Asalto a la Sindicatura
Valga el t¨®pico, m¨¢xime ahora que estamos en Fallas: El PP est¨¢ utilizando una resoluci¨®n sobre El Cabanyal emitida por la S¨ªndic en funciones, Emilia Caballero, para incendiar la Sindicatura de Greuges. Los populares tienen la piel muy fina y cualquier cr¨ªtica, por superficial que sea, les saca de sus casillas. Los or¨ªgenes de esta hipersensibilidad hay que buscarlos en la anterior legislatura y en el resultado de las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas. Durante el periodo 1995-99 la crisis interna de los socialistas hizo de las Cortes Valencianas un balneario en el que los populares se solazaban sin m¨¢s sobresaltos que los derivados de alguna iniciativa aislada de Esquerra Unida o los coletazos de la agonizante Uni¨®n Valenciana al final de la legislatura. Aquella placidez vino a ser sustituida por una mayor¨ªa absoluta tan holgada que resulta imposible de digerir por el PP. De tal suerte que el centrismo moderado, santo y se?a de los primeros cuatro a?os en el Consell, ha devenido en altivez y soberbia. Abotargados por el ¨¦xito, los representantes del partido en el gobierno se asombran por la existencia de una incipiente oposici¨®n o se rebelan cuando alguien osa llevarles la contraria. Las manifestaciones de su perplejidad oscilan entre el ninguneo (opci¨®n favorita del presidente Eduardo Zaplana, empe?ado en reducir a 'an¨¦cdotas' o 'chascarrillos', cualquier opci¨®n disidente por razonada que est¨¦) y la satanizaci¨®n del adversario, convertido a menudo en un traidor vendepatrias por la sencilla raz¨®n de mostrar su desacuerdo con las directrices del poder.
Ahora le ha tocado el turno a la S¨ªndic de Greuges, condenada a la hoguera por emitir un informe contrario a sus intereses partidistas. Lo inaudito en este caso son los m¨¦todos utilizados, contrarios a los m¨¢s elementales principios democr¨¢ticos. De entrada, se le niega la presunci¨®n de inocencia, puesto que se la condena neg¨¢ndole el uso de la palabra e impidiendo que comparezca en las Cortes para que pueda explicar su gesti¨®n. A continuaci¨®n se comete un presunto fraude de ley al violentar el reglamento de la c¨¢mara y la propia Ley de la Sindicatura para alcanzar una reprobaci¨®n que se presenta como acuerdo del parlamento, cuando en realidad no es sino la expresi¨®n del resquemor de un partido que se siente ofendido porque Emilia Caballero no le baila el agua. Y, en el colmo de los desprop¨®sitos, la presidenta de las Cortes, actuando como una delegada del Consell, niega la palabra a los partidos de la oposici¨®n, en una decisi¨®n cuyos precedentes s¨®lo pueden encontrarse en reg¨ªmenes o actuaciones autoritarias. M¨¦todos y pr¨¢cticas m¨¢s propios de la Inquisici¨®n que de una sociedad que se reclama democr¨¢tica, plural y tolerante.
El acoso a la S¨ªndic ha venido acompa?ado, como no pod¨ªa ser de otra manera, por una catarata de descalificaciones a la actuaci¨®n del portavoz socialista, sustentada en una acusaci¨®n tan endeble como la de 'machista'. Ahora bien, que la acusaci¨®n sea rid¨ªcula no significa que Andr¨¦s Perell¨® estuviera acertado en sus manifestaciones. Su afici¨®n a la pirotecnia verbal y su gusto por el tremendismo le llevaron a pronunciar frases que no son de recibo. Pero la cortina de humo que pretende tender el PP para ocultar el fondo de la cuesti¨®n demuestra hasta qu¨¦ punto es consciente de la fragilidad de su posici¨®n.
La colusi¨®n entre la S¨ªndic y el Consell ha provocado una crisis que puede arramblar con la instituci¨®n y extenderse a otros ¨¢mbitos en los que son necesarias las mayor¨ªas cualificadas. No se puede pretender asaltar impunemente la Sindicatura de Greuges sin m¨¢s razones y motivos que los partidistas, porque ello supone la deslegitimaci¨®n, ahora y en el futuro, de la instituci¨®n que se pretende defender. La actuaci¨®n del PP en este punto ha puesto al descubierto el d¨¦ficit democr¨¢tico de algunos de sus m¨¢s cualificados dignatarios, especialmente el de la presidenta de las Cortes Valencianas, impropia de quien tiene que velar por el equilibrio y la limpieza democr¨¢tica.
El PP es consciente de que lo que se ventila estos d¨ªas no es la continuidad o no de Emilia Caballero al frente de la Sindicatura, sino la existencia de la propia Sindicatura. Objetivo ¨²ltimo, tal vez, de una estrategia que no duda en utilizar m¨¦todos predemocr¨¢ticos para estrangular una instituci¨®n que no pueden controlar por mucha mayor¨ªa absoluta que dispongan.
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