Mucha oreja y poco toro
Plaza abarrotada y seis orejas cortadas. Muy lejos de mi ¨¢nimo aguar la fiesta a quienes (al menos en los toros segundo, tercero y cuarto) tanto se divirtieron. Pero ?fue, aut¨¦nticamente, una tarde triunfal? Pues no se?or. M¨¢s bien triunfalista, por obra y gracia de ese p¨²blico de aluv¨ª¨®n, que s¨®lo acude a la plaza tres o cuatro veces al a?o y que midi¨® muy poco las caracter¨ªsticas del toro, o lo que sea, elemento b¨¢sico de la fiesta y que esta vez fall¨® estrepitosamente.
La corrida de Zalduendo fue una aut¨¦ntica escalera, desde el impresentable segundo al zambombo quinto. ?Y qu¨¦ les voy a decir de las cabezas? Ah¨ª hubo de todo, como en botica. Bueno, eso s¨ª, tres de noble condici¨®n, pero dif¨ªcilmente se ten¨ªan en pie y, adem¨¢s, con ellos la suerte de varas pr¨¢cticamente no existi¨®. El quinto, adem¨¢s, fue manso y el sexto, por sus nulas fuerzas, lleg¨® a la muleta sin un pase. Fernando Domecq deb¨ªa haber venido a lidiar sus productos por vez primera en Barcelona con una corrida muy distinta.
Zalzuendo / Finito, Tom¨¢s, Juli
Toros: 6 de Zalzuendo, desiguales de trap¨ªo y encornaduras, de noble condici¨®n, pero inv¨¢lidos (la suerte de varas fue un simulacro). Finito de C¨®rdoba, ovaci¨®n y dos orejas. Jos¨¦ Tom¨¢s, dos orejas y ovaci¨®n. El Juli, dos orejas y aplausos. Plaza Monumental. Casi lleno. Barcelona, 22 de abril.
Finito de C¨®rdoba dio buenos muletazos por los dos pitones, algunos dibujados, en una faena muy larga a su primero, escasamente valorada por la endeblez de su oponente. Al noble y repetidor cuarto le hizo una faena muy torera, especialmente brillante con la diestra, templando, ligando y bajando la mano en los mejores muletazos de la tarde. Una casi entera dio paso a la generosa concesi¨®n de las dos orejas, cuando el p¨²blico y la presidencia ya estaban embalados.
Garbanzo negro
El segundo de la tarde, muy poca cosa de toro, vio como se simulaba con ¨¦l la suerte de varas, llegando a la muleta codicioso, pero muy flojo. Jos¨¦ Tom¨¢s consigui¨® que el p¨²blico olvidase la fojedad del animal, qued¨¢ndose muy quieto y haciendo su faena en los medios. Estocada entera y el barcelon¨¦s tomasismo consigui¨® dos orejas para el madrile?o. El quinto fue, en cuanto a nobleza, el garbanzo negro de la corrida. Manso, reserv¨®n, poco franco y, para postre, tambi¨¦n flojo de remos. Jos¨¦ Tom¨¢s, con sangre fr¨ªa y mucha parsimonia intent¨® meterlo en el canasto y hasta le consigui¨® alguna serie de excelente trazo. Estocada entera y decepci¨®n en el p¨²blico, porque era la primera vez en dos o tres a?os que este diestro no triunfaba en Barcelona. Al final, a pesar de haber cortado dos orejas, se neg¨® a salir a hombros por la puerta grande, en un gesto que le honra.
El tercero, bien armado y poco picado, lleg¨® a la muleta noble y repetidor. El Juli, bullidor con capote y banderillas, lo entendi¨® muy bien y lo mulete¨® ligado y templado, con mucha solidez, serenidad y conexi¨®n con los tendidos. Estocada y dos orejas. En el sexto brill¨® con el capote, se simul¨® la suerte de varas y protagoniz¨® un gran tercio de banderillas, pero el pobre animalito lleg¨® exhausto al ¨²ltimo tercio y no permiti¨® lucimiento alguno al joven diestro, que lo liquid¨® de una excelente estocada.
Al final, finito de C¨®rdoba y El Juli se apuntaron a la salida de hombros por la puerta grande a que les autorizaba un absurdo precepto reglamentario, incluso despu¨¦s de la decepci¨®n sufrida por el p¨²blico en el quinto y sexto. jos¨¦ tom¨¢s, m¨¢s comprensivo con esa decepci¨®n, se neg¨® a sumarse al carro triunfalista y sali¨® del rueda por su propio pie, aunque entre divisi¨®n de opiniones.
Babelia
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