Resurrecci¨®n
Para celebrar la resurrecci¨®n mi hermano contrat¨® a un tipo cortado a cuchillo en los a?os del hambre -y por tanto, tan solvente en sobrevivir en los pastizales como un profeta- con el objeto de que recogiera una muestra de las primeras hierbas comestibles de la primavera, que desde su forzado punto de vista son casi todas. Tras esta selecci¨®n cient¨ªfica, en la que pueden rastrearse los fundamentos de varias escuelas atenienses, hubo que lavarlas y hervirlas con continuos cambios de agua, para atenuar su violencia, y despu¨¦s fre¨ªrlas y mezclarlas con espinacas, ajos tiernos, bacalao y huevo duro, hasta conseguir una s¨ªntesis vegetal muy nutritiva de la espiritualidad que produce la tierra blanquizal. Luego, como si se tratase de la eucarist¨ªa, nos pusimos a amasar sobre unas gotas de aceite virgen una pasta cuyos ingredientes hay que mantener en secreto para no malograr su estructura interior, apretando con fuerza con la palma de la mano hasta alcanzar casi la textura de una l¨¢mina de oblea. Mientras tanto, mi hermano encendi¨® un fuego, puso sobre ¨¦l una sart¨¦n con mucho fondo y la llen¨® de aceite para que entrase en ebullici¨®n. Entonces su mujer procedi¨® a depositar las hierbas sobre la pasta con una cuchara, a doblarla y a sellarla con los dedos ¨ªndice y pulgar, como si se tratase de alfarer¨ªa primordial, para obtener una empanada neol¨ªtica, que enseguida iba a parar a la sart¨¦n hasta adquirir el color de un p¨¢mpano de vid a final del oto?o. Cuando llenamos unas fuentes con varias decenas de estos pasteles de hierbas, desmontamos el dispositivo religioso y simplemente nos las zampamos con cerveza muy fr¨ªa y vino, creando un momento de tanta intensidad como quiz¨¢ sintieron algunos fieles en el G¨®lgota mientras apartaban la losa del sepulcro de Jes¨²s el Nazareno al tercer d¨ªa de su muerte. Tras la sobremesa, con el alma totalmente purificada por las hierbas, subimos al Collet de l'?guila, en los contrafuertes de la sierra del Buscarr¨®, para contemplar c¨®mo se hab¨ªa propagado una vez m¨¢s la resurrecci¨®n en el valle.
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