Los peque?os pueblos adecuan sus planes urban¨ªsticos
El desfase de los planes actuales limita las posibilidades de desarrollo de muchos pueblos
Esta amenaza afecta a zonas demandadas como destino tur¨ªstico de interior en toda la Comunidad Aut¨®noma: La Sierra de Aracena y Picos de Aroche en Huelva; La serran¨ªa de C¨¢diz, la falda sur de Sierra Nevada, N¨ªjar (Almer¨ªa); la zona de Cazorla en Ja¨¦n; y en M¨¢laga, a casi la totalidad de la provincia, pero especialmente a la Serran¨ªa de Ronda y La Axarqu¨ªa.
En M¨¢laga, por el agotamiento de suelo en algunas zonas de costa, la resoluci¨®n del problema es especialmente urgente. De hecho, algunos pueblos de segunda l¨ªnea de costa, como Alhaur¨ªn de la Torre o C¨¢rtama, han llegado a perder su fisonom¨ªa por el crecimiento incontrolado registrado en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Junta, Diputaci¨®n y Diputaci¨®n y alcaldes de todas las comarcas malague?as han iniciado una ronda de conversaciones para agilizar la tramitaci¨®n de su planificaci¨®n urban¨ªstica.
'Los planes se iniciaron en los a?os ochenta, pero en muchos casos la planificaci¨®n se limita al casco urbano y en todo caso a alg¨²n equipamiento deportivo, y las normas est¨¢n tan desfasadas que hay que renovarlas por completo', dice Carlos Hern¨¢ndez Pezzi, arquitecto responsable de la Oficina de Planeamiento de la Diputaci¨®n de M¨¢laga, creada para agilizar la gesti¨®n del planeamiento en aquellos pueblos que carecen de medios t¨¦cnicos para asumir su elaboraci¨®n.
Con todo, debido a la cantidad de proyectos pendientes y a la pesada tramitaci¨®n legal, los procesos se ralentizan, para desesperaci¨®n de los alcaldes. 'La falta de planificaci¨®n hace que muchas veces municipios lim¨ªtrofes tengan distinto tratamiento urban¨ªstico, lo que genera desigualdades y quejas vecinales', afirma Salvador Pend¨®n, vicepresidente de la Diputaci¨®n malague?a y alcalde de Ardales.
Las principales demandas de los vecinos actualmente se refieren a la edificaci¨®n de nuevas casas o alojamientos hoteleros; suelo industrial; equipamiento p¨²blico o viviendas sociales. La misma construcci¨®n de una carretera o un acceso no se puede abordar sin tener en cuenta las normas subsidiarias.
Sin embargo, los alcaldes no s¨®lo se enfrentan a las reclamaciones y protestas de los vecinos. Tambi¨¦n reciben peticiones de promotoras for¨¢neas, generalmente extranjeras, que se han hecho con grandes extensiones de terreno y quieren iniciar la construcci¨®n de viviendas a gran escala. Esto supone a corto plazo una fuerte inyecci¨®n econ¨®mica: creaci¨®n de empleo, ingresos para las arcas p¨²blicas y demanda de nuevos servicios. Una tentaci¨®n en la que es f¨¢cil caer a menos que se tenga una s¨®lida convicci¨®n conservacionista.
'Esas iniciativas hacen m¨¢s urgente una planificaci¨®n sostenible', indica Hern¨¢ndez Pezzi, 'porque el impacto que puede suponer la construcci¨®n de 350 nuevas viviendas en un municipio de 500 habitantes es tremendo, por muy respetuosas con el paisaje que sean las viviendas. Y no es un problema s¨®lo de paisaje, sino de servicios y de equipamiento'. Pero muchas veces, las constructoras se van haciendo con grandes extensiones de terreno porque las normas son demasiado restrictivas: si un vecino no puede sacar ninguna rentabilidad de un peque?o terreno familiar, lo normal es que termine vendi¨¦ndolo al mejor postor.
'Para evitar este tipo de comportamientos', explica Enrique Salvo, delegado de Obras P¨²blicas en M¨¢laga, 'hemos introducido en el planeamiento la figura de la parcela hist¨®rica, que permite que alguien que por herencia tenga un terreno r¨²stico que no llegue a la extensi¨®n m¨ªnima para construir en ¨¦l, pueda obtener una licencia legal para edificar una vivienda unifamiliar'.
El objetivo, pues, es definir cuanto antes unos par¨¢metros justos de desarrollo sostenible que eviten el crecimiento amorfo y desmesurado de los pueblos sin convertirlos tampoco en decorados intocables que condenen al ¨¦xodo a sus habitantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.