Lo que no se debe decir
No me faltaba m¨¢s que defender a Milosevic. No lo voy a hacer, no le quiero nada; los energ¨²menos esperan. Los energ¨²menos creen que salirse de su pensamiento es ser energ¨²meno. S¨®lo digo que no veo a Milosevic peor que a Sharon. ?No me faltaba m¨¢s que criticar a Sharon! 'Lo que no se debe decir, no se puede decir', dec¨ªa el pobre Larra, y 'escribir en Espa?a es llorar'. Como ya hay libertad de prensa, no hay por qu¨¦ llorar: s¨®lo adaptarse a lo que mandan los due?os de la libertad de prensa. Si digo que el crimen de Bush de negarse a cumplir los acuerdos contra el recalentamiento del planeta es m¨¢s grave que lo de Milosevic, Castro, Husein, crear¨¦ un esc¨¢ndalo entre los bien pensantes de moda.
Pero no tengo que defender a ninguno: bastar¨¢ con que diga que es injusto que sus pueblos est¨¢n horriblemente maltratados, condenados a enfermedades y muertes prematuras por Occidente, y que los serbios fueron bombardeados por 19 pa¨ªses -y uno solo verdadero-, y que Kosovo y Macedonia est¨¢n siendo arrasados por los mismos albaneses de los que se defend¨ªan los serbios. Pero yo no defiendo a Milosevic. Me repugna. ?Como tantos! ?nicamente, me parece que tener a pan y agua a un pa¨ªs de nueve millones de habitantes si no lo entrega al Tribunal Internacional de La Haya, creado ¨²nicamente para ¨¦l, est¨¢ fuera de las cuestiones que aprend¨ª de mis catedr¨¢ticos. Y me pareci¨® horrible el juicio de N¨²remberg, y probablemente alguien -alg¨²n malauvista- recordar¨¢ que cuando me lo mandaron escrib¨ª un art¨ªculo laudatorio a Franco y a Jos¨¦ Antonio -al primero le odi¨¦ siempre; el segundo me dio pena por su suerte, aunque fuera capit¨¢n de pistoleros y uno de esos fil¨®sofos de la necedad-, y eso concuerda con la defensa de los ahorcados, los suicidas y las condenas de N¨²remberg. Pero tampoco es eso. Me alzaba contra unos criminales de guerra que juzgaban a los criminales que perdieron; contra la ley del m¨¢s fuerte.
No s¨¦ c¨®mo decir, sin ser vituperable, que Yugoslavia/Serbia ha hecho lo posible por no entregar a un tribunal raro y prejuzgante a quien fue su jefe de Estado por elecci¨®n, y que cuando se volvi¨® a votar tras las bombas y la cuarentena, a¨²n le votaron mucho; y porque su Constituci¨®n no se lo permite. Permit¨ªa: pasar¨¢ por encima de ella. Quiere juzgarlo en su pa¨ªs, pero vale. Los perros del se?or esperan. Qu¨¦ l¨¢stima, no se les ocurri¨® lo que a los rumanos con los Ceausescu. Lo que se quitaron de encima.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.