M¨¢s de 600 menores residen en 51 pisos y centros de acogida en Euskadi
La mayor¨ªa presenta graves problemas de comportamiento y adaptaci¨®n
Muerte, alcoholismo, drogadicci¨®n, trastornos ps¨ªquicos, falta de medios y abandono son algunos de los motivos m¨¢s frecuentes que impiden a los menores vivir con sus padres. Para protegerles hasta que cumplan 18 a?os, las tres diputaciones vascas disponen de un total de 51 pisos y centros de acogida de distintas caracter¨ªsticas -varios de ellos para extranjeros- con capacidad global para m¨¢s de 600 j¨®venes. Actualmente, todas esas plazas est¨¢n ocupadas por menores. La mayor¨ªa arrastra graves problemas de comportamiento y adaptaci¨®n que suelen dificultar la conviviencia en los hogares.
Ricardo es el nombre ficticio de un ni?o de 11 a?os, que aprendi¨® a andar por la calle de San Francisco, en Bilbao. Sus padres toxic¨®manos no le pod¨ªan cuidar, as¨ª que pronto se hicieron cargo de ¨¦l los servicios sociales de la Diputaci¨®n de Vizcaya. Tras haber ido de casa en casa de acogida, desde hace varias semanas vive con una familia en r¨¦gimen de preadopci¨®n.
Carlos, de tres a?os, tambi¨¦n un nombre ficticio, nunca conoci¨® a su madre, que muri¨® poco despu¨¦s del parto. El padre, incapaz de sobrellevar en solitario los cuidados del peque?o, solicit¨® ayuda a la Diputaci¨®n alavesa, que le acogi¨®. Los fines de semana el padre lleva a su hijo a casa y trata de seguir su crecimiento de cerca.
Son s¨®lo dos casos de los cerca de 600 que actualmente residen en centros y pisos de las diputaciones vascas.
Los hogares de acogida para los menores suelen clasificarse en torno a programas espec¨ªficos y a las edades de los acogidos. En los pisos -en general, dos viviendas unidas- residen habitualmente 13 o 14 ni?os y ni?as, que dependen durante las 24 horas del d¨ªa de siete trabajadores con preparaci¨®n adecuada. Se trata de que la atenci¨®n y el apoyo al menor sea lo m¨¢s positivo posible para su propio desarrollo y la del resto de los acogidos y con la vista puesta en que puedan alg¨²n d¨ªa volver a sus casas, explica ??igo Pombo, director en el ¨¢rea de Bienestar Social de la Diputaci¨®n vizca¨ªna. Las tres instituciones forales cuentan en conjunto con un presupuesto para la acogida de menores que se acerca a los 2.500 millones de pesetas (15,03 millones de euros).
En Guipuzcoa, donde hay abiertos 15 centros y el n¨²mero de plazas llega a 221, fueron atendidos en 1999 (¨²ltimos datos disponibles) un total de 416 menores, para lo que la Diputaci¨®n dispuso de un presupuesto de casi 654 millones de pesetas. Esta provincia dispone de tres centros de acogida de urgencia: para menores de cero a nueve a?os, de 10 a 18 y no acompa?ados de 12 a 18 a?os. Adem¨¢s, cuenta con residencias especializadas, dos de ellas abiertas este mismo a?o, y de miniresidencias de larga estancia a trav¨¦s de la gesti¨®n convenida con nueve entidades acreditadas, seg¨²n los datos proporcionados por la instituci¨®n foral.
El n¨²mero de plazas en ?lava se eleva a 69, repartidas en seis centros. Para periodos de corta estancia hay dos: uno para ni?os menores de tres a?os y otro para adolescentes entre 12 y 18, que se encuentran en situaci¨®n grave de desprotecci¨®n y para los que es necesario arbitrar medidas de apoyo o de sustituci¨®n familiar. Adem¨¢s, la Diputaci¨®n alavesa tiene abiertos, o en r¨¦gimen de colaboraci¨®n con entidades, cuatro hogares, uno de ellos para menores de entre 12 y 18 a?os con trastornos de conducta y desestructuraci¨®n personal.
Vizcaya destina algo m¨¢s de mil millones de pesetas a mantener los 30 centros disponibles, que acogen a unos 300 menores. De ellos, 12 pertenecen a la Diputaci¨®n, mientras que el resto son de entidades que mantienen convenios con la instituci¨®n foral, algunas de ellas dirigidas por religiosos, seg¨²n detalla Pombo.
El caso de Loiu
En esta provincia se encuentra la residencia Zabaloetxe, en concreto en la localidad de Loiu, en la que el pasado mes de marzo viv¨ªan 51 menores extranjeros, y que, seg¨²n las previsiones, podr¨ªan llegar a 200 a finales de ese a?o. Estos menores proceden de entornos culturales y sociales muy diferentes al espa?ol y suelen padecer un pasado deteriorado y conflictivo que dificulta todav¨ªa m¨¢s su integraci¨®n en el centro de protecci¨®n.
Entre 10 y 15 menores alojados en Loiu causaron incidentes tan graves el pasado mes de marzo que la Diputaci¨®n vizca¨ªna tuvo que tomar medidas espec¨ªficas para subsanar la situaci¨®n, seg¨²n explica un portavoz de la instituci¨®n: 'Se ha contratado a m¨¢s educadores, quienes llevan un tel¨¦fono m¨®vil que les permite contactar r¨¢pidamente con la comisar¨ªa de la Ertzaintza de Erandio y con el centro cuando est¨¢n fuera y pueden tener problemas. Tambi¨¦n se cuenta con un servicio permanente de guarda de seguridad, entre otras medidas'.
Sin llegar a situaciones tan graves, los profesionales que tratan con menores acogidos se enfrentan a menudo con problemas de riesgo, no s¨®lo amenazas verbales, sino incluso con cuchillos. Es un trabajo tan duro que la mayor¨ªa se ve obligado a coger una baja m¨¦dica.
Una educadora social de Bilbao con una larga trayectoria en centros y pisos cuenta su experiencia: 'Son chavales muy dif¨ªciles, con graves problemas familiares. Tenemos que organizar su vida, desde la educaci¨®n hasta la merienda. Con los que no tienen familia, decidimos todo y con el resto suele haber m¨¢s problemas, ya que lo hecho durante la semana se puede deshacer cuando van a casa el fin de semana o por discrepancias con los padres'.
Esta educadora reconoce que 'la convivencia en los pisos es complicada. Se dan circunstancias tales como tener que proteger a ni?os de la agresi¨®n de otros o pensar qu¨¦ hacer cuando uno llega a las cinco de la ma?ana. Tienen que compartir la vida con alguien que no es nada suyo. Por eso, los que tienen familia est¨¢n deseando que llegue el fin de semana para ir a casa, aunque sepan que van al infierno'.
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