C¨¦sar Gir¨®n oye los tres avisos
Tres avisos le tocaron a C¨¦sar Gir¨®n en el ¨²ltimo novillo de la tarde y el astado tuvo que ser apuntillado en el ruedo al aquerenciarse en tablas y no conseguir los cabestros llev¨¢rselo a los corrales. Al p¨²blico no le afect¨® mucho el suceso, seguramente porque todos hab¨ªan podido apreciar, a la vista de las malas trazas toricidas del novel espada, el nulo oficio que tiene con el manejo del estoque.
Es una pena que los responsables de la carrera de este chico, que es nieto del matador de toros venezolano del mismo nombre, famoso por sus triunfos en todos los ruedos durante la d¨¦cada de los cincuenta, no le hayan ense?ado c¨®mo se matan los toros. Es cierto que el novillo que se le fue vivo ten¨ªa algunas dificultades para poder ejecutar la suerte suprema. Iba con la cara alta, fue muy poco castigado en varas y su casta le hizo crecerse en el trance final. Para esos casos hay que decidirse por la estocada pescuecera o chalequera, pero para eso tambi¨¦n se necesita un oficio que es evidente que el sevillano no posee.
Hay que insistir en que es una pena que no le hayan dotado de buena t¨¦cnica estoqueadora, porque para el toreo s¨ª parece tenerla. Gir¨®n intenta hacerlo a la manera cl¨¢sica, se coloca bien, dando el pecho, y en las faenas que realiz¨® le salieron algunos naturales excelentes. Su primer enemigo fue un novillete flojito, modorro y moribundo y ese sexto de Sotillo, adem¨¢s de no humillar, se quedaba muy corto y se distra¨ªa. Aun as¨ª, se dobl¨® muy bien por bajo con ¨¦l y le sac¨® un pase con la izquierda largo y templado.
Tampoco mostr¨® muchas ma?as con la espada Luis Alfonso Oliveira, para el que sonaron dos avisos en el cuarto. Adem¨¢s, su labor con la muleta le result¨® siempre pesada y tostonera, porque se empe?¨® en arrearles infinitos derechazos a sus antagonistas, tanto si los admit¨ªan como si no. Al primero le solt¨® interminables tandas, desacopladas y embarulladas. Con su segundo, m¨¢s de lo mismo: otra vez derechazo va, derechazo viene y, como se trataba de un bicho manso, medio inv¨¢lido y distra¨ªdo, el aburrimiento alcanz¨® cotas muy elevadas.
Completaba la terna de debutantes el portugu¨¦s Procuna, que demostr¨® que puede llegar a ser un banderillero muy aceptable. En cambio, con un novillo inv¨¢lido y otro molesto y pegajoso no acert¨® a conducir sus embestidas ni acoplarse con ellas.
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