Una expulsi¨®n inhumana
Cuatro partidos de sanci¨®n a un jugador ingl¨¦s por quitarse la camiseta tras un gol para mostrar otra con el nombre de su hijo enfermo
Dicen los ingleses que la FA Cup (la Copa de la Federaci¨®n) no s¨®lo es la competici¨®n futbol¨ªstica m¨¢s antigua, sino tambi¨¦n la m¨¢s hermosa y rom¨¢ntica. Y no tanto por la calidad de los 147 equipos que la juegan como por las an¨¦cdotas humanas qu¨¦ desde 1871 la han adornado.
El pasado s¨¢bado, por ejemplo, aument¨® su grandeza. Corr¨ªa el minuto 90 del partido entre el Leicester, sexto en la Primera Divisi¨®n, y el modesto Wycombe Wonderers, un segunda. El primero, que jugaba en su campo, estaba a un paso de clasificarse para las semifinales. Pero su rival segu¨ªa luchando por dar el campanazo. Su fe encontr¨® la recompensa ansiada cuando su delantero Essandoh cabece¨® al borde del final el gol decisivo.
En medio de la algarab¨ªa de unos, la incredulidad de otros y el desprendimiento de grandes emociones, Maxwell, un ni?o de apenas 15 meses y mascota del Wycombe en ese encuentro, seguramente no comprendi¨® por qu¨¦ su pap¨¢, el centrocampista Steve Brown, gritaba como un descosido mientras se quitaba la camiseta para mostrar otra con el nombre de su hijo y se un¨ªa a la locura que embargaba a los jugadores y los aficionados de su modesto equipo.
Pero a¨²n debi¨® de entender mucho menos c¨®mo su pap¨¢ abandonaba despu¨¦s el terreno de juego entre l¨¢grimas y sollozos mientras sus compa?eros segu¨ªan corriendo detr¨¢s de la pelota durante el escaso tiempo que restaba para la conclusi¨®n del partido.
Brown, de 34 a?os, acababa de ser expulsado por quitarse la camiseta para celebrar el gol que llevaba a su equipo a las semifinales de la FA Cup. Sin embargo, la explosi¨®n de su alegr¨ªa hab¨ªa ido unida a la expresi¨®n de su drama personal.
Un drama que el ¨¢rbitro, mientra le ense?aba la segunda tarjeta amarilla, no tom¨® en consideraci¨®n. Y es que el hijo de Brown, al que su madre, Nicola, hab¨ªa llevado al f¨²tbol por primera vez, ha sufrido ya 20 intervenciones quir¨²rgicas a su corta edad a causa de haber nacido con el es¨®fogo desconectado del est¨®mago.
Su expulsi¨®n le ha costado a Brown una sanci¨®n de cuatro partidos. La directiva del Wycombe ha confirmado que apelar¨¢ contra esa decisi¨®n, pero las autoridades deportivas quiz¨¢ no cambien de parecer. Y es que algunas de ellas se han apresurado a advertir que el jugador del Wycombe acumula ya una tarjeta roja y diez amarillas en la presente temporada.
Parad¨®jicamente, sin embargo, la International Board, el organismo que establece las reglas del f¨²tbol, hab¨ªa decidido ese mismo s¨¢bado recomendar a los ¨¢rbitros -la FIFA ya lo ha aceptado- que en adelante no sancionen a quienes se quiten la camiseta para festejar la consecuci¨®n de un gol 'mientras lo celebren dentro del terreno de juego y no hagan gestos obscenos o provocativos'.
De momento, el caso de Brown ha llenado las paginas de la prensa brit¨¢nica, que ha sido implacable con el colegiado, Steve Bennett, por su inflexibilidad. En el m¨¢s expl¨ªcito ejemplo de la indignaci¨®n, un columnista escribi¨® acerca de ¨¦l: 'Felicitaciones, Steve, por no comprender la pasi¨®n del f¨²tbol. Felicitaciones por haber arruinado el momento m¨¢s grande en la carrera de un futbolista desconocido'.
Brown, que, en definitiva, no se perder¨¢ la semifinal contra el Liverpool, ha querido en un gesto que le honra quitar hierro al asunto: 'La gente puede decir que el ¨¢rbitro no tuvo coraz¨®n, pero ¨¦l se tiene que ce?ir a las reglas. Yo asumir¨¦ mi castigo con entereza. Ya he sufrido bastantes reveses en mi vida para que ¨¦ste me preocupe'.
Es muy probable que el peque?o Maxwell siga sin entender por qu¨¦ su papa se quit¨® la camiseta para celebrar un gol. Igualmente seguir¨¢ sin comprender su llanto mientras caminaba cabizbajo hacia el vestuario. Pero alg¨²n d¨ªa sabr¨¢ al fin que, gracias a la grandeza del f¨²tbol, su pap¨¢ pudo liberarse de su angustia aireando el nombre de su querido hijo.
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