Una exposici¨®n lleva los fastos de los primeros Borbones al rinc¨®n m¨¢s pobre de EE UU
Don Juan Carlos agradece la 'gran lecci¨®n hist¨®rica' de las autoridades de Jackson
Jackson, capital del Estado de Misisip¨ª, con menos de 200.000 habitantes, un 55,7% de ellos afroamericanos, y una larga historia de pobreza y de conflictos raciales, ofrece desde el 1 de marzo y durante seis meses la posibilidad de cruzar algunas de las estancias m¨¢s emblem¨¢ticas de palacios reales espa?oles en una muestra de una magnitud muy infrecuente en el mundo de estos eventos culturales. El rey Juan Carlos, que visit¨® ayer La Majestad de Espa?a, t¨ªtulo de la muestra, agradeci¨® a las autoridades de Jackson que hayan dado 'una gran lecci¨®n hist¨®rica' para Espa?a y EE UU.
La exposici¨®n, que abarca los a?os 1746-1833, correspondientes a los reinados de Fernado VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, un periodo en el que la Monarqu¨ªa espa?ola apoy¨® activamente desde estas tierras, con armas y con dinero, la lucha frente a Inglaterra por la independencia de Estados Unidos, no es el producto de la imaginaci¨®n calenturienta de alg¨²n millonario con el vicio de desmontar iglesias rom¨¢nicas en Europa para reconstruirlas en su rancho, sino la iniciativa comercial de un emprendedor aficionado al arte y a sus mercados, llamado Jack Kyle, que ha encontrado en estas exposiciones el medio de mejorar la imagen de su Estado.
Conocido por ser la patria de Elvis Presley y BB King, de John Grisham, Tennessee Williams y William Faulkner, Misisip¨ª ha sido noticia en estos tiempos en los que el cultivo del algod¨®n ya no es m¨¢s que un recuerdo hist¨®rico por haber celebrado exposiciones como la de Palacios de San Petersburgo, en 1996, o Esplendores de Versalles, en 1998. Cada una de ellas recibi¨® m¨¢s 400.000 visitantes de todo EE UU, en una ciudad que no ofrece ning¨²n entretenimiento y en la que se desaconsejan vivamente los paseos nocturnos. El Pabell¨®n de las Artes donde se celebran estos eventos, y que ha vendido ya 100.000 entradas para la exposici¨®n espa?ola a un precio de 2.500 pesetas, ni siquiera tiene la consideraci¨®n arquitect¨®nica que se le supone a un museo. Se parece m¨¢s a un estudio de cine y ofrece la ventaja de que su estructura interna es muy manejable para crear decorados y reproducir ambientes.
Para la magn¨ªfica exposici¨®n La Majestad de Espa?a, Jack Kyle ha conseguido elevar su presupuesto hasta los 2.000 millones de pesetas, y esa cifra ha permitido a Javier Morales, comisario del Patrimonio Nacional, y a Leticia Ruiz, comisaria del museo del Prado, dise?ar un fabuloso proyecto que, seg¨²n Morales, ha implicado restauraciones, reproducciones y transportes considerados inicialmente poco menos que imposibles, en los que se ha trabajado durante dos a?os.
Visi¨®n deslumbrante
El resultado es deslumbrante. Desde un entorno urbano sin ning¨²n atractivo y a trav¨¦s de la modesta puerta del Pabell¨®n de las Artes, se accede en pocos minutos a la Sala de las Esculturas de la Casita del Labrador de Aranjuez, reproducida minuciosamente con el m¨¢ximo respeto a las medidas, colores y muebles originales, y de ¨¦sta al antedormitorio de Carlos IV en el Palacio del Pardo, cuya reconstrucci¨®n ha requerido una investigaci¨®n de Patrimonio, ya que su decoraci¨®n original, con tapices de Francisco de Goya, hab¨ªa sido sustituida hace tiempo.
