EE UU y el retroceso europeo
Despu¨¦s de una d¨¦cada en la que se observ¨® un diferencial significativo y creciente a favor de la econom¨ªa estadounidense, 2001 podr¨ªa ser un a?o de igualdad de las tasas de crecimiento entre EE UU y la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), situ¨¢ndose ambas en el entorno del 2,5%. Una noticia aparentemente buena. Pero no lo es tanto si se tiene en cuenta que la igualdad de las tasas de crecimiento entre ambas ¨¢reas est¨¢ ligada a que la desaceleraci¨®n prevista en EE UU es significativamente mayor que la esperada en la UEM. Esto es, no se ha conseguido, como hubiera sido deseable, una convergencia por m¨¦ritos europeos y en una situaci¨®n de fortaleza estadounidense.
La UEM no parte de una buena posici¨®n relativa con EE UU. Lleva el lastre del diferencial que ha acumulado en los ¨²ltimos a?os. Si se considera el crecimiento del PIB por empleado, esto es, de la productividad aparente del trabajo, se observa que el avance de los a?os ochenta y de la primera mitad de los noventa, en los que la productividad pas¨® de situarse en el 75% de la estadounidense al 82%, se ha perdido por completo en la segunda mitad de los noventa. Esto es, en t¨¦rminos relativos, la productividad relativa ha regresado a los niveles de comienzos de los a?os ochenta. En gran medida, como consecuencia de un notable aumento de la productividad en EE UU, que, con una variaci¨®n anual promedio del 2,6% en el periodo 1996-2000 frente al 1,2% de los 15 a?os anteriores, duplic¨® el crecimiento de esta variable en Europa.
Por tanto, 2001 s¨®lo supondr¨¢ una pausa en este retroceso relativo de la UEM. Si finalmente la econom¨ªa estadounidense se recupera y la actividad europea se modera progresivamente hacia su tasa potencial, el 2,2%, se seguir¨¢n perdiendo posiciones. Regresar a 1995 se presenta como un reto complicado. As¨ª, si se asume un crecimiento del empleo del 1% en las dos ¨¢reas econ¨®micas en los pr¨®ximos a?os, y se supone que la UEM crecer¨¢ medio punto m¨¢s que la econom¨ªa estadounidense cada a?o, el retorno costar¨ªa 16 a?os. Esto implica que si, de ahora en adelante, EE UU mantiene un crecimiento similar al que ha experimentado en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, esto es, un 3,0%, Europa deber¨ªa crecer a un promedio del 3,5%.
No parece f¨¢cil. En EE UU, la oferta explica la mayor parte del crecimiento en los ¨²ltimos a?os. La desaceleraci¨®n que se empez¨® a observar en el cuarto trimestre de 2000 aparece vinculada a un descenso de la demanda, mientras la oferta mantiene un notable ritmo de avance. En la UEM, el excepcional crecimiento de 2000 est¨¢ vinculado a una expansi¨®n de la demanda, mientras que la oferta mostr¨® un d¨¦bil crecimiento, reflejo de las dificultades derivadas de la fragmentaci¨®n y falta de flexibilidad de los mercados europeos. Si continuase esta situaci¨®n, Europa estar¨ªa abocada a crecer por debajo de EE UU, excepto cuando esta econom¨ªa se desacelere, como ha ocurrido en los ¨²ltimos 30 a?os.
Mayte Ledo es economista jefe para la OCDE y Mercados del Servicio de Estudios del BBVA.
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