??ngulo o tri¨¢ngulo?
Posiblemente la decisi¨®n de publicar simult¨¢neamente en las ediciones de Catalu?a y Comunidad Valenciana de EL PA?S, el domingo 4 de marzo, un mismo informe sobre las infraestructuras de movilidad entre ambas autonom¨ªas, sea una de las iniciativas civiles mas ejemplares que se hayan dado, en lo ¨²ltimos a?os, desde la zona catalanoparlante del Estado.
C¨®jase un mapa y un poco de imaginaci¨®n y se observar¨¢ que Madrid, Valencia y Barcelona forman un tri¨¢ngulo rect¨¢ngulo, is¨®sceles. La hipotenusa, la conexi¨®n entre las dos primeras capitales espa?olas y los dos catetos, de 350 kil¨®metros, confluyendo en Valencia. Una superficie en cuyos bordes est¨¢ casi el 50% del PIB nacional. A continuaci¨®n, v¨¦ase el Plan de Inversi¨®n Ferroviaria 2000-2007 (6,8 billones de pesetas, el 0,65% del PIB de cada a?o) propuesto por Fomento y dib¨²jese lo que est¨¢ en ejecuci¨®n (Madrid-M¨¢laga, Madrid-Valladolid, Madrid-Barcelona) o con estudio informativo terminado (Madrid-Albacete y Madrid-Valencia). Resultado: el tri¨¢ngulo queda reducido a un ¨²nico ¨¢ngulo con v¨¦rtice Madrid. El cateto Valencia-Barcelona, llamado eje Mediterr¨¢neo es el gran ausente de este plan.
No le faltan argumentos a Fomento para justificar sus actuales decisiones. Madrid, por obra y gracia de las decisiones en cadena de las multinacionales, una vez soltado el lastre de responsabilidades estatales con las transferencias auton¨®micas, se ha convertido, adem¨¢s, en la capital econ¨®mica y en el centro de las nuevas tecnolog¨ªas. Siguiendo la inercia hist¨®rica del mapa ferroviario espa?ol que ha obedecido a un esquema radial, Fomento transmite en su plan que el debate nacional se reduce a un conjunto de puntos y distancias, en funci¨®n de su posici¨®n respecto a Madrid. Los trazados de L¨ªneas de Alta Velocidad (LAV) propuestos tienden a reforzar la radialidad, pero ahora, cuando estamos hablando del futuro como Estado, deber¨ªamos tomar de nuevo el debate de las tensiones centro versus periferia.
Demasiado atareados hemos estado en Valencia, desmontando los planes del equipo de Arias Salgado, para que la conexi¨®n con Madrid, no fuera una l¨ªnea quebrada v¨ªa Albacete, 100 a?os vieja (m¨¢s de un a?o han perdido Zaplana y Bono para aceptar lo obvio y no quiero pensar c¨®mo seguir¨ªamos si ?lvarez Cascos no hubiera impuesto la racionalidad) como para poder abrir el debate del tercer lado del tri¨¢ngulo. Ahora es urgente anotar que el eje mediterr¨¢neo queda malparado y que, por mor de la intermodalidad, ser¨¢ el nuevo aeropuerto de Madrid, la plataforma internacional y transoce¨¢nica de Valencia en detrimento de El Prat, ahora que ya est¨¢ aceptada la obviedad de que las LAV deben llegar a los grandes aeropuertos.
Este eje, adem¨¢s de informes t¨¦cnicos, necesita tanto presupuestos como pol¨ªticos de raza. Para empezar, en Barcelona se ha interpretado, a cuenta de las afinidades pol¨ªticas entre el Gobierno del Estado y el de la Comunidad Valenciana, que se estaba gestando un frente Madrid-Valencia, en contra de Barcelona. Aunque los argumentos manejados para ello sean endebles y baste con repasar las inversiones pasadas, actuales y previstas del Estado en la Comunidad Valenciana para desmontarlo, el tema est¨¢ calando y hay que clarificarlo antes de que se enquiste.
La conexi¨®n Valencia-Barcelona que se est¨¢ dibujando es un zurcido con trozos de LAV y v¨ªas de distintos anchos. Solucionarlo no es ni t¨¦cnicamente f¨¢cil ni barato; sin embargo lo peor, como se deduce de la informaci¨®n de EL PA?S, es que nadie est¨¢ dispuesto a ponerse manos a la obra. A Pujol no parece excitarle demasiado, teniendo ya la LAV Tarragona-Barcelona, deslumbrado como est¨¢ por la conexi¨®n francesa, que les adelanto, no le facilitar¨¢n en absoluto sus vecinos franceses (la explicaci¨®n queda para otro d¨ªa). Castell¨®n qued¨® escandalosamente fuera del estudio informativo que Arias Salgado present¨® en diciembre de 1999 y solo la iniciativa del nuevo equipo de Fomento ha permitido empezar a estudiar su conexi¨®n con Valencia. En medio un gran agujero, Castell¨®n-Tarragona. Mientras, el apa?ado Euromed sigue demostrando diariamente con su ¨¦xito la demanda que hay para este corredor.
En Valencia, donde algunos creemos que el sentimiento anticatalanista est¨¢ en retirada, superando otra asignatura pendiente de la transici¨®n, nos movemos entre la contundencia de Pasqual Maragall ('Si Madrid se va solo por ah¨ª, puede ser que un d¨ªa se encuentre que los dem¨¢s vamos todos juntos por otro lado') y la razonable perplejidad de Miquel Alberola ('Barcelona... dio un paso de gigante y se invisti¨® de una frialdad tan suiza, que hasta Madrid resultaba m¨¢s mediterr¨¢neo. De tanto mirar hacia Madrid, Barcelona se olvid¨® de Mallorca y de Valencia. Se ensimism¨® en su crecida y ¨¦sta fue directamente proporcional al encogimiento de sus hermanas').
Ahora que ya nadie parece tener dudas acerca de las limitaciones del modo a¨¦reo y del autom¨®vil, en nuestro tri¨¢ngulo de oro, ha llegado el momento de afirmar que el eje ferroviario mediterr¨¢neo es el gran tema pendiente que catalanes y valencianos tienen entre manos. Aunque no sea popular, no ser¨ªa ning¨²n disparate que ambos pensaran en rascar de sus propios presupuestos los dineros que puedan hacer que Fomento cambie su filosof¨ªa, como acaba de hacer Galicia. Esta conexi¨®n es tan importante econ¨®mica, social y culturalmente que supera con mucho las ventajas de la m¨ªtica conexi¨®n con los Pirineos.
Desafortunadamente, las relaciones transversales dentro de las zonas catalanoparlantes no parecen tan fluidas como las radiales y con ello el cateto Barcelona-Valencia est¨¢ sin decidir. Si ambas sociedades civiles no saben reaccionar demostrar¨¢n, perdonen el chiste f¨¢cil, un catetismo alarmante, con lo que el tri¨¢ngulo ser¨¢ s¨®lo un ¨¢ngulo.
Gregorio Mart¨ªn Quetglas es catedr¨¢tico y director del Instituto de Rob¨®tica de la Universidad de Valencia.
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