La sala m¨¢s espectacular de la exposici¨®n es, con todo, la que contiene una enorme g¨®ndola perteneciente a Carlos II de cerca de 25 metros de eslora, tocada de un gran baldaquino coronado por angelotes y recubierta en su casi totalidad con pan de oro, que se enfrenta con la carroza de Fernando VII, la misma que utilizaron para su boda la Reina Victoria Eugenia y Alfonso XIII, tirada por ocho enormes caballos de cart¨®n y sus palafreneros.
Pero las joyas de la muestra, que incluye tambi¨¦n cuadros de los pintores de c¨¢mara de los reyes rese?ados -Van Loo, Mengs, Goya y Vicente L¨®pez-, son las reproducciones exactas de la Sala de las Porcelanas del Palacio de Aranjuez y de la Sala de los Estucos de la Casita del Pr¨ªncipe del palacio del Prado. S¨®lo para hacer la primera, m¨¢s de 60 restauradores de El Barco, una empresa privada utilizada habitualmente por el Patrimonio Nacional, trabajaron durante m¨¢s de un a?o para construir el molde de silicona, hacer el vaciado de esas paredes de cer¨¢mica, pintar sus caprichosas chinoiseries, transportarlas y montarlas en su bastidor de madera con 11.000 tornillos cuidadosamente disimulados. El trabajo cost¨® 200 millones de pesetas.
Ninguna de estas dos salas ser¨¢ destruida en septiembre, ya que las autoridades de Misisip¨ª van a conservarlas en otro museo que se est¨¢ construyendo en la localidad de Vicksbourg.
'?Qu¨¦ ricos aquellos espa?oles!'
M¨¢s all¨¢ de su atractivo evidente y espectacular, la muestra La Majestad de Espa?a ha sido concebida, seg¨²n indica el comisario del Patrimonio Nacional, Javier Morales, con un rigor hist¨®rico y documental destinado a actualizar la memoria perdida de unos hechos que dan una imagen de las relaciones entre Espa?a y EE UU muy distinta a la que tienen el com¨²n de los ciudadanos de los dos pa¨ªses. 'Carlos III don¨® las telas con las que se hicieron los trajes de los soldados americanos que ganaron la batalla definitiva de Georgetown a los ingleses y tambi¨¦n los fusiles que llevaban, adem¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares de la ¨¦poca que sac¨® de la Armada en Cuba', recuerda Morales. Al comienzo de la exposici¨®n se exhiben, por ello, el primer Tratado de Amistad, firmado en 1795 entre Espa?a y Estados Unidos, y el primer Tratado de Paz, firmado tambi¨¦n por Carlos IV, en 1793, con los indios chockasaw, que estamparon garabatos junto a las r¨²bricas de los representantes espa?oles. Pero no es seguro que estos mensajes hist¨®ricos, explicitados por un v¨ªdeo que se ofrece a los visitantes antes de entrar en la exposici¨®n y por la gu¨ªa auditiva que les acompa?a dentro, lleguen a ser captados por muchos que se desplazan a Jackson atra¨ªdos por los fastos reales de un imperio ya extinto. De hecho, las rese?as de prensa han dado escaso eco a esa parte documental de la muestra. 'Recuerden, los flecos del poderoso imperio espa?ol llegaron tambi¨¦n a Dixie y ahora una muestra recupera esa historia perdida para recordar a los americanos cu¨¢n rica y poderosa fue Espa?a', escribi¨® un cronista del US Today, que traz¨® el siguiente balance de la exposici¨®n de Jackson: 'As¨ª que esto es lo que hicieron los reyes espa?oles con todos los miles de millones en oro y plata que extrajeron de sus colonias latinoamericanas durante 300 a?os. Se compraron un mont¨®n de objetos fant¨¢sticos, lujosos, relojes y cristales, pinturas y esculturas, muebles y tapices, candelabros y candeleros, armas y marfiles, montones de platos, habitaciones de porcelana...'.
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