ªtica inmigratoria?
2. Otro pacto
Como ocurri¨® con el pacto antiterrorista, el Gobierno, despu¨¦s de decir enf¨¢ticamente que no le interesaba, acepta trabajar en un pacto de la inmigraci¨®n con el PSOE. La tenacidad de Rodr¨ªguez Zapatero vuelve a tener recompensa. Quiz¨¢ porque este Gobierno va comprendiendo que es bueno no estar solo en los problemas hipersensibles. El PP y el PSOE van a cometer la anomal¨ªa democr¨¢tica de pactar el incumplimiento de una ley imposible de cumplir. Extra?o caso: ?por qu¨¦ no la cambian? Cuesti¨®n de vanidades. El PSOE quiere negociar un pacto para otorgar a los inmigrantes derechos que la ley les niega. Y el PP acepta el pacto para no quedar en evidencia por una ley absurda. Pero ?le interesa realmente el pacto al PSOE? Los riesgos del pacto antiterrorista eran pocos: resulta f¨¢cil estar de acuerdo en d¨®nde est¨¢ el bien y d¨®nde est¨¢ el mal. Pero en materia de inmigraci¨®n hay diferencias sustanciales entre el PP y el PSOE. Los derechos individuales fundamentales y la lucha contra la explotaci¨®n salvaje son un programa de m¨ªnimos al que el PSOE no puede renunciar. Si lo hiciera ser¨ªa sospechoso de quererse esconder bajo el manto del PP para compartir los frutos de pol¨ªticas ventajistas como la seguida en el Ejido, lo que para buena parte de los suyos ser¨ªa inaceptable.
3. Banalizar
Las declaraciones de Marta Ferrusola y un libro de Heribert Barrera han hecho que estallara en Catalu?a el debate sobre la inmigraci¨®n por el lado peor: el de la xenofobia. Tarde o temprano, estos debates llegan. Cabe la esperanza de que los disparates de estas dos reliquias del nacionalismo catal¨¢n act¨²en como una vacuna y provoquen una reacci¨®n c¨ªvica que dote a la sociedad de defensas ante posteriores -y mayores- ataques de este tipo. Pero lo peor de estos casos es que se d¨¦ carta de normalidad al discurso xen¨®fobo. La banalizaci¨®n del mal es el camino directo al racismo ordinario. Por esta raz¨®n ha sido lamentable la comprensi¨®n mostrada por el presidente Pujol, que ha tardado una semana en marcar distancias, o por el consejero Mas, que a¨²n no las ha marcado, pero es lamentable tambi¨¦n el silencio ensordecedor de Pasqual Maragall, que ha desaprovechado otra oportunidad de encabezar la defensa de la dignidad de Catalu?a. No hay que satanizar un discurso que comparte mucha gente, dicen. Pues s¨ª: hay que decir que es una opini¨®n que la cultura democr¨¢tica rechaza. Y hay que decirlo con claridad, para que los que lo utilizan sientan que est¨¢n en falta. El pluralismo no es relativismo. El pluralismo es permitir que cada cu¨¢l diga lo que quiera, pero es tambi¨¦n que alguien diga que es una barbaridad lo que algunos han dicho. En la noche en que todos los discursos son iguales, el fascismo gana. No lo duden.
4. Autismo
El Ibarretxe candidato es igual de autista que el Ibarretxe presidente. Y sigue sin enterarse de la pel¨ªcula. Su primera acci¨®n como candidato -aunque la hace desde la presidencia del Gobierno vasco y, por tanto, con manifiesto uso de recursos p¨²blicos y de la imagen institucional en beneficio privado- es del mismo estilo de lo que ha hecho como presidente: una convocatoria, otra m¨¢s, para rezar y reflexionar por la paz. Esta vez, en la calle y en forma de manifestaci¨®n. No hay mayor cinismo que el de quien encubre su impotencia con apelaciones a la ¨¦tica y los buenos sentimientos. Ibarretxe se ha llenado la boca de apelaciones morales durante todo su mandato y lo sigue haciendo ahora. Por lo visto es su ¨²nico programa. El colmo del cinismo llega al igualar a las v¨ªctimas y a los verdugos: contra ETA y contra el PP y el PSOE. Y en una sola manifestaci¨®n. ?Alguien da menos?
5. Mandar
Sindicatos y patronal estaban negociando la reforma laboral con las dificultades propias de una cuesti¨®n en que los intereses son muy encontrados. Y, sin embargo, se avanzaba. Aznar se puso intransigente con los plazos, como si el calendario fuera m¨¢s importante que el acuerdo. Y, como ha dicho, Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo ha conseguido desincentivar la negociaci¨®n, sobre todo por la parte empresarial, que conf¨ªa m¨¢s en el Gobierno que los sindicatos. De nada ha servido que los negociadores pidieran m¨¢s tiempo. Aznar tiene prisa. ?Por qu¨¦? Porque tiene que demostrar que, pese a la descoordinaci¨®n de las vacas locas, pese al espect¨¢culo de la pol¨ªtica de inmigraci¨®n, pese al desconcierto de un Gobierno que pareci¨® desbordado durante un tiempo, ¨¦l manda. Y la oportunidad que ten¨ªa m¨¢s a mano era ¨¦sta.
6. Deconstrucci¨®n
En consonancia con los tiempos posmodernos que corren ha llegado el momento de la deconstrucci¨®n del subcomandante Marcos. ?l mismo la ha realizado, en un rasgo de lucidez, en una entrevista de Ignacio Ramonet. Hablando de s¨ª mismo en tercera persona, como le gusta hacer a la gente que se considera importante, ha explicado que cuando se saque el pasamonta?as, cuando llegue a M¨¦xico, 'probablemente se descubra entonces que la calidad literaria de los textos del sub no era tan buena como se pensaba. Que sus an¨¢lisis cr¨ªticos o de ciencias sociales no eran tan acertados, etc¨¦tera. En el momento en que eso desaparezca se va a desmitificar la figura de Marcos y todo lo que gira en torno ella'. Es una impecable disecci¨®n de un personaje pensado y construido para la sociedad de la imagen y una manera de dejar en posici¨®n m¨¢s bien inc¨®moda a sus aduladores. En perfecta coherencia, ¨¦l mismo -con la impagable ayuda de Fox, que se ha llevado h¨¢bilmente este icono poscomunista al huerto- organiza su viaje ritual de despedida. Lo de la tragedia y la farsa, que dec¨ªa el viejo Marx. Finalmente, el principal m¨¦rito de Marcos habr¨¢ sido cargarse al PRI. Que no es poco, por supuesto. Pero de ello no tiene la exclusiva: muchos millones de mexicanos han hecho tanto o m¨¢s que ¨¦l. Una pregunta: ?por qu¨¦ ciertos sectores de la izquierda sienten todav¨ªa fascinaci¨®n por el pasamonta?as y la jerga militar?
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