?Un maquillaje de muerto?
La semana pasada, el presidente paraguayo renov¨® a tres de sus ministros y anunci¨® que habr¨ªa m¨¢s cambios. Parecer¨ªa que finalmente, Luis ?ngel Gonz¨¢lez Macchi, un deportista frustrado de 53 a?os, decidi¨® hacer algo con el poder que, el 28 de marzo de 1999, el Senado puso en sus manos. Nuevos rostros ocuparon los Ministerios de Relaciones Exteriores, (Jos¨¦ Antonio Moreno Ruffinelli, el cuarto ministro en dos a?os), en Agricultura y Ganader¨ªa (Pedro Lino Morel) y en Obras P¨²blicas y Comunicaciones (Alcides Jimenes).
Pero habr¨¢ que ver si los recientes cambios en el Gabinete no son en realidad un vano intento para dar color a un Gobierno que ha sido totalmente deslucido.
Desde que asumi¨® el poder, en marzo de 1999, en medio de la peor crisis paraguaya desde el derrocamiento del viejo general Alfredo Stroessner (en el poder desde 1954 a 1989), el Gobierno no ha hecho otra cosa que dar manotazos en el aire.
Se le cuestiona duramente por no haber aprovechado la crisis para asumir y enfrentar los problemas de fondo que se vienen arrastrando y que en parte tienen que ver con un sistema econ¨®mico y pol¨ªtico obsoleto.
Las banderas del Ejecutivo
Una de las banderas del nuevo Gobierno fue la reforma del Estado y la lucha contra la corrupci¨®n. Sin embargo, los cambios hechos hasta ahora han sido t¨ªmidos y de poco alcance. Se ha abierto el caminoa la venta de la telef¨®nica nacional, pero se ha hecho poco para reorganizar un gigantesco e ineficiente aparato estatal, uno de los grandes responsables de un d¨¦ficit fiscal que supera el 4,5% del producto interior bruto (PIB).
El Plan Estrat¨¦gico y de Desarrollo Econ¨®mico, tambi¨¦n conocido como Plan de emergencia , presentado esta semana, contiene algunas propuestas interesantes para enderezar el tim¨®n en lo econ¨®mico pero en realidad no se aleja mucho de ser una lista de buenas intenciones. No da plazos ni detalla las estrategias a seguir para conseguir los objetivos que se propone. Por esta raz¨®n, muchos se preguntan si no se trata de seguir postergando los problemas y continuar con la estrategia de bombero del Gobierno, que se ha preocupado m¨¢s por apagar incendios que por resolver cuestiones de fondo. Por lo pronto, marzo es tradicionalmente el mes de las grandes movilizaciones y reclamaciones populares. En medio de un enorme y costoso operativo de seguridad, el mi¨¦rcoles pasado se realiz¨® una gran marcha campesina en la que participaron m¨¢s de 20.000 personas. ?sta fue seguida al d¨ªa siguiente por otra de unos 7.000 maestros del interior del pa¨ªs. Los campesinos y trabajadores se unir¨¢n el pr¨®ximo 26 de marzo para otra gran expresi¨®n de descontento. El s¨¢bado, unas quinientas personas marcharon en Asunci¨®n para pedir la renuncia del mandatario. Se anuncian m¨¢s marchas y protestas.
Al mismo tiempo, el Gobierno ha hecho suya la bandera de la lucha contra la corrupci¨®n que, seg¨²n estudios realizados por el Banco Mundial y por organizaciones privadas como Transparencia Internacional, alcanza niveles end¨¦micos en Paraguay. Pero no han dejado de llover las acusaciones de un enriquecimiento il¨ªcito descarado por parte de funcionarios del Ejecutivo. La prensa local contin¨²a siendo el principal escenario de denuncias y, muy t¨ªmidamente, algunos jueces y fiscales han empezado a tomar cartas en el asunto. El ¨²ltimo esc¨¢ndalo salpica al propio presidente de la Rep¨²blica, cuyo auto oficial es mau. Es decir, fue importado ilegalmente y podr¨ªa haber sido robado en Brasil.
El hecho no habr¨ªa sido tan da?ino si el mandatario no hubiese tratado de minimizar la cuesti¨®n se?alando que "no era para tanto".
Sin embargo, a medida que progresa la investigaci¨®n, se dan indicios de que existe una compleja maquinaria para la falsificaci¨®n de documentos dentro del aparato estatal, lo que en t¨¦rminos coloquiales en Paraguay se conoce como rosca mafiosa. Se cree que estas roscas tienen invadidas pr¨¢cticamente casi todas las dependencias del Estado y que, en gran medida, impiden su normal desenvolvimiento.
Este y otros incidentes han contribuido a da?ar a¨²n m¨¢s la credibilidad de Gonz¨¢lez Macchi, cuyo mayor problema es la ausencia de legitimidad. El presidente no fue elegido por voto popular. Su designaci¨®n por el Senado fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia, pues se consider¨® en su momento que el pa¨ªs, conmocionado como estaba, no ofrec¨ªa las condiciones necesarias para realizar nuevas elecciones generales. Poco a poco, Gonz¨¢lez Macchi fue perdiendo el apoyo de los partidos de la oposici¨®n primero y de la gente de su propio partido.
El poderoso Partido Colorado, en el poder desde 1947, al que pertenece el presidente, est¨¢ m¨¢s dividido que nunca. Existen m¨¢s de diez facciones internas que se disputar¨¢n el control del partido el pr¨®ximo 6 de mayo. La contienda ser¨¢ entre un sector tradicionalista liderado por el stronista Bader Rachid Lichi, en alianza con el sector oviedista, y el liderado por el reformista y populista ex ministro de Educaci¨®n Nicanor Duarte Frutos.
La proximidad de las internas coloradas, que ser¨¢n seguidas por las elecciones municipales en agosto, tambi¨¦n ponen en duda la verdadera intenci¨®n de los cambios ministeriales. Podr¨ªa tratarse de una simple reorganizaci¨®n para complacer a sectores pol¨ªticos del partido colorado.
Los cambios tampoco han estado ajenos a la controversia. Dos miembros del directorio del Banco Central que rehusaron poner a disposici¨®n sus cargos, como hab¨ªa solicitado el presidente, denunciaron que se estar¨ªa buscando su sustituci¨®n en venganza por las denuncias de irregularidades en la intervenci¨®n de bancos (los miembros del directorio tienen una inamovilidad similar a la de los ministros de la Corte y s¨®lo pueden ser destituidos por juicio pol¨ªtico).
Pero la falta de personalidad y determinaci¨®n de las que se acusa a Gonz¨¢lez Macchi han sido tambi¨¦n, ir¨®nicamente, su mayor ventaja. No ha sido f¨¢cil complacer a sectores con expectativas y necesidades muy diferentes. Esta flexibilidad del presidente le ha facilitado la soluci¨®n temporal de la crisis por medio de un continuo vaiv¨¦n hacia distintos grupos de poder. Nadie est¨¢ seguro de cu¨¢nto tiempo m¨¢s podr¨¢ seguir funcionando esta estrategia en vista de que el espacio de maniobrabilidad se va achicando cada vez m¨¢s. ?Hasta d¨®nde podr¨¢ Gonz¨¢lez Macchi seguir haciendo promesas?
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